ー Que sí... ¡Qué ya te he dicho que estoy bien, Lena! ーexclamó exasperada Marina.
Llevaba al menos 20 minutos siendo regañada por su amiga, que al parecer estaba preocupadísima por el hecho de que su compañera de piso no hubiera aparecido la noche anterior.
Además, se había puesto aún más histérica tras saber la razón de que eso hubiera ocurrido. Digamos que, desde dónde yo estaba (a dos metros del teléfono móvil por el que hablaba), pude oír las palabras "le voy a pegar una paliza" y "cuando le vea le voy a retorcer el cuello hasta que muera asfixiado".
Sí, al parecer la tal "Elena" era un tanto agresiva si se lo proponía.
ー Venga, nos vemos en media hora, ¿vale? ーDijo al cabo de un rato. Al parecer había logrado calmarla.ー Sí, no te preocupes, andaré con cuidado... Hasta ahora... ーse despidió finalmente, soltando un suspiro de alivio mientras se sentaba junto a mí en el sofá.
Por primera vez en la última media hora, el piso quedó en completo silencio.
Dirigí mi mirada hacia ella, observando su rostro tranquilo, con los ojos cerrados.
Cómo no, aquel momento de tranquilidad se vio interrumpido por mi molesto amigo.
ー ¡Hey chicos! ¿Queréis veniros a dar una vuelta?
ー Me encantaría, pero tengo que irme ya la residencia, si no Lena me va a matar...ー suspiró, cansada.
ー ¿Te llevo? ーMe ofrecí, ya que no quería que fuera sola.ー Mateo me puede dejar su coche, ¿verdad que sí?
ー ¡Claro! ¡Ningún problema! ーDijo Mateo, sonriente.
ー ¿Estáis seguros? No quiero seguir molestando...ー susurró ella, con la mirada fija en el suelo.
ー ¡No es ninguna molestia! ーAseguré.ー Así a provecho a usar su coche, que el muy egoísta no me lo presta casi nunca... ーañadí, guiñándole un ojo.
Ella soltó una risita antes de aceptar.
ー ¡De acuerdo! ¿Salimos ya?
ー Espera un momento a que coja mi chaqueta, y salimos ーrespondí, con una sonrisa.
De repente, me di cuenta de algo.
ー Oye, ¿no vas a pasar frío?
Y es que era cierto, aún siendo mediados de septiembre, hacía bastante frío en la calle, y ella iba vestida solamente con unos shorts negros y una camiseta de manga corta.
ー Sí, bueno, digamos que se me olvidó la chaqueta en la cafetería en la que pasé la tarde ayer... ーdijo, apartando la mirada avergonzada.ー Soy muy olvidadiza, ¿sabes?
ー Bueno, no te preocupes, a todos nos ha pasado eso alguna vez... Ya te presto yo una sudadera mía para el camino.
ー Gracias, en serio, no sabes cuánto te agradezco todo lo que has hecho por mí.
Sonreí.
ー No te preocupes, es un placer ayudar.
Entré a mi cuarto y me aproximé al armario, sacando de este una chaqueta vaquera para mí y una sudadera negra para ella.
ー ¿Esta te parece bien? ーle pregunté, mostrándole la sudadera.
ー ¡Perfecta! ーexclamó mientras se la ponía.
Me eché a reír cuando la vi con ella puesta, y es que, debido a la diferencia de altura, esta le quedaba exageradamente grande, escondiendo totalmente sus manos y llegándole hasta la mitad de los muslos.