Discurso de Tobias.

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Ciudadanos y ciudadanas de Chicago, mi nombre es Tobias Eaton y me gustaría contaros mi historia, que se parecerá enormemente y a la vez será muy distinta de cualquiera de las vuestras.

Algunos podéis considerarme un crío y, no os falta razón, pero en mis 21 años de vida he acumulado millones de sensaciones y experiencias, algunas dolorosas y  horribles, otras gratificantes y maravillosas.

Yo nací, como la inmensa mayoría de vosotros, en el Chicago de las facciones y vine al mundo en la facción de Abnegación. Digamos que tuve una infancia difícil y traumática: sin madre y con un padre duro y opresivo que me propinaba palizas "por mi propio bien" como él decía. En tales circunstancias tomé la decisión que se suponía que marcaría mi vida: elegí marcharme a Osadía, huir de aquel infierno.

En Osadía me encontré a mí mismo y supe que aquello era lo que se me daba bien aunque yo sabía que mis pruebas me señalaban mi aptitud para Abnegación además de mi evidente capacidad osada. Pero yo no estaba conforme, no sabía por qué las personas debíamos cultivar una sola virtud y no todas ellas.

Sin embargo, durante la Guerra apoyé la vuelta de las facciones, no porque me agradasen, sino porque era la única forma que conocíamos de organizarnos y llevar una vida estable. Luché contra mi madre, jefa de los abandonados por restaurar nuestro sistema como única vía razonable aún siendo lo que por entonces se llamaba "divergente".

Los acontecimientos nos dieron vueltas y más vueltas hasta marearnos y confundirnos, en ese momento solo queríamos una cosa: la verdad. Una verdad que solo podíamos buscar al otro lado de la valla, por lo que la atravesamos y llegamos a otro mundo totalmente diferente. Desde allí nos controlaban como experimentos, pues eso éramos para ellos: experimentos fallidos que necesitan ser reparados.
Así descubrimos que las personas "divergentes" eran los experimentos reparados, o las personas curadas, y que el resto éramos los defectuosos o enfermos. Si me incluyo en este grupo es porque, a pesar de ser resistente a las simulaciones, no soy genéticamente puro. No sabéis lo abatido que me dejó este ddscubrimiento. Ya no era especial. Ya no tenía parte de mi esencia.

Pero me equivocaba al igual que se equivocará cualquiera que se sienta superior o inferior a otra persona por cualquier motivo. Porque ante todo somos seres humanos, con mejores o peores genes, pero sé que podemos luchar contra lo que se supone que debemos hacer para acabar haciendo lo que de verdad queremos y sentimos.

Al acabar la Guerra yo me dije algo, para intentar curar mi alma y empezar a superar lo mucho que había perdido: "Sé que podemos sanarnos, sanarnos los unos a los otros"

Ahora con las heridas de la Guerra cerradas me digo a mí mismo y os digo a vosotros: "la verdad nos hace libres" Tenéis la verdad, Chicago es libre.

Más viva que nunca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora