Capítulo 1- Perdida

78 20 18
                                    

Calma, respira, no puede ser tan grave, llevaba repitiendo esta frase las últimas horas, pero no estaba funcionando, nada estaba bien, y yo definitivamente no estaba calmada. Estoy en un capítulo de mi vida que parece no tener final, la vida tiene un problema personal conmigo. Tengo veinte años, debería de estar disfrutando de la que se supone es la mejor etapa de la vida, pero estoy aquí sentada viendo como caen unas pocas gotas de lluvia en un parque solitario, sintiéndome miserable. 


Tengo más deudas que años de vida, mi papá acaba de ser diagnosticado con una enfermedad que lo dejará sin poder moverse en unos años, llevo semanas buscando un trabajo para poder pagar la universidad y ayudar un poco con los gastos a mis padres, pero en ningún lugar parecen querer contratar a alguien sin nada de experiencia, y estoy tan sola que duele reconocerlo.


Cuando era pequeña me gustaba pensar en un futuro donde todo fuera según mis sueños, con una familia perfecta, una carrera exitosa y una gran casa con un perro, ahora con mis pocos años de vida, la vida me ha enseñado a dejarme de tantos sueños, cuando más alto vuelas y más esperanzas tienen más dura es la caída, que cuando siembras no siempre cosechas, que perder es más común de lo que uno se imagina y cuanto más pasa el tiempo la parte bonita y sincera de la persona muere, no precisamente porque las personas lo decidan, sino por las decepciones que si bien nos enseñan tanto también nos cambian y se llevan la confianza, el amor y las ganas de seguir soñando.


Hay algo que pensaba constantemente cuando terminaba de leer algún libro de amor y estaba en mi momento más vulnerable "no hay nada que no se logre si uno de verdad quiere lograrlo", pero ahora veo que el deseo y el esfuerzo no siempre es suficiente y que los finales felices solo existen en los libros y en las películas. A mi solo me queda aceptar mi mala suerte y buscar alguna solución que no me hunda más. 


- No debería una mujer tan bonita estar sola en un lugar como este a estas horas, ¿estás perdida? - Y hablando de mala suerte, solo esto faltaba, que un desconocido quiera robarme los dos billetes que tengo para regresar a mi casa. Al menos puedo decir que es un ladrón muy atractivo.


Tardo algunos segundos en reaccionar y salir a correr, pero como en todo este tiempo ejercitarme siempre esta en la última posición en mi lista, el ladrón no tarda mucho en alcanzarme, mientras yo tratando de ver que tanta ventaja tengo, caigo de rodillas al pavimento. Cierro los ojos, escuchando como el ladrón y me preparo para intentar conciliar con él para que acepte mis dos billetes y me deje ir.

- ¿Estás bien?, no voy a hacerte daño, no quería asustarte- abro lentamente mis ojos, aquel hombre me observa con algo de preocupación y me tiende su mano para ayudar a levantarme, pero la rechazo, y me levanto con la poca dignidad que me queda. 


-¿Qué te pasa?, ¿qué clase de ladrón eres?, te voy a dar mi dinero, que por cierto no alcanza para nada, deberías de elegir mejor a tus víctimas y evaluar tus métodos, pero no te me acerques o voy a comenzar a gritar - Tiró el dinero a su cara y empiezo a correr otra vez, dejando atrás sus gritos, pidiendo al cielo no caerme de nuevo. 

 
- Espera, no soy un ladrón, no quiero tu dinero. Me dio curiosidad verte en este lugar a esta hora, de verdad lo siento.


- ¿Qué quieres idiota?, deja de seguirme, voy a llamar a la policía. 


- Solo quiero entregarte tu dinero, y ver que estés bien tuviste una caída muy fuerte. Soy Martín, soy músico, trabajo a pocas calles del parque donde estabas sentada, no es muy común ver personas a estas horas de la noche en ese lugar, sentí mucha curiosidad cuando te vi, y creo que pensé en voz alta, no era mi intención hablarte. 


Esto cada vez es más extraño, ahora resulta que el ladrón no es ladrón, pero si un loco acosador que no puede controlar sus pensamientos.

- Gracias por devolverme el dinero, ahora, por favor, deja de seguirme. Pasaron unos minutos, y al ver que ya nadie estaba a mi lado, pude soltar todo el aire que tenía acumulado. Esto seguro sería una anécdota para el futuro.

- Podrías caminar más lento bonita- Volví a ponerme alerta, esto ya estaba asustándome, debía encontrar a alguien o llamar a la policía, sabrá Dios que quería este loco. 


- Mira Mateo, Matías o como te llames, realmente me estás asustando, te pido disculpas por confundirte con un ladrón, pero ya quítate de mi camino.

Me decidí a mirarlo a los ojos, reparé unos segundos en su rostro y luego di una mirada rápida por su cuerpo. Podría estar loco, pero era el hombre más atractivo que había visto en mi vida, con unos ojos azules impresionantes, y una sonrisa que en otro momento podría derretirme por completo.


- Soy Martín, solo quiero ayudarte y acompañarte a tu destino para que llegues a salvo.


- No creo que puedas ayudarme, a menos que tengas dinero para prestarme o puedas darme un trabajo.


- ¿Qué tipo de trabajo buscas?, creo que puedo ayudarte.


- La verdad no soy exigente, mientras no sea algo ilegal o indecente, esta bien para mí.


- Entonces estás de suerte bonita, en el bar donde canto algunas noches están buscando una mesera, no es el mejor trabajo, pero no es nada ilegal o indecente. Puedes anotar la dirección y pasarte mañana, si dices que vas de mi parte seguro te contratan.


Saque mi celular aún con la desconfianza de que fuera un ladrón y anote la dirección del supuesto bar, no considero que sea una buena idea ir, pero aún así mis dedos parecen tener vida propia mientras escriben lo que dice el loco de ojos hermosos. 


- Gracias Martín, quizá me pasé mañana. Ya cumpliste tu objetivo, ya puedes dejar de seguirme. 


- Esta bien, espero verte pronto y que se solucione tu problema- Me sonrió nuevamente y se quedó en el mismo lugar.


Volví a caminar nuevamente, volteando por momentos para comprobar que no me seguía, el plan inicial era tomar el autobús, pero ya había dejado pasar el último, no me quedaba más remedio que confiar en mis torpes pies para llegar a casa. Cuando estaba a punto de abrir la puerta, lo vi de nuevo al otro lado de la calle. 


- Un placer acompañarte, buenas noches bonita. 


Entre a mi casa procurando no hacer mucho ruido, seguramente mi mamá ya estaba dormida y no quería despertarla y tener que contarle que aún no tenía una solución.

Dormir parecía ser lo más razonable para olvidar por un momento todos los problemas, pero simplemente no lo conseguía, así que me dedique a pensar en lo idiota que estaba siendo, compadeciéndome por mi realidad, no podía seguir pensado en lo mucho que estaba perdiendo, tenía que encontrar un lado positivo.


De repente llego a mi cabeza la imagen de Martín, observe la dirección que me había dado, ya tenía mi decisión.

Una canción de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora