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El tiempo había pasado tan rápido, que por poco no se daba cuenta. Los días eran largos y las noches aún más. Estar habituada a vivir huyendo, no era lo mismo a estar tranquila con la idea.
Extrañaba la calidez de su familia. Extrañaba los momentos llenos de risas.
Extrañaba la pelea en equipo, saber que su espalda era resguardada y que ella también protegía a esas personas que se habían vuelto tan importantes, aún sin compartir un lazo sanguíneo.Pero en uno de los giros sorpresivos de la vida, todos debían permanecer alejados. Unos arraigados, otros canjeando su libertad y por último estaban los que huían. No tenia que explicar a cuál equipo pertenecía Natasha Romanoff.
Ese día, el clima era un desastre. El cielo se estaba cayendo a pedazos en la lluvia torrencial más embravecida que había visto en todo su tiempo en Edimburgo. Las calles lucían desiertas, unas cuantas personas iban y venían, mientras ella caminaba sin rumbo fijo; el plan era conseguir un pub donde comer algo rápido y conseguir el alcohol necesario para diluirle la sangre.
Natasha nunca había sentido tanta soledad, pero ese día en especial, le calaba hasta los huesos. Ese día se cumplían dos años de la pelea que había fraccionado a su familia, no era una persona que conmemorara fechas, pero esa era una muy difícil de olvidar.
Caminó y caminó viendo a través de los ventanales de los establecimientos del centro a familias celebrando cumpleaños, parejas compartiendo la cena y amigos chocar sus tarros de cerveza coreando canciones tradicionales; Se detuvo hasta que se encontró con un local más lúgubre. No estaba de humor para ver personas felices a su alrededor.
Ordenó un emparedado de ternera, que cuando llegó a su mesa, solo pudo degustar un par de mordiscos y después fue relegado. El hoyo en su estómago no era precisamente de hambre, así que se limitó a beber un vaso tras otro de Whiskey hasta que se cansó de intentar ser abordada por hombres que buscaban compañía. Recogió su bolso y sombrilla luego de pagar la cuenta, para volver a la realidad.
Tomó camino de vuelta a «casa» disfrutando del sonido de la lluvia contra el asfalto, tarareando una canción que siempre cantaba Clint. Cuando estaba llegando a la casa que arrendaba, pudo ver en el pórtico una sombra. sobre la escalera frente a su puerta. Lo único que pudo distinguir en la oscuridad, era que se trataba de un hombre; Y como no quería ser aprehendida tan fácilmente, regresó sobre sus pasos, pensando que aún no había sido notada por el hombre.
Retrocedió unos pasos, con cuidado de no golpearse contra el contenedor de basura tras ella, para luego girar sobre sus talones y emprender la huida a paso rápido, pero sin correr; No quería llamar la atención del desconocido que le acechaba, pero al escucharlo llamarla por su nombre, su corazón se saltó un latido.
—¡Nat! Espera...— Esa voz le hizo detenerse en seco.
No quiso voltear, porque seguramente era una alucinación producto de su inconsciente. Del anhelo de volver a tener la oportunidad de verlo y arreglar lo que se rompió la última vez que estuvieron juntos; Pronto escuchó sus pasos más y más cerca, sus botas resonaban sobre el agua estancada en el asfalto.
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RAIN ON ME | 𝐎𝐍𝐄𝐒𝐇𝐎𝐓 𝐑𝐎𝐌𝐀𝐍𝐎𝐆𝐄𝐑𝐒
Fanfiction𝙾𝚗𝚎𝚜𝚑𝚘𝚝 p𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚍𝚎𝚕 𝙲𝚑𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗𝚐𝚎 #𝙼𝚘𝚟𝚒𝚎𝙼𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚜 𝚍𝚎l #𝚂𝚂𝚁𝙰 𝐻𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑞𝑢𝑖́ 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑛𝑜𝑐𝘩𝑒 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒 𝑑𝑎𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑑...