Prólogo

9.7K 351 44
                                    


Algunos dicen que la vida es dulce, y otros, que es amarga; ambas personas tienen razón, pero depende de nosotros elegir que sabor predomine. Si prestamos mas atención al pasado y el futuro, entonces nos olvidamos de lo mas importante, el presente. La vida se amarga al pensar en problemas que ya no existen o no existirán, y dulce al vivir en el aquí y el ahora.

—Hermosas palabras, Finigon. Deja de darle tantas vueltas al asunto, y ve al punto de una vez —sus dedos recorrían la dura corteza del árbol.

—Todos están preocupados por ti, Bastet. Se que a sido difícil pero...

—¡No! ¡No lo sabes!

Finigon retrocedió unos pasos cuando Bastet explosivamente se volteo a mirarlo.

—No sabes lo que se siente perder a tu compañero y el vinculo que los unía al mismo tiempo —su nariz estaba roja y sus ojos hinchados de tanto llorar.

Finigon atrajo el delgado cuerpo de Bastet contra el suyo, dejándola sollozar en su pecho. Acariciaba el pelaje negro de la gata, pero aún así sus orejas seguían gachas.

—Ya han pasado meses, es hora de avanzar. Ptah siempre hacía las cosas por una razón, era inteligente.

—¡Path era un imbecil! —dijo mientas se separaba bruscamente —un estúpido que se preocupaba por todos, excepto por mí.

Gritaba y lloraba, sus puños se estrellaban contra el tronco del árbol. Las criaturas del bosque en lugar de correr, se acercaron a sufrir con ella. Ptah habia amado a Bastet, y siempre lo demostraba. Fue una gran sorpresa para todos saber que antes de morir, Ptah había roto su vinculo con Bastet.

Bastet se dejó caer de rodillas, y recargo su cabeza en el tronco del árbol.

—Debi haberlo sospechado —los dedos de Bastet recorrían el grabado en la corteza —esa noche, fue la ultima vez que estuvimos juntos, y también la mas triste. A la mañana siguiente desperté por el dolor en mi pecho. Ptah no estaba a mi lado, así que supe que algo no andaba bien. Apenas me puse de pie caí de bruces al suelo. Mis gritos se podían escuchar por todo el prado. Algunos animales se acercaron para ayudarme, pero no sabían como hacerlo, ni siquiera yo sabia que me pasaba. El dolor en mi pecho cada vez era mas grande, fue el peor dolor que he sentido, así que comencé a desear que se acabara. El dolor desapareció, y también mi vinculo con Ptah. Los habitantes del pueblo mas cercano llegaron para ayudarme, y me llevaron a Nancuru con los refugiados. En mi estado no era capaz de combatir.

Bastet se levanto del césped. Miro a Finigon quien escuchaba con atención cada palabra que decía.

—Me entere de su muerte por otras personas. Finigon, yo hubiese preferido sentir su muerte y morir con él.

—Si salieras del bosque de las almas, te enterarías de porque lo hizo. Ptah nos salvo a todos, incluyendote.

—¿Pero a que precio? Ahora que el vínculo se ha roto... —cubrió su rostro incapaz de continuar.

—Podrás encontrar un nuevo compañero, lo se. Pero se que Ptah estará feliz al saber que tu lo eres... con alguien mas —termino con pesar —aun no era tu hora. No le hubiese gustado que murieras de esa forma, y por esa causa.

—Yo hubiera preferido morir de tristeza, a tener que vivir con ella.

—Ninguna vida es triste, Bastet.

—A excepción de la que se vive en soledad.

Finigon le sonrió con dulzura. Acarició su rostro y después bajo su mano hasta posarla en su vientre.

Pysches II: Perros y Gatos.  -Paul Lahote-   [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora