Prólogo

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Una mañana extrañamente oscura se presentaba en el perímetro, surcando la vieja casa y alumbrando ligeramente el habitáculo, las cortinas meciéndose al compás de la sinfonía que era en este caso la brisa mañanera, perceptible para cualquiera.
Ging Freecss recién abría sus ojos al escuchar pisadas de aquí para allá acompañados de la fría ventisca, golpeteando los tablones de madera a cada paso.
Inclinó su rostro hacia el lado contrario observando a su hijo correr para todos lados, llevando papeles, ropas, medias, dinero, entre otras cosas de uso personal; depositandolos en una mochila amarilla y enorme que estaba en la esquina de la habitación, podría jurar que estaba siendo escondida pobremente.

—Estás muy ansioso.— Dijo después de dar un largo bostezo comenzando a sentarse con ligera molestia, notando que el menor casi bota todo al suelo por su repentina voz.

—¡Buenos días Ging!— Exclamó, queriendo esconder rápido lo que iba llevando pero era demasiado tarde para su mala suerte. ¿En qué estaba pensando? Ging era muy perceptivo y en cualquier momento iba a deducir lo que estaba planeando hacer.

—Buenos días Gon ¿Ahora tú eres el que me va a abandonar?—Dijo, refiriéndose a la actitud nerviosa de Gon al intentar ocultar sus cosas detrás de su espalda. Se rió un poco cuando vio a su hijo nervioso, era casi inusual atraparlo en algo, pero en esta ocasión de verdad pudo hacerle caer.

Nervioso, no quería que Ging descubriera sus planes o todo se echaría a perder.
—N-No es lo que parece.—Comenzó a alejarse cuando el mayor se comenzó a acercar a él con una sonrisa maliciosa, era gracioso y hasta cierto punto adorable verlo quedarse en blanco.

Ging puso una mano en su cabeza haciendo que como consecuencia su hijo cerrara los ojos con fuerza al esperarse un golpe o algo más. —No tienes que reaccionar así, no soy nadie para negar que te vayas.— Era algo irónico lo que sucedía en este momento, ahora parecía todo lo contrario a como era hace años.
"Me causa curiosidad lo que está planeando." Le despeinó viendo cómo todas esas hebras caían rebeldes por la frente de su primogénito al retirar su mano y luego de reírse un poco más con cierto aire de sorna.

—Así que ¿Te ibas a ir sin despedirte mocoso?— Cuestionó al momento de oler la carne en el ambiente, proveniente de, seguramente, la cocina. Al parecer el desayuno ya estaba servido.

Gon sonrió nervioso empujando a su padre a la sala. —No, por supuesto que no. Vamos a comer ¿Sí?— Ging sólo se dejó llevar con una gota cayendo por su frente.

Luego del desayuno, se despidió de su padre acordando mantenerse en contacto y simplemente salió a su nueva aventura pero por primera vez iría solo, tal y como había previsto.

Es bien sabido acerca de las hazañas de Gon Freecss alrededor del mundo, un cazador de ruinas, especializado en arqueología justo como su padre lo era. A pesar de ser reconocido, casi nada se sabe de su vida personal, ni siquiera los propios cazadores pertenecientes a su organización, muy bien oculto por si posibles enemigos descubrían más acerca de él, pues obvio, sería realmente malo perder a una persona como él para la organización de cazadores.

A sus ya 19 años había conseguido reconstruir y ayudar a muchas personas, y eso era algo que le enorgullecía pues su sueño siempre fue cooperar de alguna forma y que esto sea de gran impacto para la sociedad, haciéndole saber que todo el esfuerzo que invirtió en su trabajo desde sus apenas 14 años había valido totalmente la pena y jamás se detendría hasta el final de sus días.

Actualmente quería ascender a ser cazador de tres estrellas, ya que al ser el rango más alto podría usar una muy buena cantidad de dinero para poder construir escuelas y hospitales en los lugares más pobres a los que había ido, desea ver a todos esos niños y familias felices. Aquella idea surgió gracias a su pequeño amigo Zushi proveniente de Ciudad Meteoro, ese es el lugar con el que empezará, y no le importa que la asociación esté en contra de que vaya a ese lugar a interferir, él cumplirá con su palabra sea cómo sea.

Así que como ese título era casi imposible de conseguirse, debía realizar una gran hazaña y es por ello que estaba muy interesado acerca de unas ruinas antiguas pertenecientes al clan Kuruta, una “familia” que vivió en un valle alejado de la ciudad en la que se encontraban por tener algo diferente a lo que las personas catalogaban como usual, “algo que el mismo diablo había inventado” según los pueblerinos que Gon había tenido la dicha de escuchar.

Sus peculiares ojos escarlata los habían llevado a la misma ruina, las personas simplemente vieron como estos actuaban agresivamente al momento de que sus ojos cambiaran de color. Estos tuvieron que aislarse de la vida en la ciudad teniendo como único lugar el bosque más cercano. Y ahí reinó la paz, con esos monstruos sin rondar por el pueblo, pero un día…

—Simplemente desaparecieron del lugar.—La anciana siguió relatando. Perteneciente al pueblo contiguo al lugar “maldito” fue la única persona dispuesta a contarle a más a detalle la historia que había escuchado millones de veces, notándosele los escalofríos recorriendole a su desgastada columna.
Gon era el oyente a tan mítica historia, y estaba muy emocionado acerca de ello pues estaba seguro de que iba a poder reconstruir aquel templo que ningún cazador, ni siquiera su padre, se había atrevido a cruzar.
Había pensado que eso era algo sospechoso ya que esa historia era muy conocida en el ámbito arqueológico, pero poco le importó, tenía sí o sí que conseguir la licencia de tres estrellas, así que por ahora no podía decir que se arrepentía de no contarle a su padre acerca de su plan.

—¡Muchas gracias abuela! ¡Me sería de gran ayuda que me señalara la dirección para llegar!—Sonrió enérgico como usualmente era, queriendo dar saltos de la emoción, pues superar a su padre era ya otro nivel.

—Oh, por sup- Espera ¿Acaso no escuchaste todo lo que te dije? ¡Ese lugar está maldito!— Miró preocupada al jovencito que en ningún momento mostró signos de miedo o preocupación acerca de aquello, más bien deslumbraba como un sol en pleno verano.

Gon sonrío al ver a la mujer de la tercera edad mirarle tan asombrada por lo que había exclamado.—No se preocupe, soy un cazador de dos estrellas, vine a reconstruir el lugar.—Trató de calmarla agachándose un poco para estar a su altura y sonreirle, no es que fuese precisamente alto pero la señora era muy bajita y con la columna sutilmente encorvada. Suavemente le acarició la cabeza, le recordaba un poco a su propia abuela cuando decidió dar el examen de cazador hace 7 años. Oh, realmente espera que su tía esté cuidando bien de ella.

Volviendo al tema, al parecer, escuchar esa información le calmó un poco, pero no lo suficiente, pues Gon no era el primer cazador en ir al lugar y jamás volver.—Solo no te metas en problemas niño, ya sé que eres un cazador y todo, pero debo decirte un último dato.— Se acercó al oído del chiquillo aprovechando que este se había agachado, comenzando a susurrarle algo para que nadie los escuchase. —Dicen que uno de esos demonios está vivo, pero que no sale de ahí solo para que cuando alguien vaya a su hogar ignorando las advertencias ¡Le arrancará la cabeza para tener su cadáver en su colección!

Trató de implantarle miedo, sin embargo, Gon se alejó un poco confundido acerca de ello ¿Acaso pensaba que era un niño para asustarse con algo así? Son solo mitos, después de todo el incidente había sucedido hacía más de veinte años.

—Está bien, no se preocupe. Le prometo que volveré sano y salvo en un par de días.—Retrocedió para ponerse su mochila de viaje en la espalda la cual pesaba mucho más de lo que aparentaba y así, despidiéndose de la abuela con la mano partió al santuario maldito de los Kuruta, con la idea de que sería reconocido por su padre y por la organización.

no me arrepiento de nada no me arrepiento de nada

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no me arrepiento de nada no me arrepiento de nada. 😳

𝘁𝗵𝗲 𝗺𝗶𝘀𝗲𝗿𝘆 𝗼𝗳 𝗮 𝗸𝘂𝗿𝘂𝘁𝗮 𖤛 kuragon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora