El inevitable final de nuestra etapa en la secundaria ya estaba señalado por el reloj desde el momento en el que iniciamos el primer día de clases.
Sin embargo, con ello también quedó marcado el momento en el que nuestros caminos se separarían, al i...
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Me levanté de la toalla de un salto al notar varios caños de agua que caían sobre mi cuerpo, salpicándome un sinfín de gotas a la cara. A los pocos segundos, cuando ya me había recuperado del susto, miré a mi alrededor, para encontrarme con algunos de mis compañeros mirándome con unas expresiones que delataban el esfuerzo sobrehumano que estaban haciendo para contener las risas que amenazaban con estallar de un momento a otro. Algunos de ellos escondían botellas de agua, otros sostenían toallas que goteaban constantemente.
—Perfecto, sólo quiero que sepáis que la primera ahogadilla está reservada para el cabecilla de esto. —Me acerqué a ellos con una postura erguida y un gesto amenazado. Mis ojos se mantenían entrecerrados ya que la luz del sol mezclada con el sueño que ese día me atacaba me impedía mantenerlos completamente abiertos. —Si lo delatáis, igual los demás conseguís salvaros.
En ese momento pude ver cómo la mascarilla de Sakiyama se movía, en lo que parecía un intento de susurrarle algo a Narukami; sin embargo, al tener la boca tapada no me fue posible distinguir qué le estaba diciendo exactamente.
Entonces, miré a los dos mientras caminaba lentamente hacia ambos. En cuanto se dieron cuenta, Narukami soltó su botella y se quitó los cascos para salir corriendo y tirarse a la piscina. Por su parte, Sakiyama retrocedió varios pasos, pero al ver que no me detenía siguió al chico de pelo morado y saltó también al agua. Cuando me giré en su dirección, una mano se posó en mi hombro, que fue apretado con fuerza.
—Genda, por favor, tranquilízate un poco. —Pidió Wataru. —Shuuji sólo comentaba que estos días parece que no has podido dormir bien, estás despistado en los entrenamientos y tardas en responder cuando te hablamos.
—¿Y despertarme echándome media piscina encima era la mejor solución que ha tenido? —Me crucé de brazos y levanté una ceja.
—Pues la verdad es que no. —Me respondió con un gesto divertido. —Él sólo ha sido un cómplice como yo y la gran mayoría de nosotros. Deberías dejar de buscar a la mente maestra y dedicarte más a despejar la mente y descansar bien. Hemos venido para hacer una concentración, no para regresar más agotados de lo que ya estábamos. —Me dio un toque en la frente, tras exagerar la palabra "concentración", mientras el resto de compañeros rompían entre risas la fila que habían formado. —Y ya sabes estamos para ayudarte y escucharte si es necesario, por algo somos tus compañeros, ¿no? —Después de darme un golpe en el hombro, se fue también con el resto.
Tomé aire y dejé escapar un pesado suspiro con la esperanza de que así mi mente expulsara también el constante pensamiento que desde nuestra llegada al camping me había quitado horas de sueño y concentración; sin embargo, no conseguía ningún resultado gratificante. Es más, con cada intento que hacía de olvidar la razón por la que los días parecían pasar con una mayor rapidez, sentía cómo el reloj se preparaba para atacarme una vez más acechando desde una distancia que disminuía con el paso de los segundos y me provocaba la misma angustia que los plazos de entrega de los múltiples trabajos que tuvimos que entregar antes del final de curso.