Parte 2

22 2 0
                                    

Des de aquel día, visitaba todos los días a la salida de la escuela hasta que caía la noche el hospital. Pero ya no lo hacía por ver a mi padre, no. había entendido en alguna parte de mí que mi padre tenía cosas más importantes de las que ocuparse que de los caprichos de una niña mimada, y que yo tenía una misión mucho más especia. Hace sonreír a aquel niño de dulce voz, cabello negro y ojos grandes.

Su sonrisa era lo mejor que había en el mundo, por eso siempre la protegía, pero nunca me lo tome tan en serio hasta que le vi llorar por segunda vez.
Yo tenía 14 años y el recién había cumplido los 16. Mi padre le había dicho que podría ir a la escuela, que poco a poco iba mejorando. Estábamos a mitad de trimestre cuando el llego. El chico increíblemente guapo, el nuevo que llevaba toda su vida en un hospital, el niño raro.

En aquel entonces aún seguía con mi aptitud obstinada, de sabionda e intimidatoria, no tenía amigos en la escuela, los profesores aun que estaban contentos porque era la mejor en clase, no me hablaban y simplemente no se preocupaban por mí, ya me daban como caso perdido y yo lo prefería así.

Cuando llego pase toda la mañana deseando que el periodo de descanso llegara rápido, por primera vez, las clases se me hicieron eternas, las manecillas del reloj no caminaban y lo único que retumbaba en mis oídos era el sonido de mi corazón descontrolado.

Cuando por fin el reloj marco la hora, Salí mas rápido de lo normal de la clase, ni siquiera deje que el profesor terminara la lección, corrí por los pasillos tropezando con todo el mundo, ganándome unos cuantos insultos, maldiciones y empujones. Pero por fin llegue al segundo piso, los alumnos de último año estaban en aquel sector, nunca había ido y me sorprendí de ver a tantas personas recorriendo aquel lugar, normalmente nos hacían salir a todos los alumnos fura del edificio a la hora de descanso.

Busque con suma concentración el número de su clase, 4b no tarde mucho en encontrarlo. Despacio abrí la puerta y allí, en una esquina solo y con la mirada perdida estaba el, su cabello negro se ondeaba con la brisa que entraba por la ventana, sus ojos que siempre brillaban estaban apagados, nunca entendí por qué cuando yo no estaba sus ojos no brillaban, su sonrisa desaparecía. Muchas veces me pregunte si cada día cuando me marchaba a casa su semblante cambiaba de tal manera, si sufría tanto cuando yo no estaba.

Odiaba aquella expresión en su rostro, odiaba que sus ojos un fueran los más hermosos del lugar. Camine con pasos firmes y decididos, sin importarme las miradas, los murmullos y mucho menos las palabras tan mal sonadas que me gritaban los mayores.

Colocando mis manos en la mesa y con una gran sonrisa grite su nombre, como siempre lo había hecho al llegar al hospital, como siempre que odiaba algunas de sus expresiones y simplemente quería hacer todo lo posible por que la cambiara lo más pronto posible.

-Nick!!!!!

Sobresaltado el chico de ojos oscuros me miro, no paso mucho para que una sonrisa apareciera en su rostro, no paso mucho para que sus ojos volvieran a brillar, no paso mucho para que aquel chico de aspecto fúnebre igual que yo se convirtiera en la persona más llamativa y encantadora del lugar.

-Alex… me asustaste.- dijo con una gran sonrisa. Fui consiente al igual que él, como todos nos miraban, realmente no me importo. Porque si yo hubiera estado en sus lugares y viera a la niña rara y marginada de toda la escuela, sonriéndole al chico nuevo y moribundo que nuca ha salido de un hospital, también les miraría.

Durante las próximas semanas a aquel suceso, siempre fue lo mismo, siempre la misma rutina, solo los dos, solo nuestras sonrisas, nuestros secretos.

Hasta aquel día.

El año casi terminaba. Como cada día el descanso había llegado, Salí la primera de clase para ir en busca de Nick. Pero Nick no estaba en clase, por supuesto no pregunte a nadie, simplemente marque su celular, per Nick no contestaba, Nick no estaba.

Recorrí todo el colegio en busca de Nick, pero simplemente Nick había desaparecido. Hasta que le encontré. En la zona de deporte, como siempre que yo no estaba él no sonreía, como siempre que era Nick y no Alex y Nick él tenía un aura oscura, un aura que no era para nada de Nick.

Pero no estaba solo, un grupo de chicos le rodeaban, le gritaban cosas y le empujaban. Aquello no era bueno.

Recuerdo que lo primero que pensé fue.

-no toquen a mi Nick.

Nick era mío, Nick siempre seria mío.

Corrí todo lo que pude, no era buena en atletismo, realmente no era buena en ningún deporte. Sin pensármelo dos veces, interrumpí la oleada de insultos, y de empujones que le propinaban. Pero no se detenían, me echaban a un lado. Hasta que todo cambio, Nick cambio yo cambie.

-que pasa moribundo, es que no te sabes defender, crees que el bicho raro te defenderá. Esa cosa mírala, es asquerosa.

Sus palabras, no me importaron, jamás me llegaron a importar, siempre era lo mismo, pero en aquel entonces solo pensaba que si no me importaba la persona no tenía por qué importarme lo que dijeran. Pero a Nick le importo.

Sus ojos se oscurecieron más que nunca, sus puños se cerraron, hasta el punto que sus nudillos estuvieron blancos, aquel no era Nick,  aquel chico no era mi Nick, solo era una sombra con su aspecto, nada más.

Sus puños impactaron en el rostro de uno de los chicos, luego en otro y así hasta que uno a uno fueron cayendo, aun que los 4 chicos iban juntos a por él, no podían, él era más fuerte, más temible, imparable y yo no me podía mover y pensé.

-quien eres, quien es esa persona que se parece a Nick. No es mi Nick

Pero esos pensamientos desaparecieron cuando todas las personas se amontonaron a nuestro alrededor, los profesores le gritaban pero él no prestaba atención, su respiración acelerada, su rostro contraído, el solo buscaba algo entre la multitud, buscaba a alguien, ese alguien era yo. Cuando nuestros ojos se encontraron, su mirada volvió, Nick volvió, su sonrisa regreso y todo mi cuerpo reacciono. Corrió hasta mí y se arrodillo envolviéndome en sus brazos, en los brazos de Nick, su aroma, su calor, esa protección y calidez que solo Nick me daba.

-no llores, yo te protegeré siempre.- había dicho el, con su rostro escondido e mi cuello, ¿llorar?, no me había dado cuenta de que las lágrimas resbalaban por mi rostro, no me había dado cuenta de que mis manos estaban al borde el sangrado por mis uñas.

Un grito ahogado me devolvió a la realidad, era Nick. Nick sufría, Nick tenía un ataque, por su culpa, Nick lloraba.

Y fue justo en el momento en el que los paramédicos se lo llevaban al hospital, justo en el momento en el que Nick solo era capaz de repetir una y otra vez. “te protegeré”.  Cuando jure que yo le protegería, protegería sus sonrisas, sus miradas, protegería sus lágrimas, porque nadie tenía derecho de verlas, excepto yo. Por qué Nick era mío.

Nuestra corta historia juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora