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El día tan esperado llego... mi boda.

Mi vestido me tenía embobado hasta a mi, era hermoso, el maquillaje ni que decir y mi cabello se veia fabuloso.

Ya era la hora y todo estaba listo, mientras iba en la limosina con mi cuñada, mis manos sudaban y estaba muy nerviosa, le había pedido a ella llevarme al altar ya que no tenía ni a mi madre ni a mi padre conmigo.

Al llegar a la Iglesia Cristina me llevo hasta Henry y mi corazón se quería salir al verlo llorar de emoción, amaba a este hombre...

Por supuesto que ambos dimos el si frente a la Iglesia y ya al fin podíamos decirnos marido y mujer.

Mientras estábamos en la fiesta Henry me pidió hablar y lo seguí.

Que pasa amor -sonreí mirandolo-

-Henry-
Ahora que estamos casados debo confesarte algo... el día antes de conocerte tuve un sueño muy extraño en el que yo era un secuestrador y tu

La secuestrada -termine por el a lo que el me miro asombrado-

Creo que ambos -tuvimos el sueño murmuró algo confundida-

Lo importante es que ahora estamos juntos y no es un sueño -sonrio y volvimos a la fiesta-

Mientras hablábamos solté una risita recordando aquella vez que en mi sueño el dijo que sería su esposa y pues asi fue.

Lo mire a los ojos y el pareció leer mi mente.

-Henry-
Te dije que serias mi esposa

Sonrió mientras lo miraba y en ese momento me di cuenta que no importaba si eran vidas pasadas, si eran cosas pendientes por vivir o si era algo que no podíamos explicar, estábamos casados y yo amaba a este hombre porque sin importar que gracias a ese sueño el siempre será mi síndrome de estocolmo, mi esposo.

                             Fin

Mi síndrome de estocolmo o solo mi jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora