Capítulo 1: Fenrir

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Como mis hermanos, todos somos diferentes, a pesar de ser de un mismo padre y de una misma madre.

A pesar del tiempo, aún recuerdo el rostro de mi madre, era una giganta y su nombre era Angrboda; también recuerdo la de mi padre, y la de mis hermanos. No sería difícil olvidarse que tienes dos hermanos menores tan característicos.

Yo fui el primero en nacer, y a pesar de ello, era el más pequeño, claro que a Hela le fascinaba eso, un lobo que no hacía da más que ser abrazable para una niña; y que al mismo tiempo, los protegía a todos.

El segundo en nacer fue Jormugander, es más grande que nosotros, básicamente una enorme serpiente capaz de rodear todo Midgard.

Por último está Hela, nuestra pequeña hermana. A diferencia de Jormugander y yo, ella aparentaba más a una humana común, o al menos la mitad de ella. Por un lado era una hermosa niña, por el otro, reflejaba la muerte en vida. Maté a cada ser que le demostró la expresión de asco o de miedo.

Vivimos con nuestra madre por un corto período. Luego de eso, apareció Odín "Padre de todo", al parecer, ese viejo tuerto vio que éramos una verdadera amenaza para el mundo de los dioses en el futuro.

En ese tiempo, solo éramos tres niños asustados que habían sido separados de su madre por un extraño, que habían sido llevados lejos de su hogar, y que habían sido separados sin entender lo que ocurría.

A mi hermano Jormugander, era tan grande, que con lo que seguiría creciendo, no habría jaula que pudiera contenerlo. El viejo optó por lanzarlo al océano que rodeaba Midgard.

A mi hermana Hela, le dieron la oportunidad de regir el inframundo en las profundidades de Niflheim, bajo las raices de Yggdrasil. Por ella es que ese lugar se llama Helheim. Estaba muy feliz de quedarse ahí.

Y en cuanto a mí, decidieron dejarme viviendo entre los dioses en Asgard. A simple vista, no parecía más que un cachorro asustado, "tierno" y una potencial "mascota" de los dioses. Pero el gusto les duró hasta que comencé a crecer cada vez más y más. Entonces comenzaron a temerme y empezaron a buscar una forma de encerrarme; pero todo era inútil. Cadena que me colocaban, cadena que rompía sin la necesidad de utilizar mis colmillos.

El único que se atrevía a acercarse a mí era Tyr. Era el único que no me temía. El único de entre todos los dioses, que pude considerar como mi "amigo". Pero hasta el mejor de tus amigos puede traicionarte, es por eso que me tragué su mano. Confié en él, y terminé con esta maldita cadena que no se rompe amarrada al cuello.

Algún día romperé estas cadenas que me mantienen cautivo; y lo primero que haga, será matar al "padre de todo", seré yo quien de muerte a Odín.

Hasta entonces, me mantengo recordando el pasado, acumulando rencor y odio, buscando la mejor manera de vengarme por lo que nos hicieron, esperando que el día del Ragnarok llegue.

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