Arrepentido

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La semana trascurrió con normalidad después de aquel suceso en la parroquia. Durante aquellos días el pelirrubio se centró en sus actividades cotidianas sin pensar en nada más, es decir, ir a clase, entregar proyectos, estudiar, presentarse a los últimos exámenes del semestre. Nada fuera de lo usual para la vida de un universitario promedio.

El viernes era el día preferido de casi el ochenta por ciento de la población mundial, pero Benicio no podía verse incluido en aquel grupo, ya que a pesar de ser el último día de la semana, para él era el más ocupado de esta. Debía cursar casi todo el día, asignaturas por demás tediosas, con profesores infernalmente aburridos. Pero no todo eran malas noticias, el viernes traía consigo un lado positivo, ya que este era el día en el que se reunía a cenar con sus mejores amigos. Un habito que se había vuelto rutina con el paso del tiempo y que nunca le gustaría perder.

Eran casi las seis de la tarde cuando logró poner un pie fuera del aula. Caminó a lo largo de los amplios pasillos con pocas personas en los alrededores, las cuales se movían como gacelas corriendo a clase, leyendo uno que otro libro, escuchando música, o simplemente conversando las unas con las otras.

Su teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta, al sacarlo y encender la pantalla el texto en la misma cambió completamente su semblante por uno más alegre.

¡Apurarte! Te esperamos en la entrada.

Obedeció la orden agilizando su paso, se cruzó con varios de sus conocidos por los corredores, saludó a algunos rápidamente y al doblar a la izquierda pudo verlos. Les hizo una seña a los jóvenes de pie con sus mochilas a un lado de la inmensa entrada de la Universidad de Georgia. Estos se encontraban encogidos en sus abrigos, con sus manos metidas en los bolsillos, ya que por supuesto, la helada temperatura exterior se colaba cada vez que alguien abría la puerta y ya llevaban varios minutos esperando al pelirrubio.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para oírlos Brooke medio gritó. - ¡Tardaste demasiado!-La chica tiritó en su lugar.

-Lo siento, el profesor perdió la noción del tiempo.

Negó. -No importa, vamos o moriré congelada.

Y sin más, los tres jóvenes abandonaron el lugar corriendo hasta el estacionamiento en donde Benicio tenía aparcado su auto. El Peugeot rojo estaba bañado en un manto blanco debido a la cantidad de nieve que había caído a lo largo del día. Al subir a este, lo primero que amagaron a hacer fue a encender la calefacción que rápidamente comenzó a inundar el reducido espacio con su calidez. Luego de calentar el motor y quitar la nieve del parabrisas pudieron emprender el viaje. El vehículo comenzó a meterse en las calles de la ciudad antes de que las voces en su interior comenzaran a oírse.

- ¿A dónde deberíamos ir?-Preguntó el conductor a sus acompañantes.

La castaña dudó unos segundos. - ¿Tonys?

Oliver se quejó arrojando su cuerpo contra el asiento trasero. -Nah, fuimos ahí la semana pasada. -Los amigos pensaron un poco más hasta que una idea brilló en la mente del moreno. - Mi compañero de economía laboral me habló de un lugar a un par de calles de la universidad, es nuevo. Podríamos ir ahí.

Benicio asintió. -Suena bien. ¿Cuál es el nombre?

-The box. Según lo que escuché tiene buena comida y no es costoso.

A Brooke aquello le pareció más que suficiente. -Bien, vamos entonces.

-De acuerdo.

(...)

No había duda alguna de que "The Box" estaba en el inicio de su carrera, ya que el mismo se encontraba abarrotado de personas. Había varias mesas dispersas por los alrededores, una barra con bartenders los cuales se encargaba de preparar tragos o servir cerveza tirada a una velocidad fuera de lo común. Por otra parte los camareros corrían de un lado a otro con charolas repletas de comida, deseando internamente no resbalar y caer.

SINNERSWhere stories live. Discover now