El Otro Lado Del Amor

7

Miles de preguntas abordaban mi cabeza, pero esta vez no iban a quedarse ahí. Tenía que preguntar y tenía que preguntar ahora.

–Discúlpeme Doctor pero me está asustando– bien, eso no era una pregunta pero era la verdad; no entendía nada de lo que me pasaba.
–No es nada malo, solo ocupo que un cirujano de confianza vaya a atender este caso– su voz seguía delatando los nervios que sin duda alguna tenía, pero eso solo hacía que los míos se revolvieran.
–Entiendo pero, ¿por qué yo?– esa era una de las tantas preguntas que tenía por hacerle.
–Mira Aria, eres la cirujana más disciplinada que he tenido, eres inteligente, no te asusta nada, eres apasionada y te mantienes a raya con el paciente, en pocas palabras eres de los mejores cirujanos que tengo en el hospital y créeme que en este caso eso es lo que necesito, te necesito a ti para que lo atiendas– Esa última frase saltaba de un lado para otro en mi adormitada cabeza así que decidí hacer otra pregunta.
–¿De quién se trata? Es decir, ¿quién es el paciente?– saber eso era algo esencial porque, como se escuchaba, podría ser hasta el mismísimo presidente.
–Es alguien muy importante Aria, alguien que tiene el poder de acabar con todo lo que se le cruce por enfrente– si antes mis nervios estaban colapsados déjenme decirles que ahora estaban en el nivel máximo.–Antes de que hagas otras de tus preguntas, la dirección del departamento de cirugía está en juego; si aceptas será tuya automáticamente.–

Eso era bueno, no, eso era muy bueno pero también era jugar sucio. Recordé a Lisa en todo este mes haciendo turnos que no le correspondían, desvelándose más de lo debido, haciendo cirugía tras cirugía; solo para ganar ese puesto y que yo con medirle la presión a quien sabe qué viejo millonario ganara la dirección, no era lo correcto. Así que la mejor idea sería desistir, pero tenía que informarme sobre las consecuencias de ello.

–¿Qué pasa si le digo que no?– una risa cansada sonó del otro lado del teléfono y eso no hacía nada más que ponerme nerviosa.
–Es difícil para mí, es difícil para el hospital y su prestigio perder a una excelente cirujana como usted Doctora Evans pero, me temo que sino me asiste en esto tendré que despedirla.– Mierda, mi trabajo, mi esfuerzo de este mes, Lisa y nuestro sueño de trabajar en el mismo lugar todo esto se me cruzó por la mente al escuchar aquellas palabras. Estaba entre la espada y la pared. Pero viéndolo bien, esta era la vida de un cirujano, solo tendría que tomar alguna que otra presión a un señor con los triglicéridos elevados, decirle las cosas que no debe comer, anotarle una lista de medicamentos y devolverme a casa, no era para tanto.
–Bien, acepto pero no por el puesto o por el trabajo, acepto porque sanar y salvar a alguien es mi deber como médico. Así que dígame de qué se trata para llevar todo lo necesario. 
–Perfecto Aria y gracias. Bien, se trata de una herida más o menos profunda con arma blanca en el lado izquierdo a la altura de las costillas.
–Me parece bien, defina más o menos profunda.
–Lo suficiente como para no tocar el corazón pero sí para causar una hemorragia.
–Perfecto, sé qué material llevar pero necesito más información acerca del paciente, si es alérgico a algo, la edad, si está al cuidado de alguien usted sabe todo lo que se necesita para controlar una hemorragia y hacer una sutura Doctor.
–Sin duda alguna que lo sé Doctora Evans pero esa información no la tengo yo, el expediente del paciente está con él, así que al llegar al lugar usted puede chequearlo.–

Desde pequeña era desconfiada, había sufrido acoso desde los diez años y si algo había aprendido de la vida era a no confiar en nadie, por eso se me hacía realmente raro todo este asunto, pero era mi jefe y sé que no me pasaría nada con hacer esta tarea sin embargo, no sabía quién era el paciente o si este era de esas personas honorables o un mafioso. Quería hablarle a Lisa y decirle que me acompañara pero dos cosas me lo impedían: 1. ella estaba en el hospital y 2. El acuerdo de confidencialidad que tenía que firmar. Como escuchando mis pensamientos el doctor me dijo: