2. Desconectar.

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Hugo.

Tercera vez que la punta del lapiz se me rompía por la intensidad con la que tachaba las frases en aquella libreta. Ya nada me encajaba en esa composición, ya no sentía lo mismo que cuando la empecé a escribir y se me hacía difícil el hecho de tener que terminarla. ¿Cómo terminar de escribir algo que no sientes en realidad?

Esa era la pregunta que más se repetía en mi cabeza. Ni si quiera me valía inventarme el final, sería como engañarme a mí mismo.

— Como siga así la tiro a la basura. —estrujo mi cara cansado, después de cerrar la libreta.

Decidí dejar de escribir y tomarme un descanso ya que las musas parecían haberse esfumado. Llevaba semanas así y sabía perfectamente porqué era, pero era demasiado cobarde como para admitirlo en voz alta. Dejé mi guitarra encima del sillón y me levanté para salir a fumarme un cigarro. Mientras expulsaba el humo no podía parar de pensar en el tema que me ha estado rondando la cabeza durante dos semanas; mi relación con Eva.

Desde hace dos semanas empecé a replantearme si esta relación tenía futuro o no. Lo único que hacía era chuparme la energía, por mucho que me doliera admitirlo en voz alta. Sentía que ya no me aportaba nada, todo lo bueno se había esfumado, mi inspiración al componer había sido arrebatada junto con mis ganas de dormir. Estaba jodido, y ni si quiera podía hacer arte de ese dolor.

— Bruno, lo hemos hablado mil veces... —suelto un suspiro con el móvil en la oreja mientras escuchaba hablar a mi compañero de piso— Estaré aquí hasta que sea capaz de terminar una puta estrofa por lo menos.

En el fondo sabía que eso no pasaría, al menos no hoy, pero a pesar de ello quería seguir intentándolo.

Yo creo que deberías descansar un día por lo menos, te has estado exigiendo mucho estas últimas semanas, casi no pasas ni por casa. —habló notándosele preocupado por mí— Si sigues con el bucle no te saldrá nada, tienes que desconectar para volver a inspirarte.

Está bien, desconectaré... —se oye como celebra haberme convencido— Pero después de esta tarde.

Al instante se oye una especie de queja suya, pero no tarda en aceptar mi condición.

Bueno, algo es algo. —suspira y suelta una leve risa— Voy preparando planes para esta noche entonces. 

A las ocho paso por casa. —doy la última calada a mi cigarro y me quedo unos segundos observando la colilla— Bueno, mejor ocho y media... antes pasaré por casa de Eva para hablar.

¿Por fin te has dado cuenta? —rodé mis ojos y bufé mientras escuchaba a Bruno reír— Ahora fuera coñas, cuanto antes lo hagas, mejor. Ya sabes lo que opino sobre este tema, Hugo...

Que es lo mejor para mí... sí, sí, me lo has dicho millones de veces. —vuelvo a suspirar mirando al cielo— Esta vez es la definitiva, te lo juro.

Ya veremos.

No me sorprendió para nada su respuesta, era de esperar. Me había oído decir mil veces que no volvería a recaer, y me había visto esas mil veces recayendo como un tonto.

Pero esta vez no, esta vez estaba dispuesto a cumplir verdaderamente mi promesa.

Volví a subir al acabar el cigarro, dispuesto a escribir aunque fuera una mísera frase en mi libreta. Cuando llegué a la sala donde había dejado mis cosas me quedé parado unos segundos al ver como una chica había cogido mi guitarra. Conforme me iba acercando veía mejor su cara y no me sonaba haberla visto nunca.

SERENDIPIA | AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora