Hyungwon pensó que el sol estaba brillando mucho ese día en especial. El día era cálido, así que pensó que sería buena idea regresar a casa caminando, en lugar de tomar el bus.
Él disfrutaba ese tipo de clima, y también disfrutaba caminar solo.
Mientras caminaba, pensó en las flores favoritas de Hoseok. Él siempre le decía que sus flores favoritas eran esas que se colaban por la acera dónde se desplazaban; porque las flores adordaban las calles feas y aburridas, y le agregaban color y belleza, y cada vez que las miraba, se sentía feliz.
Hyungwon tomó varias flores por el camino, así podría ponerlas en su habitación y hacer que brillara un poco más. Él tomó las flores más coloridas y terminó su camino a casa.
Hyungwon colocó las flores en un jarrón con agua y esperó por él, para poder entregarle las flores. Pero los días pasaron, y Hoseok nunca llegó.
Eventualmente, las flores se marchitaron, lo que provocó un sentimiento de amargura y enojo en Hyungwon. Rompió el jarrón y las pequeñas flores —ahora muertas—, yacían en el suelo mientras flotaban en el agua que salía del jarrón.
Hyungwon se arrodilló para ver las flores, estaba derrotado.
¿Por qué había hecho eso? Dejó caer las flores marchitas, y ahora iba a decepcionarlo.
Y más tarde, Hyungwon pensó que era su culpa que otras cosas murieran, y que era la razón por la que ya no estaba cerca de él.
