Siempre vuelvo a ti

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Estábamos paseando por nuestro parque con Luna, nuestra perrita Golden Retriever que adoptamos cuando tenía cinco meses cuando sus antiguos dueños se tuvieron que ir a vivir al extranjero y no se la pudieron llevar, hasta que nos sentamos debajo de nuestro árbol. Ya era de noche y la única luz que había era la de las estrellas y la media luna en el cielo, pero para mí ella desprendía tanta luz como el propio sol.

Me quedé mirándola en silencio y Luna se acostó a mi lado para que la acariciara, como siempre. Luisita estaba tan preciosa como la primera vez que la vi. Su pelo rubio estaba más largo, su piel un poco más blanca, posiblemente debido a que últimamente no salía mucho durante el día, y su mirada no desprendía tanto brillo como antes, pero para mí seguía siendo la persona más perfecta que existía.

Puse mi mano sobre la suya y sin mirarme, sonrió.

Te he escrito una carta -dijo.

Quiero escuchar todo lo que tengas para decir. Me encanta cuando me lees - Luisita sacó la carta del bolsillo de su chaqueta. Al principio dudó un poco, pero tras unos segundos en silencio, comenzó a leer en voz alta.

Amelia, - comenzó. Amaba cómo sonaba mi nombre en su boca. - mi amor: creo que nunca te he contado lo que sentí la primera vez que te vi. Para mí estaba siendo una tarde horrible en el King's. Había discutido con María por algo que ni siquiera recuerdo ahora, había dormido fatal la noche anterior y el bar estaba tan lleno que no tuve ni un segundo libre en cuatro horas. De pronto me giré y te vi. Eras la mujer más bonita que había visto en mi vida. Lo primero que me llamó la atención fueron tus ojos, de un marrón oscuro llamativo, pero tristes. Tus labios tenían un color rosado tan apetecible que solo quería probarlos, pero su forma no coincidía con lo que yo esperaba, no había una sonrisa sobre ellos. Tu pelo, moreno y rizado estaba un poco despeinado, pero desde ese momento supe que me gustaba más así. Eso significaba que había una historia detrás que contar. Este primer análisis me tomó lo que para mí fueron segundos, pero la voz de varios clientes queriendo llamar mi atención me hizo darme cuenta que estuve observándote por varios minutos. En aquel momento, el bar, los clientes y sus pedidos me dieron igual. Mi mal día había quedado en el olvido y solamente quería abrazarte hasta arreglarte. Fui a ti sin importar quien estuviera esperando más tiempo y te pregunté qué podía hacer por ti. Tú me pediste un café pero yo me refería a tu mirada y tu sonrisa. Pedí ayuda a María y a Miguel, que estaban en el almacén, para que ellos se quedaran atendiendo al resto de clientes mientras yo inventaba miles de excusas en mi cabeza para poder hablarte. Cuando por fin me decidí, te llevé un cruasán que no me habías pedido pero que fue la mejor opción que encontré para sacarte una sonrisa.

Con una sonrisa y tu cara de duda, me diste la oportunidad que tanto estaba buscando para hablarte. Recuerdo que te expliqué que siempre que estaba mal, me comía un cruasán. Desde pequeña, todas las noches miraba por la ventana de mi habitación buscando la luna, y le contaba todos mis problemas, pero mi luna favorita era la media luna, porque parecía que me sonreía y, a pesar de lo triste que estuviera, me hacía sonreír también. El cruasán es como una media luna pero que, además, estaba bueno. Al principio me miraste un poco confundida, pero te empezaste a reír. Oh, aquella risa hizo temblar mis piernas y puso mi corazón latiendo a mil por hora. Fue la primera vez que reíste por algo que dije y nunca se me olvidará cómo sonaba. Me preguntaste a qué hora salía de trabajar y te dije que a las 9 de la noche. Mientras mirabas tu reloj, me di cuenta que había pasado mucho tiempo hablando contigo y María me pedía con la mirada que volviera. Tú te diste cuenta y te despediste de mí, no sin antes agradecerme por el cruasán y la conversación con una enorme sonrisa en tu cara. Aquello cambió mi humor por completo.

No dejé de pensar en ti ni un solo segundo desde que te fuiste y, cuando eché la llave al bar y me giré, creí estar viviendo un sueño. Ahí estabas tú esperándome. "¿Has vuelto?" - te pregunté.

Siempre vuelvo a ti | LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora