𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲 𝗼𝗳 𝗰𝗮𝗿𝗱𝘀 ♧ ◜𝗒𝗈𝗈𝗇𝗃𝗂𝗇◞

♧ ; treinta y cuatro

『♧』

No iba a permitir que Taehyung continuara afectando su bienestar emocional, y fue algo que se repitió mil veces hasta dormiste en su lugar del sofá donde se mantuvo hasta la mañana siguiente. Su esposo no se había despedido al bajar las escaleras y salir de la casa, arrastrando su maleta con una expresión de profunda molestia. Detestaba sentirse como el villano en la situación, por lo que todo sentimiento fue resguardado bajo una coraza inquebrantable a la cual no permitiría un fácil acceso.

Pero era fácil sentirse culpable. No por su esposo puesto que Taehyung estaba lejos de ser su talón moral. Era el sentirse en la misma categoría, en el mismo nivel de culpabilidad por el rumbo de su matrimonio.

Seokjin estaba siéndole infiel a su esposo. Estaba compartiendo tantas cosas con otra persona, con otro alfa que se había ganado su lugar en su corazón. Lucía como un problema gigantesco al lado de la actitud que Taehyung portaba desde hace tiempo. Al final del día, el primero en romper la fidelidad, la confianza básica de toda relación había sido él.

Por eso la estadía de Yoongi durante su celo era un arma de doble filo, algo que lo mantenía pensativo y dudoso. No era lo correcto, pero a la vez lo ansiaba. Poder compartir de esos días con alguien que realmente lo quisiera sonaba como un sueño, y Seokjin detestaria tener que dejarlo ir.

Pero estaba mal. Mal, mal, muy mal.

Así, fue como terminó buscando visitar uno de aquellos lugares que jamás pensó en visitar. Su madre siempre le había cuidado durante sus celos, asegurándose de que no se lastimara a sí mismo. Era algo riesgoso tener un celo sin un alfa, puesto que la finalidad del celo era el nudo, y solo un alfa podía tener un nudo.

Existían juguetes que simulaban serlo, pero su éxito variaba de omega en omega y Seokjin nunca lograba sentirse satisfecho. No entendería nunca a su omega interno, a aquel ser que se enfocaba siempre en arruinarlo de mil y un maneras, llevándole siempre la contraria de formas tan extrañas.

Existían las Casas de Omega, aunque la información sobre estas no era muy clara. Servían a omegas en celo con habitaciones adaptadas y y acondicionadas para acomodarlas en un nido que llenase al omega de confort. Era lo que Seokjin necesitaba, aunque solo deseara tener a un alfa en concreto junto a él.

Según su teléfono la Casa de Omega más cercana estaba a unas seis cuadras, tomaría unos veinte minutos caminando o unos cinco en auto. Seokjin prefería irse en su carro personal, puesto que andar en las calles después de lo vivido no era una opción para él. No quería repetir la espeluznante experiencia, que sin detenerse erizaba su piel y lo hacía estremecerse en el bendito 'qué pudo pasar'. Si no hubiese corrido con suficiente rapidez, si la tienda no hubiese estado, si no hubiese actuado de inmediato... las posibilidades eran varias y los resultados eran más desoladores en cada opción. Seokjin salió de esa, ¿Pero y si no?

Dormir con eso en mente le resultó imposible, así que desde el retrovisor pudo observar las ojeras bajo sus ojos y la hinchazón en los mismos. Su piel envuelta en un sonrojo por la creciente fiebre le indicaba que su celo llegaría en cuestión de un día o dos, pudiendo adelantarse incluso. Odiaba su cuerpo y la manera en que su genero secundario lo hacía actuar.

Aquellas calles eran algo conocidas, pudiendo vislumbrarse el cine antiguo al que solía ir de joven a ver películas ya pasadas y el café al que adoraba ir con sus padres cuando era aún más joven. Los pasteles de fresas aún grababan su sabor en sus memorias, pero más que nada los tiempos en que su mayor preocupación era si su hermano cumpliría su promesa de llevarlo a comer o no. Cuando su amor por Taehyung estaba intacto, cuando nada lo había corrompido y era un inocente flechazo profundo, llenándolo de las tiernas ilusiones que un niño podía tener.