Capítulo dieciocho.

1.4K 137 28
                                    

Al terminar, fuimos a caminar a uno de los tantos canales. A la fierecilla no le gustó para nada que Sharon y Timothée se adelantaran, dejándonos atrás. Miré la unión de sus manos y la compatibilidad entre ambos, era como si estuvieran hechos el uno para el el otro, las sonrisas entre ambos, las miradas, sus gestos, su apecto; todo era como si al juntarlos formaron un equilibrio, el ying y el yang. Algo golpeó en mi estómago, se sintió como si dentro hubieran tirado una piedrita a alguna de sus paredes. Como cuando un bebé patea, pero no en esa forma tierna.

- Lea - Jay musitó mi nombre y me giré a mirarlo - Eres muy distraída, ¿no? - rió.

- ¿Disculpa?

- Te llamé como tres veces y parecía como si fueras en tu propio mundo - explicó.

. Oh, sí, perdóname - gesticulé con la mano.

-¿Piensas en algo acerca de ellos? - adivinó increíblemente rápido, haciendo un asentimiento de cabeza en dirección a su hermano y mi amiga.

- ¿Eh? ¿Por que dices eso? - pregunté, nerviosa.

-No sé, quizá porque te les quedaste mirando con profundidad - se encogió de hombros.

Reí, aun más nerviosa.

- La verdad, sí - admití - Pienso que de verdad están hechos el uno para el otro - dije y la fierecilla no estuvo para nada de acuerdo conmigo y me rasguño allí dentro.

El ceño de Jay se frunció y su mirada se posó en el suelo, mirando sus pies al caminar.

- Sí - farfulló.

- No te oyes muy convencido - acusé, repentinamente curiosa.

- No, sí lo estoy - balbuceó, pero se le escondía entre su voz algún cierto matiz de resignación - Sharon es muy buena - la miró y sonrió - tiene una sonrisa muy bonita, como muy sincera; sus ojos grandes y azules son como si de verdad fueran la ventana de su alma; sus lindos gestos cuando te habla te hacen reír... ¿has notado que cuando se encuentra con alguien se emociona muchísimo? Y luego ese abrazo que te da , emocionada - musitó, completamente perdido.

- Espera, espera... ¿tú...? - no pude terminar la pregunta, me llevé las manos a la boca cuando Jay me miró con sus ojos verdes como platos, como si haya soltado un secreto que no quería decir.

- ¿Qué? - preguntó, con la voz temblorosa.

-¡Tú estás enamorado de Sharon! - adiviné.

Ahora comprendía lo que Timmothée me había dicho el otro día, lo de que su hermano estaba enamorado de una chica misteriosa. Por supuesto, no le quería decir, porque la "chica misteriosa" era su mismísima novia.

- ¡¿Qué?! - bramó, y pude jurar que vi el sudor perlar su frente.

- Por favor, ¡soy mujer, a mi no me engañas! - no sabía por qué pero una sonrisa empezó a expandirse por mi rostro.

- ¡Ssshhh! - gesticuló, nervioso hasta más no poder.

- ¡Entonces es cierto! - la sonrisa se expandió hasta convertirse en un agujero extenso en mi rostro.

- No digas nada, por favor - me suplicó.

Me llevé ambas manos a la boca, tratando de aplacar mi emoción.

- Lea, nadie lo sabe - dijo, angustiado.

- Tranquilo, descuida yo no... se lo contaré a nadie - prometí, aun medio emocionada.

- ¡Soy un pésimo hermano! - exclamó, gesticulando desesperado - ¿Quién se enamora de la novia de su propio hermano?

- Oye, tranquilo - a juzgar por su expresión, parecía como si estuviera a punto de llorar. La fierecilla cantaba de placer y esta vez yo desconocía el por qué - No eres el único, he oído bastantes cosos - enrosqué mi brazo al suyo, como si ya tuviera la suficiente confianza para hacerlo; pero él no se quejó.

El manual de lo prohibido - Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora