19
Nero no consiguió dormir, se movió constantemente entre las sábanas y no quiso continuar en la cama. Husmeó a través de las ventanas y las puertas disponibles. Encontró una abierta y aprovechó que todos dormían para salir por ella hacia la calle.
Ese día algunas personas se habían arribado a Ciudad Fortuna, había barcos en la bahía y eso le llamó la atención. A escondidas cruzo la calle y llegó a ellos.
«Eran enormes»
Nunca había visto uno de cerca y le fue interesante. Subió lentamente a través de la escalera colocada en uno de ellos y husmeó entre los distintos fardos cerca. No estuvo tan oscuro y era agradable la brisa que sentía en ese momento. Sintió unas luces y fue cuando tuvo que esconderse entre los barriles vacíos del barco para evitar que lo encontraran.
—¡Ya está listo!
—¡Zarpen! —indicó un hombre cerca de su escondite.
Tembló de miedo.
Ese barco zarparía y no sabía que había hecho. Debía bajarse como sea. Salió corriendo hacia algún lugar que le ayudara a bajar, pero no encontró nada.
«Ya era tarde»
El mar era lo único que percibió luego de varios segundos. Resignado regresó a su escondite y se acurrucó con una manta que encontró cerca.
El amanecer llegó y Nero despertó con un malestar a causa del frío. Había escuchado el sonido de un hombre despertarlo y al instante recordó que la noche anterior había husmeado en un barco y éste había zarpado llevándose al niño lejos de Ciudad Fortuna.
Se levantó lentamente y escucho la conversación de los hombres a su alrededor.
—¿Qué hacemos con el niño? —preguntó uno con cabello blanco producto de la vejez.
—No podemos regresar a Fortuna. Tendrás que llevarlo a la oficina de menores de Redgrave.
—No puedo hacerlo —miró al menor—. Tengo mucho trabajo una vez que anclemos en la ciudad.
Nero los observó con preocupación. Sin embargo, no tuvo más opción que esperar que los mayores decidieran que hacer con él. Al final, cuando llegaron a la ciudad, hicieron que bajara del barco y le dieron de comer. Cuando terminó, uno de los hombres le dio indicaciones.
—Escucha niño, el tal Jeffrey no se encuentra en su oficina ahora. Pero dejé un recado para que te recoja cuando llegue.
El menor asintió lentamente.
—Toma esta dirección y su número telefónico. No la pierdas, si no aparece en una hora. Trata de llamarlo.
—Está bien.
—¿Puedes hacer eso verdad?
—Si.
—¿Tienes dinero?
—No.
—Bien. Te daré veinte. Guárdalos en el bolsillo. Nosotros tenemos trabajo y zarparemos hacia otra ciudad, así que evita perderte a toda costa. —con seriedad el hombre le dio una última mirada y luego se marchó dejando al niño en una banqueta cerca de la iglesia.
Era una ciudad enorme para alguien de diez años que nunca había estado en otra ciudad que no fuera Fortuna. Escuchó a lo lejos el sonido del tren y eso fue muy interesante para él. Había policías en una calle y en la otra algunas personas con mascotas. Muchos vehículos, personas corriendo y jugando. Caminó sin rumbo fijo hasta que el papel que tenía en manos se le escapó y tuvo que correr hacia ella, pero el papel se perdió por una alcantarilla. El sonido de las bocinas lo desorientó y fue cuando no supo qué hacer.
Era ensordecedor el sonido de esa ciudad.
Llegó hasta un parque a lo lejos y encontró a un grupo de tres niños jugando. Todos lo observaron con asombró cuando Nero se les acercó para saber a qué jugaban.
—¡Tu cabello! —indicó uno de ellos consiguiendo que se espantara.
—¡Es bonito! —dijo una niña y trato de tocárselo, pero se apartó.
—Mejor ve con tu madre.
—No sé dónde está —respondió Nero.
—¿¡Enserio!?
—La policía llega a las ocho. Diles de donde viniste y te llevaran de regreso.
—No quiero volver a ese lugar.
—Entonces es tu problema. Nosotros nos vamos.
Pero Nero los siguió y los tres niños se detuvieron al notarlo.
—¿Qué haces?
—No tengo a dónde ir.
—Escucha niño, no puedes seguirnos. Ve con tus padres.
Dio un respiro antes de sincerarse otra vez. Le estaba resultado difícil.
—No sé dónde están.
—Talvez sea huérfano. —comentó la niña.
Nero asintió sin querer, como un reflejo inconsciente.
—¿Cuánto dinero tienes? —preguntó el más grande. Nero se limitó a enseñarles el dinero que el hombre le regaló antes de irse.
—Te dejaremos invitarnos una pizza.
El pequeño Nero solo asintió en respuesta.
20
Nero caminó con el trio de niños hasta un restaurante. Se detuvieron para comprar una caja de pizza en aquel lugar. Observó con entusiasmo la barra y encontró dos copas de helado de fresa. Tuvo intenciones de tomar una copa hasta que la moza lo detuvo al instante.
—Espera, niño —dijo la señorita con minifalda rosa y patines en los pies. Nero se limitó a observarla con timidez. No sabía que era posible que la camarera pudiera llevar las órdenes con patines en los pies sin caerse.
—Tu cabello me gusta—inspeccionó la chica tratando de tocárselo, Nero retrocedió y se escondió detrás de los niños.
Luego de comprar la pizza, trataron de sacar a Nero a escondidas hasta que impactaron en un hombre que se encontraba en la puerta del restaurante.
—¡Dante! —gritó la camarera en su dirección y el nombrado levantó una ceja mientras esbozaba una sonrisa enorme hasta que se fijó en los niños.
—No sabía que era una guardería, Fredi —comentó con burla en dirección del gerente, quién lo observó con irritación y preocupación.
—Muy gracioso, Dante —imitó su gesto— Deja que esos niños salgan por la puerta que no tenemos todo el día y más te vale venir con dinero para pagar tus facturas atrasadas.
—Seguro.
Los niños lo rodearon, salieron tirando del brazo a Nero y fue cuando Dante se le quedó mirando con impresión, no se movió ni un poco, sus ojos parpadearon como su hubiera visto a un fantasma.
—¿Quién es el niño más pequeño? —preguntó al verlos correr hacia la calle, tratando de ver sus siluetas hasta el final.
—No lo sé —dijo Fredi volviéndose hacia el mostrador, pero la camarera se llevó la mano al mentón como si estuviera pensando.
—Su cabello es idéntico al tuyo, Dante.
Dante frunció el ceño con duda.
Él y su hermano eran los únicos con ese tipo de rasgos. Además, la mirada del niño le resultó demasiado familiar. Era como si se tratase de una copia suya.
Palideció.
Le pareció muy trivial aquella comparación y sacudió la cabeza. «Debía de ser solo un parecido» se dijo a sí mismo y para cuando quiso saber hacia dónde se habían marchado los niños ya era muy tarde.
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✔️POWERLESS - DEVIL MAY CRY AU
RomanceVergil ¿Recuerdas lo que papá decía de las princesas? ¡Eh! Siempre buscan a su príncipe y tú no eres uno, hermano. ✓Vergil es un compositor y escritor que desea publicar su primer tomo de poesía con la editorial que heredó de su padre, mientras que...