El ginecólogo

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Antes de ir al ginecólogo, había ido a casa de mis padres a darles la noticia de que serían abuelos.
Al principio, estaban muy extrañados porque ellos sabían que no tenía pareja ni estaba casada.
He de decir que ellos son muy conservadores y piensan que el sexo solo está permitido en el matrimonio, que hay que estar casada para poder tener hijos, etcétera...
Por supuesto ellos no eran conscientes de mi modo de vida.
Cuando les dije la verdad, mi madre se quedó en estado de shock y mi padre comenzó a decir un montón de barbaridades como que mejor hubiera abortado, que ese niño no era su nieto, que ni sabia quién era el padre y que a saber cómo saldría mi hijo, bla, bla, bla...
Le grité, harta de las burradas que estaba diciendo, y le dije que tendría a mi hijo, sin importar lo que ellos pensaran y que iba a ser madre soltera, les gustara o no.
Mi madre se puso de parte mía y le dijo a mi padre que me apoyaba independientemente de lo que él pensara o dijera, que aunque mi modo de vida la había impactado estaba orgullosa de que saliera adelante y que iba a amar a su futuro nieto o nieta con todo el cariño de abuela que tenía dentro de sus entrañas.
Mi padre, después de un buen rato, refunfuñó y me dijo, que de momento, no le hablara, que se tenía que tomar un tiempo para asimilar mi situación y que de momento, solo hablara con mi madre.
Acepté y me fui de la casa.
Directamente, me fui a la clínica.
Dije mi nombre y apellidos y me dijeron que esperara que en un momento, la ginecóloga Samantha, me atendería.
Me senté en una silla de la sala de espera y aproveche, y les mandé un mensaje a Cassandra, a Marie y a Bárbara diciéndolas que estaba embarazada.
Rápidamente me bombardearon a mensajes diciéndome que quien era el padre, entre otras cosas...
Les conté todo y lo que iba a hacer.
Me dieron la enhorabuena y me desearon un feliz embarazo y parto.
Me reí: ni siquiera tenía tripa de embarazada y ya mis mejores amigas me estaban deseando que tuviera un feliz y corto parto.
Ni siquiera sabía si iba a tener un parto normal o por cesárea.
No tenía ni idea.
En eso, Samantha salió de una sala, preguntó mi nombre, dije que era yo y entre en la sala.
Dije que estaba embarazada y que quería hacerme una ecografía.
-Por supuesto..-me dijo con una enorme sonrisa.
Después de eso, me tumbé en la camilla y Samantha me pidió que me subiera la camiseta.
Yo lo hice rápidamente.
Me echó el frío líquido azul ese en la tripa y se me pusieron los pelos de punta.
Samantha miró la máquina de las ecografías y me dijo:
-Mira, ahí está tu futuro bebé...
Mire y vi un pequeño agujero negro en el que estaba mi pequeño bebé creciendo y desarrollándose.
Me sentí culpable de haber querido abortar a mi bebé.
-¿De cuantas semanas estoy?
Samantha miró fijamente la pantalla de la máquina y dijo:
-Umm...Podría decirse que estás embarazada de 2 semanas....
Respire profundo y de pronto me acordé de una cosa:
-¿Mi bebé está bien? ¿Le pasa algo?
-No, que va... Por lo que veo, aunque sea pronto, esta bien...
La pregunté eso porque al no saber que estaba embarazada, había bebido y fumado... La sola idea de que mi hijo viniera mal por mis estúpidos vicios me carcomía las entrañas; nunca me lo perdonaría.
Respire profundamente y de pronto, noté que Samantha miraba fijamente la pantalla. Mis nervios paranoicos invadieron mi cuerpo y muy nerviosa, pregunté:
-¿Qué? ¿Qué pasa doctora? ¿Pasa algo con mi bebé?
¿Viene mal?
Samantha se rio y me dijo:
-Enhorabuena, Charlotte.
-¿Qué?-dije, extrañada.
-No hay un bebé...¡hay dos!
Me lleve las manos a la boca y me impresioné.
-Dios mío...Dos bebes,¿son mellizos o gemelos?
-No lo sé aún... Más adelante lo sabremos, cuando sepamos el sexo de los bebes... No te puedo dar una respuesta clara.
-¿Cuándo daré a luz, aproximadamente?-pregunté.
-Bueno,-me dijo Samantha mientras se lo pensaba-aproximadamente darás a luz en junio o a principios de julio si los bebés deciden quedarse un poco más...
Me reí y le dije:
-¿Podrías imprimirme esta foto? Quiero colocarla en mi casa...
Samantha me dijo que si y me pasó un trapo para limpiarme el líquido.
Mientras recogía mis cosas y Samantha me pasaba la ecografía, me preguntó, sonriendo:
-¿Y quién es el afortunado "papi" de los bebes?
No me esperaba su pregunta.
Me quedé blanca como la pared.
Samantha me conocía desde hacía un par de años: sabía que no tenía pareja ni estaba casada.
Balbucee: no sabía que decirla.
Por supuesto no iba a decirla la verdad.
Tenía dos opciones: una era decir que había decidido trabajar temporalmente como madre de gestación subrogada para sacarme algunos dólares más y que mis bebés en realidad eran los hijos de una pareja que no podía tener hijos...
Rápidamente descarte esa idea pues no tenía sentido: tenía mucho dinero y un buen trabajo, ¿para que me metía en ese tipo de trabajo?
Además, la pareja me hubiera acompañado a la ecografía para ver a sus hijos, no hubiera ido yo sola.
Opté por la segunda opción:
-He decidido ser madre soltera aunque solo tenga 24 años, no encuentro al padre perfecto... Me he quedado embarazada de un donante anónimo...
En cierta parte, era cierto.
Samantha no me dijo nada, me sonrió, me deseo un feliz día y me deseo que tuviera un feliz embarazo.
Salí de allí muy contenta.
Abrace fuertemente la ecografía contra mi pecho.
Mientras me dirigía al coche, vi a un matrimonio que llevaba un carrito con un bebé.
Sonreí al niño y el niño me devolvió la sonrisa.
Decidí que un poco más adelante ya compraría ropa para bebés y esas cosas.
Ahora, lo único que me importaba eran mis hijos.
Lo demás me daba igual.

Embarazada por accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora