-Soy lesbiana.
Lau se me quedó mirando, como si mis palabras no la hubieran convencido por completo.
-¿No piensas decir nada? -volví a hablar entonces.
-Espera, ¿era en serio?
-¡Sí, Lauren, es en serio!
-¡Oh my god! -exclamó la morena. A veces me pregunto si de verdad esas expresiones en inglés le salen espontáneas, o si sólo las usa para resaltar todo lo que su apariencia dice a gritos que es: una niña rica y pija. Aunque a decir verdad... yo tampoco soy muy diferente.
-¿Ya, eso es todo? Por dios Lau, eres mi mejor amiga -forcé una sonrisa, intentando restarle importancia al asunto -, me esperaba algo más como: ¡Tranquila Sophie!¡Yo te apoyo! -giré los ojos, bromista.
-¡Por supuesto que te apoyo, imbécil!¡No te atrevas a cuestionarlo ni por un segundo! Es solo que... estoy en shock ahora mismo.
-Tómate tu tiempo.
-Espera, hay muchas cosas que tienes que contarme.
-¿Eh?
-Pero antes, esto requiere de un snack. No te muevas, iré por unas Pringgles abajo, ahora vuelvo -se marchó a toda prisa, dejando la puerta del cuarto entreabierta.
Aproveché mis escasos minutos a solas para caminar de un lado a otro de la habitación. La ansiedad me atacaba, pero al mismo tiempo sentía como si me hubiera desecho de toneladas de peso. Mis hombros se sentían más ligeros.
Gracias a dios Lauren se lo había tomado bien. A juzgar por su tierna cara de sorpresa, seguida de ese brillo en sus ojos, tal vez hasta la emocionaba la idea.
Su habitación estaba impecable, incluso cuando llevábamos ya horas en una pijamada privada, solas nosotras dos, todo seguía en perfecto orden.
Me acerqué hacia la pared contraria a la puerta, donde Lau tenía una repisa de alguna madera preciosa que no supe reconocer, pero obviamente, debía ser espantosamente cara. Alto hasta tocar el techo, y amplio hasta casi golpear el aire acondicionado al otro lado. El mueble estaba destinado a exponer la colección de muñecas barbie de Lauren, una colección gigante. Serían en total unas cincuenta muñecas de silicona con despampanantes vestidos, todas luciendo perfectamente femeninas. Lau las conserva como un dulce recuerdo de la infancia. Cuando eres tan solo una niña, y tus padres tienen una fortuna, gastársela en jueguetes costosos no parece tan mala idea.
-¡He vuelto! -oí la voz que me llamaba a mis espaldas. Cuando me volteé, divisé a mi mejor amiga tomando asiento una vez más en la alfombra y abriendo un frasco de lo que parecían papitas. Ella no las comería por su estúpida dieta, la cual no necesita para nada pues es muy delgada y hermosa. Seguro las trajo solo para mí, pero a decir verdad a estas horas no estoy ni mínimamente interesada -¡Venga!¡Siéntate!
Asentí callada.
-Dime, ¿cuándo te diste cuenta?¿Se lo has dicho a alguien más?¿Lo saben tus padres?
-Desacelera, una cosa a la vez.
-Lo siento, lo siento.
-No estoy segura de cuando me di cuenta. Supongo que en el fondo siempre lo supe. Pero...
-¿Pero?
-No lo sé. Supongo que nunca me sentí cómoda de decirlo en voz alta antes. Vivimos en una sociedad muy perjuiciosa, Lau. Desde que era una niña siempre me preguntaban por si tenía novio... nunca nadie preguntaba si tenía novia. Y así, una serie de sucesos que hicieron que inconscientemente me fuera creando la falsa idea de que ser lesbiana no debía ser normal, al punto de querer convencerme de que no lo soy.
-Wow -dijo seria.
-¿Qué?
-Eso ha sido intenso. Te pones heavy cuando te lo propones amiga -se bufó de mí, pero sé que no lo hizo con mala intención. Por lo general esa suele ser su reacción cuando hablamos de temas muy serios. Según ella: «con humor todo sienta mejor»
-¿Me aplaudes o me lo tengo que hacer yo? -le seguí el juego.
-No te lo creas tanto.
-¡Bravo Sophie, bravo! -me auto-adulé mientras daba palamadas mudas, para no despertar a nadie en la mansión. Johan Lust, el medio hermano de Lau, dormía en la habitación justo de al lado.
-Eres un caso social.
-Lo soy -proclamé orgullosa, lanzando mi sedosa melena rubia hacia atrás.
-Oye, ¿y que hay de tus padres?¿Lo saben ellos?
-Eres la primera en enterarse -negué con la cabeza.
-Aww -dijo, aparentemente conmovida.
-Deberíamos irnos a la cama, mañana tenemos instituto.
-De hecho, es la 1:00 a.m. así que técnicamente hoy, en unas horas, tenemos instituto.
-Aún peor. Tenemos mates en la primera hora, no quiero buscarme un problema con el profesor Cullen por dormir en clases.
-¡Agh!¡Maldito instituto! -se quejó -¿Cuál es el objetivo de ir de todas formas? Si al final nuestros padres pueden costearnos la universidad.
-Dices eso pero con tus notas fácilmente te aceptarían en cualquier lado -la miré de reojo mientras me acomodaba en mi esquina de la cama matrimonial en la que ambas dormíamos. Divisé como Lau safaba su brassiere, de espaldas a mi, y se ponía su bata rosa de dormir. No esperaba que después de la conversación que acabábamos de tener me siguiera tratando con la misma familiaridad. Digo, no me molesta, pero ¿acaso no se siente incómoda desnudándose frente mío ahora que sabe que soy lesbiana? Definitivamente Lauren ve en mi una hermana sin importar lo que haga, aún cuando a mi me gustaría que fueramos otra cosa...
-Por cierto -mencionó, justo antes de ponerse el antifaz con ojos de gatito que usa para dormir -, se lo tienes que decir a tus padres. Merecen saberlo.
-De acuerdo -me encogí en posición fetal, dejándome calentar por la colcha.
-Sin presión.
-No, no pasa nada. Mañana mismo cuando vuelva a casa pienso decirles.
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Like GIRLS
Short StoryAhora mismo soy como un zombie. No tengo expresión. No tengo ningún tipo de brillo en las pupilas. No parpadeo. A duras penas respiro. Ser lesbiana no es algo malo... ¿O sí? Siento mis emociones desvanecerse una a una, hasta que solo queda el miedo...