II

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— ¡Kunikida-kun! — Dazai exclamó, saliendo de su ensoñación cuando vio que su colega era encerrado en una habitación.

Se apresuró en su dirección, mas no fue capaz de acercarse, cuando en el momento que dió un paso, el mundo comenzó a desdibujarse y en un segundo, cambio su entorno hasta volverse un espacio vacío en tonos violetas.

— Tsushima Shūji.

— ¿Quién eres tú? — Dazai se volvió hacia la joven, mirando con ojos amenazantes — ¿Qué pretendes?

— No tienes porqué preocuparte por tu amigo. Él estará bien.

— No evadas mi pregunta.

Dazai se acercó hasta estar a un par de pasos de la chica. La diferencia de altura francamente debía ser intimidante, pero la niña no parecía inmutarse. Al menos en lo que su expresión corporal dejaba ver, porque su rostro era cubierto por la máscara blanca que le daba un aspecto completo bastante inquietante.

— Pediste un deseo, Shūji — la chica dijo con voz suave —. Estoy aquí para cumplirlo.

— ¿Qué quieres decir? — preguntó con recelo — Y deja de llamarme así. Es más, ¿Cómo sabes ese nombre?

No obtuvo una respuesta verbal, pero a su alrededor, el ambiente comenzó a cambiar. Ahora era un espacio tapizado de tonos claros y cubierto de cascadas de agua que no caían a ningún lado, sólo flotaban a la deriva.

— El poder de las emociones es bastante fuerte. Disfruta tu viaje, Osamu Dazai

Y entonces el agua lo alcanzó.

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— ¿Está muerto?

— No digas tonterías, Katsumi. Odasaku no lo hubiera traído de ser así.

— ¿Entonces que le pasó, Kosuke?

— No tengo idea.

— Quizá Odasaku lo besó y se desmayó.

Dazai escuchó las risas de tres voces infantiles. Su cuerpo se sentía pesado y somnoliento. Quería abrir los ojos y a la vez quería dormir para siempre. ¿Qué había pasado? Más importante aún ¿Era su imaginación de un sueño pesado o escuchó el nombre de Odasaku? De hecho, ahora que analizaba bien, las voces se le hacían familiares.

— No lo abrumen — una cuarta voz y está la reconocería en cualquier lado —. Dazai necesita descansar y que le den espacio.

"Abre los ojos" — Se dijo a sí mismo

— Tal vez Dazai-nii necesita un beso de amor para despertar — una quinta voz. Está era una niña pequeña —. ¡Así como la bella durmiente!

— Se oye lógico para mí — una sexta voz. Un niño tímido que reconoció de inmediato.

— Niños — No hizo falta que abriera los ojos, podía ver a Oda negando suavemente ante las ocurrencias de sus hijos.

— Odasaku — murmuró apretando más los ojos antes de abrirlos lentamente mientras se colocaba en una posición sentada.

— Dazai. 

Al acostumbrarse a la luz, Dazai finalmente pudo comprobar las voces de quienes escuchaba y se sintió abrumado por la cantidad de pensamientos y sentimientos que lo invadieron. Eran ellos. Odasaku y sus hijos. ¿Cómo era esto posible? ¿Murió, acaso? Lo último que podía recordar era separarse de Kunikida y estar en esa habitación extraña… con esa chica extraña…

Mira al cielo y pide un deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora