Especial de cuarentena

230 14 12
                                    



El timbre de mi departamento sonó y fui a abrir rápidamente sabiendo quién sería la persona que estaría detrás de la puerta, aunque era extraño, Maxi nunca tocaba, podía entrar y listo, pero cuando abrí me di cuenta de que en realidad me había equivocado y no era Maxi la persona que estaba afuera.

-Pensé que no vendrías -le dije confundido.

-Yo también pensé lo mismo, pero aquí estoy, además eras tú quien quería hacer esto. ¿Puedes darte prisa? El toque de queda empieza en veinte minutos y de aquí a mi casa son diez, eso si no hay tráfico -habló tan rápido que casi no logro seguirle el ritmo.

-Tenías que haberme avisado, lo tendría todo listo si me hubieras llamado antes.

-Solo date prisa, Agustín.

-Tengo un reguero en el armario, me tomará un par de minutos.

-Te ayudo -fue lo último que dijo y se coló en mi departamento cerrando la puerta tras ella.

Probablemente no estén entendiendo la situación, así que la explicaré.
Hace unas semanas Malena, Ruggero y Carolina se reunieron conmigo y Maxi a pasar el rato, antes de eso llevaba unos días tomando clases de liberación de estrés, meditación y pensamiento instantáneo, lo último era prácticamente decir lo primero que se te venía a la cabeza, fuera bueno o malo. ¿Por qué tomé las clases? Me las recomendaron porque supuestamente ayudan a despejar la mente y me vendrían bien a la hora de componer canciones, ya que estaba pasando por un pequeño bloqueo, pero después de las cuatro primeras clases seguí fluyendo con las composiciones así que decidí continuar con las clases. Quizás y hasta llegaba a mover objetos con la mente en un futuro. El punto es que en una de las clases hablaron sobre la fuerza mental y espiritual, además de decir un montón de cosas raras sobre un tercer ojo que me asustó bastante, pero llegaron a la conclusión que despejar la mente y el organismo es esencial, así como vaciar las cosas que ya no usas en casa, debes sacar los pensamientos, sentimientos y emociones que ya no utilizamos y eso también incluye sacar objetos de tu casa que encierran emociones. Y eso es lo que estoy haciendo, ese día en la cena le dije a Carolina que le devolvería la guitarra que me regaló para mi cumpleaños número veinte y le expliqué todo sobre la teoría que me había llevado a tomar esta decisión, no se lo tomó mal, creo... O eso espero al menos, en el momento pensó que me había unido a una secta. La verdad es que llevo ya varios días devolviéndole regalos a las personas que conozco, y siendo sincero, creo que el setenta por ciento de las cosas que había aquí eran regaladas. ¡Me he quedado sin almohadas para dormir! Aunque debo aclarar esto de nuevo, no estoy devolviendo todos los regalos que me han hecho, solo aquellos que me han dado aventuras nocturnas, amigos que al final no eran muy amigos o algunos que me dieron en malos momentos que ya no debo conservar porque malos momentos es igual al negativismo y quiero deshacerme del negativismo, por lo tanto, debí regresar un videojuego que me regaló Mike una vez que rompió una botella de fernet en mi casa. Y sí, envíe el videojuego por avión.

-Sigo sin entender muy bien esto -Carolina estaba caminando entre el montón de cosas que había tirado en un armario para que el departamento no estuviera tan desordenado mientras pasaba por este proceso de devoluciones.

-Verás, me diste la guitarra cuando estabas enamorada de mi, ya no lo estás, esa guitarra encierra esos sentimientos así que debo devolvértela porque ya esos sentimientos no sirven -expliqué de forma resumida mientras revolvía el reguero con los pies. Había de todo, y cuando digo todo, es todo...

-Eso sonó cruel, además se supone que tú y yo seguimos siendo amigos, ¿lo recuerdas?

-Si piensas que me debo quedar con la guitarra solo por eso, estás equivocada. En tal caso, deberás regalarme otra siendo amigos ahora.

Historias cortas [Aguslina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora