Su mirada. (2.0)

231 19 4
                                    

Título: Su mirada.

Advertencias: Disclaimer The Promised Neverland/ Yakusoku no Neverland no me pertenece, créditos a Kiau Shirai y Pozuka Demisu, yo solo hago fanfic. Creado sin fines de lucro.

Nota de autora: ¿me perdonan? Necesitaba hacer esto, era como una espinita que no me podía quitar. Es lo mismo que el otro, pero quiero decir que es "mejor". Espero que les guste, porque a mí me gustó mucho corregirlo. Qjdjsjfsj. Gracias por leer.

Y un favorsoteeee. Si encuentran algún error ¿podrían decirme? Estoy "puliendo" esto y creo que la emoción me está ganando al publicarlo.

***

Conocía esa mirada esmeralda aún mejor que la palma de su mano. Ella hablaba con los ojos, y eso a él le encantaba porque eso la hacía a ella capaz de expresar más en sus orbes verdes, que de lo que cualquiera podría expresar con palabras.

Recuerda que Emma es muy obvia con sus gestos, por eso los atesora, todos y cada uno.

Le fascinaba su mirada, su rostro que no reflejaba nada más que deseo por lograr obtener algo sin duda le encantaba.

Porque ese rostro soñador fue el que lo acompañó durante su infancia y fue ese mismo el que selló el hechizo del amor sobre él. 

Todavía recuerda esa mirada soñadora que ponía ella de pequeña al tener una idea. Justo como la vez que—

—¡Hey, muchachos! —Saludaba Emma energética a sus dos mejores amigos que se hallaban bajo el árbol central del orfanato

—¿Hm?— Se límita a pronunciar Ray, el amargado del escuadron. Solamente dando un ligero movimiento de mano a forma de saludo, sin reflejar la menor intención de despegar la vista de su libro de «Historia de los colores» Un libro que le había recomendado Susan.

Mejor dicho, "le había obligado a leer Susan".

—Hola Emma. —Corresponde Norman, quien en contraste con el azabache, la recibe con una sonrisa bien dibujada en el rostro y sus orbes cielo brillantes mirándola únicamente a ella.

—Estoy aburrida— Suelta con la mirada clavada en el suelo mientras mecía la punta de su pie de un lado al otro, fingiendo tristeza. —¡No hay nada qué hacer aquí! — Infla sus cachetes en un berrinche.

Norman no puede evitar querer abrazar esos trocitos de carne con sus manos por lo adorables que eran y lo bien que le quedaban a la chica.

—O... — Canturrea pícara la «o». Ella estaba aburrida y sus amigos no hacían nada interesante. ¿Conclusión? Ella tenía una idea, una idea que los forzaba a hacer algo.

—No. — Interrumpe Ray, sin despegar la vista de su libro. No quería ser parado de su lectura. Tampoco quería meterse en problemas por culpa de su —demente y aterradora— mejor amiga. —No tengo ganas de quedarme sin comer el postre que yo mismo preparé.

—Heh, que malo. —Protesta la peli-naranja, evidentemente ofendida por el hecho de que Ray asumiera automáticamente que se metería en problemas si jugaba con ella.

—¿Qué decías Emma? — Retoma el tema el albino, dispuesto a escuchar lo que Emma tenía que decir. Porque sí, él sí tenía fe en ella. O al menos haría lo que ella quisiera, aunque lo metiera en problemas. De cualquier forma, solo era un juego.

("Solo se trataba de un juego", irónico, eran sus vidas en el tablero).

Y entonces, los vio, vio esos ojos esmeralda resplandeciendo ante la oportunidad de pasar un buen rato con Norman. Estaban llenos de ilusión y alegría genuina — que aun era presente en sus vidas—, observó sus gustosos de realizar la tontería que haría divertido su día.

Mirada. [TPN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora