—Es la maldición de la maternidad. Nos quieres incluso cuando te sacamos de quicio.
-—Pronto aprenderás que, ante una situación en que quedan en ridículo, todos los hombres tienen la imperativa necesidad de echarle la culpa a otra persona.
-Un beso ha arruinado a más de una dama.
-Era muy extraño sentir tanta felicidad por tener tan poco poder. Podía hacer con ella lo que quisiera, y ella se dejaría.
-Simon le devolvió la sonrisa, aunque no supo cómo. Nunca antes había creído que fuera posible sonreír cuando uno estaba a punto de morir por falta de oxígeno. A veces, la necesidad de tocarla era tan grande que sólo mirarla le dolia.
-Quiero estar en tu corazón. Quiero..Quiero estar en tu alma.