Escucho el timbre desde la planta de abajo así que me pongo las pantunflas mientras pongo el separador en el libro que estaba leyendo: "Sherlock Holmes", realmente amo a Doyle por haber escrito esos relatos, cada vez que los leo me intrigan igual que la primera vez que los leí. Abro la puerta de mi dormitorio y esta rechina, debo recordar ponerle aceite. Camino por el pasillo frotandome los brazos pues de la nada se siente el ambiente más frío y mi delgada y suelta blusa de gasa no ayuda mucho. Bajo las escaleras rápidamente y doy mi salto acostumbrado desde el segundo escalón, corro hacia la puerta y abro. No hay nadie, lo único que veo es al perro de la vecina orinando sus rosales así que cierro la puerta de un golpe. Camino hacia las escaleras dispuesta a seguir con la lectura de mi apreciado Holmes, pero escucho un ruido desde el jardín y después rápidos golpes en la puerta de atrás, así que voy a ella, fastidiada por no poder ir y encargarme de ese libro. Paso a la cocina y veo una caja de galletas Oreo sobre la mesa, nota mental: comer galletas con helado después de atender al fastidioso que toca la puerta. Si, las galletas Oreo con helado son adictivas para mi. Abro la puerta y...