Capítulo 37

45.6K 2.7K 379
                                    

(Adam POV)

-Mierda.

Maldigo a mi mismo y a mi estúpida capacidad para cagar cualquier situación.

Al colgar el teléfono en el cual Emma me dejó escuchando la línea sonar, regreso al gimnasio para continuar la conversación que mantenía antes.

-Llamaste a tu madre? - pregunta Ivánok, el viejo que administra las apuestas en el lugar con una sonrisa burlesca que deja entrever las prótesis de plata entre sus dientes.

-Limítate a pagarme mi dinero.

Él no deja de sonreír para hablar nuevamente.

-Mierda, es cierto, tu mamá está muerta... Al igual que tu carrera por aquí.

No logro contenerme y lo levanto del patético escritorio que nos separa y lo tomo por el cuello de la camisa para tenerlo al mismo nivel que mi mirada.

-Escucha imbécil, creés que tengo algún miedo de ti o algo parecido?

Puedo escuchar los pasos de su seguridad acercándose, pero él los detiene con un movimiento de su mano, cuál perros adiestrados.

-¿Piensas que me aterras? - su acento es notorio una vez que comienza a hablar con pausas. -Déjame explicarte una vez más que función cumples en éste lugar.

Toma mis manos y se las quita de encima mientras se sienta nuevamente.

-Eres un idiota muchacho imprudente que saqué de las calles para entrenarlo y que trabajara para mí. Un simple y común tonto al que le apasiona darse de hostias con otros.
No eres especial. No eres la octava maravilla del mundo. Eres tan insignificante como todos y cada uno de las escorias que trabajan aquí. Ni siquiera tu propia madre se molestó en darte un nombre antes de desaparecer de tu vida.
Eres una simple niña llorona bajo todos esos músculos, que no tiene los suficientes huevos para golpear a alguien de su tamaño.
O me equivoco Blake?

Puedo sentir mis nudillos pálidos en mis manos, conteniendo las ganas de azotar su horrible cabeza rusa en la ventana tras él, cada palabra que dice mi mente la guarda en lo más profundo de mí, haciendo que poco a poco salgan a flote algún que otro recuerdo de mi pasado.

-Deja de ser un estorbo y concéntrate en hacerme ganar dinero. Te lo dije una vez y lo haré una vez más... Haz tu puto trabajo y cierra la boca.

En cuanto termina de hablar su mirada pasa de mí y actúa como si ya me hubiese ido.

Doy la media vuelta y camino a la salida, no sin antes decir.

-Quiero mi puto dinero Ivánok.

Y me voy por la puerta dejando atrás a la única persona que respeto medianamente.

Bajo las escaleras y unas cuántas chicas me miran como si fuese un bistec.

-Hola Demonio... - hablan al unisono sobre los parlantes del lugar.

-Chicas.  - respondo sin mirarlas y continuo mi camino.

Había alguna que no se veía nada mal, probablemente en otros tiempos hasta consideraría dejar que tuviéramos una conversación, pero todos mis sentidos están a los pies de una pelirroja que creí jamás vería nuevamente.

Salgo del gimnasio entre el barullo de la afición, en el estacionamiento un Porsche blanco hace el iris de embestirme y yo me aparto del camino rápidamente.

-¿Cuál es tu problema imbécil? - digo gritando y acercándome a la puerta del conductor.

Bajan la ventanilla y me empiezo a plantear la idea de que soy enemigo de la unión soviética.

Solo Llámame Adam [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora