Capítulo 8

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El nombre «Lost» en la firma me dejó perpleja.

¿Cómo le explico a mi mejor amiga que su medio hermano está enamorado de mí? Rara vez me cruzo con Johan como para que él desarrollara sentimientos tan fuertes. ¿A lo mejor todo eran solo palabras vacías?. Como quiera que fuese soy lesbiana, no podríamos estar juntos.

Pero no tiene sentido que mi mente se engañe a si misma. La cruda realidad es que yo no lo amo a él, sino a su hermana, mi mejor amiga.

Disgustada por mis conflictos internos sin sentido, salí del restaurante para encontrarme a Uquio recostado a un Ferrari negro.

-¿Te apetece dar una vuelta en este bebé? -me giñó el ojo. Simplemente desagradable.

-No, gracias, llamaré a mi chofer para que me lleve a casa -forcé una sonrisa.

-No vendrá.

-¿Qué? -exclamé mientras me apartaba el iphone de la oreja.

-El señor Ellourne dijo que me acompañarías hoy. ¿Olvidó mencionártelo?

-Apuesto que lo hizo -musité.

¡Maldito seas, padre!

-Tenemos una habitación de hotel esperándonos.

-¿Dormiremos juntos? -vociferé, sin molestarme en disimular mi histeria -. ¿En la misma cama?

Se carcajeó sonoramente.

-Supongo que sí -dejó salir.

Tras tragar en seco, entré a su coche. Me abrió la puerta, como el caballero que tanto se esfuerza en aparentar ser.

El viaje lo pasamos callados. Me miró varias veces por el espejo retrovisor, a la vez que se mordisqueaba el labio inferior. Traté de ignorarlo lo más que pude.

La recepción del hotel era espectacular, pero el cuarto era apretado aunque no perdía el toque atractivo que lo hacía tan alto de precio.

Inspeccioné los alrededores con mis ojos pero no había mucho que admirar. Mínimo, la cama parecía cómoda.

Unos brazos reposaron en mi vientre, y pude sentir como me abrazaban desde atrás. Tanta cercanía me ponía de los nervios.

Me giré para tenerlo de frente.

Uquio era mucho más alto que yo, al punto de ser intimidante. Observé sus ojos con detenimiento. Estaban clavados en mi discreto escote.

Casi que por instinto puse las manos sobre mi pecho intentando taparlo.

-No -dijo él, y deshizo mi intento de ocultar mi feminidad.

Me besó en los labios sin ningún tipo de delicadeza. Impuse tanta resistencia como pude, pero su lengua babeando mi rostro era tan asquerosa que preferí dejarlo entrar. De inmediato me arrepentí.

Nuestras lenguas se enredaron a la fuerza. El beso sabía ácido, deplorable.

Estaba tan asqueada que podía vomitar en cualquier momento. Intenté apartarme, pero sus manos tomaron mi cabeza y me acercó de nuevo.

No debo resistirme, padre me mataría...

Deslizó sus dedos ágilmente por mi espalda hasta detenerse en mi trasero, y lo estrujó con tosquedad.

-¿¡Qué haces!? -me separé exaltada.

La sonrisa que me dedicó no se parecía en nada a las anteriores. Esta era siniestra, llena de lujuria. Escalofriante.

Me cogió por el brazo y me hizo tocar su enorme miembro erecto.

De inmediato retrocedí asustada.

-¡No vamos a hacer eso! -exclamé.

Él me ignoró por completo. Arremetió contra mí y me inmovilizó entre sus brazos, mientras intentaba besarme fallidamente. Más bien estaba babeando mi rostro de nuevo. Mordisqueó mi cuello y me hizo un par de chupones.

Yo gritaba a todo pulmón. Primero obscenidades, luego le supliqué que se detenga. Por último clamé por ayuda.

Me tapó la boca para ahogar mis chillidos.

-No hagas tanto ruido, no queremos que los del hotel se enteren -dijo. Acto seguido me lanzó abrupto a la cama.

Abrió su camisa de golpe, rompiendo todos los botones, como la bestia que es.

Percibí el pelo púbico que sobresalía de su pantalón, y también en sus axilas. Sus pezones pequeños y negros, y su inminente panza cervecera, todo en él me repelía.

Se lanzó sobre mí. Pude sentir todo su peso, el hedor de su cuerpo no tan limpio como yo creía, y como su boca atrevida chupaba una de mis orejas.

Una lágrima se deslizó por mis rostro.

-Es importante que hagamos esto -me susurró -. El señor Ellourne lo dijo.

Se puso a horcajadas encima mío, y bajó el cierre de su pantalón.

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