|| V ||

70 3 0
                                    

Secreto rebelado.

Disparos. Dolor. Sangre. Mi bebe.

Volví a tener conciencia, mi cabeza dolía, estaba despierta pero no abría los ojos. En la misma habitación en la que estaba, era una maldita trinchera de gritos. Al primero que logre identificar fue a Denver, la segunda Tokio, en tercer lugar la voz de Nairobi se hizo presente y por último la de Rio intentando defender a Tokio.

Una sexta persona me acariciaba en cabello, sabía que era Roma, solía hacerlo cuando tenía miedo de algo. La oigo suspirar fuertemente, para luego oír su voz.

-No solo haz herido a dos policías, cuando claramente no lo tenías que hacer. –Murmura mi mejor amiga, con voz tranquila. – Sino que en este momento la vida de una compañera y la de su bebe está en riesgo por tu insensatez.

Puedo suponer, que tanto Tokio como Rio se siente culpable, lo siguiente que se escucha es la puerta abrirse y cerrarse, indicando que una séptima persona ha ingresado a la sala. Debería abrir los ojos antes de que crean que estoy muerta o algo así.

-Ya se están llevando los cuerpos de los policías. – Oigo la voz de Berlín.

Abro mis ojos, pero los vuelvo a cerrar por la cantidad de luz que entra por la ventana. De pronto, Roma se levanta y cierra las cortinas. Hago un segundo intento y mientras abro los ojos me incorporo en el sillón.

Todos los presentes me mirando esperando algo distinto de mí. Berlín una explicación, Tokio y Rio van a pedir disculpas, Nairobi y Roma me miran esperando que diga algo y Denver como si fuera un bicho raro.

-Joder, no tienen nada para hacer más que mirarme.

-Perdona Milán. – Susurra Rio.

Me levanto y lo abrazo como puedo. El pequeño crió llora sobre mi abdomen mientras yo acaricio su espalda. Él sabe que lo que paso ahí fuera, deja en evidencia su relación con la pelicorta. Berlín sigue mirándome, en este momento no recibirá nada de mi.

-¿Está conectado el teléfono? –Pregunta mirando las manos de Rio que están al redor de mí, todavía abrazándome. Le hago una seña a Roma para que lo haga. – Fuera cualquier objeto inalámbrico o de radiofrecuencia

Pasa por mi lado y le entrego mi pinganillo y el de Rio. Que aún sigue aferrado a mis caderas. –Pasamos a analógico. – Comenta Berlín mientras tira los aparatos en la pecera y mira los peces que hay dentro de ella. –Llama al profesor.

Roma hace lo pedido y unos segundos mas tardes se escucha la voz de Sergio a través del auricular.

-¿Qué ha pasado?

-Dos policías heridos. – Berlín mira a Rio, y le dice. –Conecta las cámaras.

Rio hace lo propio y al parecer el profesor nos ve, como en un reality show.

-Rozaron a Rio, Tokio disparo. Luego una bala impacto a Milán cuando trataba de cubrir a Tokio. Al parecer Rio y Tokio tienen una relación. –Miro sorprendida a Berlín por lo que acaba de decir. Todos nos sumimos en un ligero silencio sepulcral.

Luego una muy enojada Tokio lanza un discurso en donde deja en claro que no siente nada por Rio. Antes de que cuelgue le pido el teléfono y me lo llevo a la oreja.

-¿Profesor?

-Milán, ¿Cómo te encuentras?

-Me encuentro de maravillas profesor, mi bebe y yo nos encontramos de maravilla. – Berlín me mira sorprendido. Gesticulo un Por cabrón con los labios.

-¿Tu bebe? ¿Estas embarazada Raizel?

-Si profesor, estoy embarazada y también mantengo, o bueno mantenía, una relación con Berlín, que por supuesto es el padre del bebe. Ahora que tiene toda la información completa, que tenga buen día Profesor. – Cuelgo la llamada y miro a los presentes. Nairobi y Roma me miran como una niña mira a su superheroina favorita. Berlín tiene la mirada perdida y me mira enojado.

-¿Qué le acabas de decir? – Pregunta Berlín.

-Pero si has comenzado tú con las verdades, cariño. Era justo que todos sepan toda la verdad y no solo la que te convenía a ti, ahora si me permites, iré a trabajar. – Tome del brazo a Rio y salí de la oficina.

Las horas siguieron pasando dentro de la Fábrica. La policía había ingresado por la parte de atrás como había predicho el profesor y todo salió como lo planeamos. Como era obvio, luego de lo ocurrido en la sala de juntas, había ignorado a Berlín. En este momento me encontraba con Nairobi.

-Ahora toca lo más bonito, ahora vamos a trabajar – Comenzó la gallega. – Milán, cariño, haz los honores.

Mire sorprendida a la gallega, sin saber bien lo que estaba pasando, agarre la lista que me tendía. Y comencé a nombrar a las personas, Rio me seguían pisándome los talones.

-Conmigo Torres, Sánchez, Biedma...

Y en ese momento comenzamos a hacer lo que habíamos venía a hacer. Nuestro propio dinero.

-A ver quiero las maquinas funcionando las 24 Horas, como si fuera una red de pocholos.- Roma caminaba a un lado de Nairobi y yo iba por detrás. – Sabéis, ¿No?, Chiqui pum chiqui pum chiqui pum.

-Cada vez que paramos perdemos medio millón. Así que no vamos a parar; haremos las correcciones cada tres horas tanto de tinta como de offset. – Comenzó mi amiga, no había nadie más que supiera tanto de dinero como estas dos.

-Así que ya sabéis: Alegría, fiesta e ilusión.

Nairobi comenzó a correr por los pasillos gritando de felicidad, Roma y Tokio festejaba. Una risa se escapó de mis labios al ver a mis amigas tan felices, levante el rostro y me encontré con Berlín. Quite mi mirada de el. 

Lo lamento cariño, pero la has cagado. 


¡Hola! Aquí un nuevo capitulo. 

Hoy habrá dos capítulos mas, así que estén atentos. 

Besos, Luli.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 21, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hasta el final  (La casa de papel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora