Velada

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Benicio casi pudo sentir que el mundo se movía bajo sus pies cuando descendió de su auto. Cerró la puerta del vehículo con cuidado poniendo la alarma de este antes de esconder sus manos en los bolsillos de su chaqueta, el frío era implacable esa noche.

Brooke y Oliver siguieron sus pasos al bajar del auto y le dieron una mirada tranquilizadora antes de comenzar a caminar al gran salón de eventos que se desplegaba ante sus ojos. Las luces del parque exterior iluminaron su camino, sus pies quedaron marcados contra la nieve y el viento despeinó sus cabellos mientras sus piernas se movían ligeras hasta la puerta del lugar.

El edificio ante sus ojos tenía un cartel luminoso sobre su portal con grandes letras azules, una de estas tenía su bombilla quemada y el nombre parecía haber sido modificado de "Palace" a simplemente "Place". Ninguno de los tres jóvenes recordaba haber visto ese cartel funcionar correctamente jamás, y eso que habían presenciado demasiados eventos del pueblo allí como para su gusto.

Ingresaron sintiendo contra sus cuerpos el cambio de temperatura que los llevó rápidamente a deshacerse de sus abrigos. Fueron hasta el guardarropa del lugar, donde una joven de largo cabello oscuro y uñas postizas los recibió con una sonrisa. -Benicio, Oliver y Brooke. -Asintió hacia ellos desde el otro lado del mueble que los dividía de la entrada y la pequeña cabina que conformaba el guardarropa. -No sabía que vendrían.

-Hola Tessa...-El pelirrubio suspiró encargándose de entregarle sus abrigos y los de sus compañeros. -mi madre insistió mucho.

Esta asintió con una sonrisa dándoles un pequeño número el cual indicaba cual prenda le correspondía a cada uno. -Creí que por la nieve nadie vendría a esta cena, pero allí dentro está lleno. Casi cien personas.

El joven de piel aceitunada sonrió. -Claramente no se trata de fe, sino de comida.

-Sin duda.

Justo en ese instante la puerta que dividía la entrada con el salón principal se abrió revelando a una joven de cabello dorado y grandes ojos zafiro. Alzó su mano saludando a los presentes para pasar a dirigirse al pelirrubio. Su hermano. - ¡Al fin llegan! Mamá y papá están esperándote adentro.

-Ya vamos. -Ante ello la adolescente movió su cabeza antes de dejar la puerta entre abierta para acompañarlos en su ingreso. Benicio se despidió. -Nos vemos luego, Tessa.

-Diviértanse. -Canturreó en respuesta.

Sin más cruzaron la puerta y el sonido de la música junto con el bullicio de las voces penetró sus sentidos. Había varias mesas redondas dispersas por el lugar con mantelería blanca no muy costosa. Grandes centros de mesa luminosos se encargaban de dar un poco de iluminación al lugar que tenía luces bajas, casi sumido en la oscuridad. La música transmitida a través de los parlantes era por demás deprimente y ninguno de los amigos pudo dejar de pensar en que era propia de dichos eventos de la iglesia.

Benicio pudo comprobar que efectivamente había demasiadas personas como para su gusto, las cuales disfrutaban de su cena, mientras mantenían una conversación civilizada o simplemente reían a lo loco. Eran sus vecinos, conocidos o amigos de su familia. Después de todo Watkinsvill no dejaba de ser simplemente un pueblo, todos se conocían con todos, todos sabían la vida de todos, todos se inmiscuían en los asuntos de los demás. Factores que al rubio no dejaban de fastidiarle.

- ¡Benicio!-Una voz se escuchó desde el extremo del salón y el mencionado se giró encontrándose con un hombre de contextura delgada y cabello castaño. Cedric, su padre.

Este alzó su mano captando el mensaje y le indicó a sus compañeros que lo siguieran, guiándolos hacia la mesa en la que se encontraba su familia, que para su suerte solo poseía seis sillas, lo que indicaba que solo serían ellos y sus amigos. Un motivo para celebrar.

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