El encuentro y el tiempo.
08 de Mayo 2019 (presente)Lewis Lebranc
Cada año, en esta fecha, Isac se pone realmente insoportable, como hermano mayor siempre tengo que estar ahí para él, supongo.
Mejor vete y déjalo, el idiota de tu hermano nunca va a ser suficiente, al igual que tú.
Odio esa voz, odio tener que escucharla y dejarla ahí solo porque es quien me convierte en lo que soy.
Todo sería más fácil si fuéramos como esos personajes en los libros, las personas como nosotros entre las páginas de un libro, no sufrimos, no llevamos una bestia dentro.
Pero aquí nos encontramos una vez más, los tres hermanos después del cementerio, consolando a Isac para que no elija el mismo frágil camino que nuestra madre.
—Muero de hambre— me levanté del gran sofá negro en busca de un aperitivo, pero hoy no sería el día gris y tranquilo que esperaba. El timbre de la entrada sonó llamando la atención de Isac y Damon, este último fue sonriente en busca de la persona que tocó y mi curiosidad se encendió.
Damon no solía sonreír mucho, por lo cuál lo seguí hacia la puerta y al abrir me encontré con una grata sorpresa.
Aleesha, la ex novia de Isac estaba parada frente a Damon, vestía un vestido negro ajustado que le llegaba debajo del muslo, detrás de ella algo mucho peor, nuestro padre.Su mirada seria y fría de siempre, muerta, sin un mínimo toque de amabilidad o calor, que hombre escalofriante.
Ambos, entraron en la casa, ella sonriendo, él simplemente no tenía expresión. Sabía a qué venían, esto no era bueno para ninguno de los presentes.
—Padre— llamé su atención y su mirada se dirigió a mí de inmediato, se acercó mirándome como quien mira a la basura, el asco en su mirada, siempre tan cariñoso.
—Lewis— me saludó con la cabeza, sin contacto físico, sin aprecio, en cambio al momento en que él salió de mi frente, una Aleesha tan alegre y pegajosa como siempre se abalanzó hacia mí abrazándome.
—¡Hola!— ahora recuerdo porqué decidí alejarme de todo este intento de familia, esa voz chillona era realmente irritante, lamento mucho lo que Isac tenga que soportar y más en este momento.
Isac Lebranc
Las voces en la entrada. Sabía quienes eran apenas pusieron un pie en mi casa, debí saberlo apenas pusieron un pie en la ciudad.
Debía enfrentarme a él una vez más, después de años de estar lejos, después de todo lo que pasó, una vez más éramos el gris contra el negro.Malcom Lebranc, estaba otra vez en Cagliari, esta es mi cuidad, no dejaría que él haga de las suyas.
Y a ella, tendría que soportarla otra vez, que desgracia.
—Isac...— que comience el espectáculo, Aleesha se apareció en la sala vestida de manera seductora, caminó con su aire fino y elegante, con sus tacones negros y su labial rojo, hasta llegar frente a mí, sonriendo con la misma gracia de siempre, ella creía que era linda, a mí parecer sólo era un intento de naturaleza humana.
Segundos después, sus manos se posaron en mis hombros y me besó. Fue un beso cargado de sensualidad y necesidad, por mí parte, mis labios quedaron sellados hasta que ella lo despertó, sabía que pasaría, mis labios se movieron al compás de los suyos, bailando la más sensual danza de todas.
Detrás de nosotros, al separarnos para poder tomar aire, se encontraba él. Me separé de ella para poder verlo mejor, su cabello castaño tenía un corte moderno y diferente, vestía de traje como la mayoría de las veces y su mirada cayó en mí de manera analítica. Me miró de pies a cabeza, una sonrisa ladina se formó en sus labios, sabía muy bien lo que eso significaba, podía oler mi dolor.
—Malcom— me acerqué a él, había dejado de llamarlo padre hace tanto que ya no recordaba cuanto había pasado desde esa última vez.
Su mano se estiró para poder saludarlo y la tomé, estrechandola con la misma seriedad que él tenía.
—¿A que vinieron?— mis ojos y los suyos, marrones contra azules, él era el calco de Damon, sin los tatuajes claro, yo en cambio era igual a mi madre, a él le repugnaba eso. Aleesha se posicionó detrás de mí, poniendo su mano en mi hombro, recargandose.
—Qué poca amabilidad, creí que aún te quedaba algo de respeto por tu padre— su mirada seguía clavada en la mía, retándome, buscando en mi interior eso que nos hacía iguales, esa parte de mí que tanto esfuerzo me tomó esconder— sin embargo, voy a responder a tú pregunta, vinimos para quedarnos, espero ser bien recibidos aquí.
—¡Es cierto! Tú padre tuvo la fantástica idea de volver aquí por un tiempo y yo no pude resistir al saber que has estado aquí por quince años sin decirme nada, pero dejando los rencores a un lado, espero podamos retomar lo que dejamos hace tiempo... —el tono de sermón en la voz chillona de Aleesha me sería graciosa de no ser por la situación en la que nos encontrabamos, no podía permitir que él se quedara aquí.
Me volteé a mirarla por un momento y aprecie su belleza, Aleesha tenía ojos verdes y un porte firme pero delicado y fino, facciones perfecta y su cabello marrón estaba recogido de forma casi perfecta en una alta cola que le daba un aire demandante.
Sí, Aleesha era de esas chicas que no podías ignorar cuando pasaba por algún lugar, de aquellas que te hacen voltear la mirada y analizarla para ver aún más su belleza, hipnotizante, pero era un peligro incontrolable.Volví la mirada a Malcom, sus ojos estudiaban cada expresión mía, cada movimiento, esperando el momento justo en que yo explotara y él pudiera demostrar que siempre había sido más fuerte que yo o qué cualquiera, porque eso era la vida para él, un juego eterno para demostrar que era él mejor.
—No van a quedarse aquí, ni en mi casa, ni en mi ciudad— sentencié mirándolo frívolo, no podía dejar salir ninguna emoción, este juego iba a ganarlo yo.
Su sonrisa se hizo más grande y escalofriante, puso su mano en mi otro hombro apretando este y su mirada se hizo más intensa, sus ojos cambiaron de color, rojos con motas violetas destellando rabia hacia mí.
—¿Tú vas a decirme que puedo hacer, niño?— los presentes miraban la escena en silencio, mi mirada se clavó en la suya— ¿Por qué no traes a Ian y hablamos realmente?
Ian.
Ese mountruo en mi interior de a poco despertaba cuando Malcom decía ese nombre, le había escogido un nombre y era un grave error, pero sin darme cuenta perdí la luz dándole paso a la oscuridad, el frío de una oscura habitación dentro de mi ser donde habitaban mis recuerdos oscuros.
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Lebranc, lux et tenebrae
Fantasi¿Quiénes somos? No te conviene saberlo. ¿Edad? Eso no importa. ¿Qué somos? Tendrás que descubrirlo, pero solo te diré tres cosas: Correr no te salvará. Gritar será un desgaste. Quedarte con nuestra familia, tu mejor opción y tu perdición. Portada po...