Labio partido

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"¿Te parece si hablamos de tu apariencia?" preguntó la mujer sentada en el sillón. Miraba fijamente a Perrie.

"¿Qué hay con mi apariencia?" dijo la oji-azul.

"Dime." hablo la doctora. "¿Por qué elegiste el cabello de color rosa?"

"Porque nadie en mi escuela lo llevaba así." respondió la rubia. Se notaba en la forma que hablaba que no deseaba estar allí.

"¿Y por qué esa es tu excusa?" dijo la psicóloga confundida.

"Porque quería estar diferente a..." ella suspiró tirando su cabeza hacia atrás en su sofá. "Diferente a todas las demás estúpidas de mi escuela." dijo ocurrente, volviendo su vista a su medica. "Es todo."

La mujer bajó su vista al oír esa respuesta tan inapropiada.

"Escucha..." comenzó a hablar dejando su libreta a un lado mirandola finamente.

"Oiga, es la verdad." dijo Perrie enfatizando con los brazos a la defensiva.

"Escucha." volvió a repetir la psicóloga. "Ese comentario no era necesario. Y lo sabes, Perrie." dijo. La pelirosa la miró en silencio y apoyó la espalda en el respaldo del sofá de piel negra. "Es nuestra tercera sesión, y lo único que has hecho hasta ahora es insultar a las personas que te rodean."

"Señora, con todo respeto." dijo Perrie enderezándose. "Yo no le agrado, usted no me soporta, y sabe que el sentimiento es mutuo." la doctora levantó sus cejas. Perrie siguió hablando exaltada. "Así que, ¿Por qué no me firma el maldito alta y ambas nos libramos de estas sesiones tortuosas."

La mujer la miró en silencio. Perrie ya se había calmado. Sólo sus respiraciones calmadas se oían en el consultorio. Ninguna de las dos bajaba la mirada. La pelirrosa esperaba que la doctora siguiera aquello que ella había pedido. Y la mujer habló.

"Tú sabes porque estas aquí, ¿Cierto?"

Perrie rodó sus ojos y suspiró decepcionada.

"Oh vamos." dijo sonriendo sarcásticamente.

"Atropellaste a una persona, Perrie."

"¿Acaso usted también quiere recordármelo?" preguntó enfadada. "¡Porque últimamente eso es todo lo que hacen las personas que me rodean!"

"Estas fuera de control."

"¡Por favor!" dijo ella calmándose. "¡Si, estaba ebria! Dígame, ¿Qué adolescente no se pone ebrio hoy en día?"

"No todos los adolescentes ebrios se suben a un coche y conducen en mitad de la madrugada." contraatacó la psicóloga.

"Podría pasarle a cualquiera." dijo Perrie sin importancia.

"La verdad es que si todo el mundo cometiera tus irresponsabilidades, la raza humana desparecería." dijo la doctora, saliéndose de sus limites para calmar a la joven. Esta se mantuvo en silencio. "También sabes que tu escuela te envió aquí porque le rompiste la mandíbula a una de tus compañera de clase."

"Es una idiota." repuso la oji-azul.

"¡Eso no interesa!" dijo la mujer. "Siempre en la vida te encontrarás con gente que te caerá mal. Tal vez llegues a odiarlos." dijo tratando de hacer entender a la joven. "Pero no puedes ir haciendo idioteces por la vida."

La psicóloga había descubierto que hablando cordialmente con la chica, no serviría. Y usando su mismo 'lenguaje' la entendería mejor.

"Asi que si cada una ponemos de nuestra parte, ambas acabaremos esto rápido." concluyó la mujer.

Perrie asintió. Estuvieron otros segundos mirándose. Y sus ojos se llenaron de lágrimas de repente.

"Ella..." dijo con voz quebradiza. Una lágrima rodó por su mejilla,,pero la secó enseguida seguida con el dorso de su mano. "Ella era mala conmigo."

"Y, ¿Esa es razón la darle una paliza?"

"Yo estaba harta." se excusó la oji-azul.

"¿Por qué no hablaste con algún adulto que pudiera ayudarte?" preguntó la doctora.

"Ningún adulto puede ayudarte cuando se trata de maltrato escolar." dijo Perrie cabizbaja.

La pelirosa guardó silencio. La mujer no la hizo hablar. Los minutos pasaron. Y la joven de vez en cuando se sorbía la nariz.

La medica de decidió a hablar.

"¿Qué hay de esa cicatriz en tu labio? ¿Cómo te la hiciste, Perrie?"

Perrie aún se matuvo en silencio. Pasó su lengua humedeciendo sus labios, y allí sintió el relieve de la línea antigua.

"Es mi labio partido." respondió la pelirosa. La doctora asintió.

"¿Tuvo algo que ver con la escuela?" preguntó la mujer de ojos esmeralda. Suspiró con cansancio ante el largo silencio de su paciente.

"Ve a casa, Perrie." dijo al cabo de unos minutos. "Nos vemos la próxima semana."

La joven se levantó así sin más. Salió por la puerta. Pero algo había cambiado en ella esta vez.

Algo pequeño, pero algo.

11th September~(Jade Thirlwall & Perrie Edwards)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora