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❝ DESEARÍA QUE ESTUVIERAS AQUÍ ❞
kimetsu no yaiba
(contiene spoilers del manga)
Kyojuro Rengoku x Reader

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

— ¡(T/N)!

  Giraste la mirada tras escuchar aquello, sin embargo no importaba si eras rápida, a los pocos segundos sentiste como es que una de las extremidades de Muzan te golpearón sin consideración, provocando que chocarás contra la pared de una de las residencias cercanas.

  La cabeza era la parte que más te dolía, podrías decir que aquel golpe te había roto algunas costillas pero, tu cabeza parecía que estallaría en algún momento. A pesar de que estuvieran algunos pilares presentes, no podían hacer mucho frente a Kibutsuji Muzan.

  No podías hacer mucho y lo sabías.

  Pero, no querías decepcionarlo.

  A aquella persona que siempre confió en tus habilidades, a aquella persona que siempre te alentaba a seguir adelante con tus entrenamientos, a pesar de que sentías que no podías dar más. A tu mejor amigo y el mejor novio que habias, bueno, el único que llegó a ser algo más que un simple amigo.

  A Kyojuro Rengoku.

  Cuando Oyakata-sama te había presentado junto a los demás pilares como una nueva compañera más, inspiraste mucha seriedad, lo que causó la curiosidad algunos pilares, entre ellos Rengoku. Quién fue el primero en presentarse junto a Mitsuri, al principio no conversabas mucho con los pilares, pero meses después tu confianza fue aumentando iniciando las conversaciones, algo que tu no hacías.

  Solías ser de actitud dura, todo esto surgió debido a que cuando habías nacido tus padres te abandonaron en un basurero, solamente una señora de edad avanzada te acogió con melancolía, te crió como si fueras su hija de sangre pero, desde pequeña siempre mencionó que no eras su familiar de sangre. Tu madre postiza murió cuando cumpliste quince años, ella te había enseñado unas cuantas cosas con la espada pero, con su partida dejó un gran dolor en tu pecho.

  No querías volver a amar, si tendrías que volver a experimentar ese tipo de dolor.

  Pero, Kyojuro Rengoku había llegado a tu vida para cambiar eso, al principio estabas confundida pero gracias a Mitsuri descubriste que te habías enamorado de él. Y cuando murió, volviste a sentirte como la mierda, al principio su silueta estaba acompañándote a cada lugar, pero cuando tus compañeros te apoyaron en la dura realidad dejaste de verlo en cualquier lado.

  Tomaste tu espada, la cual se encontraba un poco lejos de tu alcancé para levantarte con unas pocas fuerzas.

  Anteriormente habían derrotado a una de las lunas superiores, la primera para ser exactos, viste a varios de tus amigos morir en esa batalla y por supuesto no dejarías que eso volviera a ocurrir, no otras vez, no frente a tus ojos.

— ¡Respiración de flores; pétalos de ricino!.

  Comenzaste a atacar a Muzan de nueva cuenta, los pétalos que se impregnaron en él provocaron que algunas partes de su piel comenzarán a agrietarse. Debían de terminar la batalla hasta el amanecer sino, Muzan aún seguirá con vida y esta gran oportunidad no podrían desecharla.

  Zenitsu, Inosuke y Tanjiro habían aprovechado la situación para que ellos atacarán.

  Cuando el amanecer estuvo más presente, Mizan se había convertido en un bebé gigantesco en busca de una sombra en la cual podría cubrirse. Himejima había utilizado sus cadenas para detenerlo, mientras que los pilares que quedaron comenzaron a atacarlo.

— ¡Respiración de flores, décima postura; raíces de acónito!

" ¡Eso es, no dejes que se escape! "

— ¡No dejen que Muzan escapé!— exclamaste hacia tus compañeros, quienes al igual que tu estaban perdiendo todas sus energías.

  A estas alturas lograbas sentir como es que tus huesos crujen cuando haces algún movimiento, estabas tan agotada pero, no podrías descansar hasta ver a tu enemigo muerto.

  El último movimiento lo dio Obanai, para que finalmente lograran acabar con aquel demonio. El cuerpo de Muzan comenzó a caerse a cenizas, lo habían logrado.

" ¡Felicidades! Todos lo han hecho bien. "

— Desearia que estuviera aquí Kyojuro— murmuraste segundos después de haber finalizado la batalla, cayendo al suelo sin más.

— ¡Llevársela rápido, necesita atenderse lo más pronto posible!

— No— lo observaste con seriedad mientras un hilo de sangre bajaba por tu mentón—. Ya es tarde para mi, vayan a curar a los demás.

  Cuando escuchaste como se rompió tu primera costilla sabias que ibas por mal camino, debías a de alejarte o seguir con la batalla. Como una persona formidable elegiste la segunda opción, ese no había sido el único golpe que Muzan te había propinado.

  Te dolía el pecho, sentias un líquido caliente dentro de ti y al poco tiempo, como es que te llamaban varias personas por tu nombre.

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— (T/N) ¿estás allí?

  Abriste los ojos acostumbrándote a la luz que se encontraba en aquel lugar, lo primero que tus ojos observaron fueron varias flores, habían muchas allí. Cuando habias girado de mirada tus ojos comenzaron a humedecer de alegría, no esperaste ni un segundo más para tomar a aquella persona entre tus brazos.

— Rengoku ¿Por qué demonios me dejaste?— murmuraste entre sollozos, cuando el rubio aceptó gustoso tu gesto, tomando tus cabellos con suavidad.

— No tenía ni idea de que no te volvería a ver y pensé en ello hasta mi final— explicó con suavidad—. Lo siento mucho, se que te hice demasiado daño cuando perdí la vida.

— Demasiado— afirmaste, a lo que él solo se limitó a reír.

— Pero, ahora estamos aquí los dos— generó con una sonrisa—. Y te prometo que esta vez nunca te abandonaré, jamás— tomó tus manos para darles un beso a cada una.

— Realmente espero que lo cumplas con tu promesa— le diste un beso corto—. Te amo.

— ¡Yo más!

  Así podrías confirmar que el cielo era tal cual como hace días lo habias soñado, mucho mejor ahora que la persona que amabas estaba a tu lado.

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  Estabas apunto de retirarte a entrenar tu respiración, justamente Oyakata-sama te había presentado hacia los pilares, algunos tenias cierta amabilidad, mientras que otros se mantenían serios y uno hasta te había guiñado un ojo.

— Es un gusto conocerte, mi nombre es Rengoku Kyojuro, soy el pilar del fuego— alzó una mano en tu dirección con amabilidad.

— (T/N)— lo observaste sin tomar su mano, para dirigirte hacia la salida del el lugar, no esperabas hacer amigos.