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tus lágrimas son de coco, tan falsas.
las horas de trabajo, cansan, más si tienes muchas cosas pendientes, pareciera que nunca se terminaría, irritante. El joven holandés solamente tenía que aceptarlo, no podía rehusarse, aunque su ojeras y cansancio, eran evidentes.
Su falta de autoestima era notable, no hablaba de sus problemas con nadie, nisiquiera con su supuesto amigo, "Patrick", no tienen la msima confianza de antes, no después de lo sucedido.
El laborioso trabajo era estar siempre ahí para el noruego, ser su mano derecha, su fiel ayudante, pensó que sería fácil, más nunca lo fue, las actividades lo tenían frustrado.
Sus sentimientos siempre fueron fugaces por el noruego, el lo amaba, pero, no llegaría a decirle, el miedo lo consumía en el simple hecho de pensar ser rechazado.
Tord no iba a corresponderle, o eso creía el, "soy sólo otro simple soldado en este lugar" era su pensamiento más común y el más presente en su cabeza.
Pero esa frustración no duró mucho, Tord siempre notaba esas frustraciones, una que otra vez escuchaba los desahogos de Paul, "estúpido trabajo" se reía, lo entendía, le sonreía, lo traía loco cada vez más.
Sus actos sorprendieron al holandés, con las charlas que ellos dos tenían de repente, empezaron con un "¿cómo estás?" "te ves bien hoy"
Le daban un poco de esperanza al jóven.
Pero el holandés siempre lloraba esas lágrimas de coco, mientras maldecia su trabajo, sabiendo que solo trabaja ahí por Tord, solo para verlo sonreír, y le gustaba.
esas lágrimas son brillantes y radiantes, como las mismísimas luz de las estrellas, no te dejes llevar, son fingidas.
aunque sean falsas, odio verte llorar.
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