El hedor de la orina, alcohol y vomito impregnaba la calle en la que Aaron y Erick caminaban, solo por precaución Aaron había dejado su bicicleta escondida en unos arbustos en un parque cercano, no creía que venir en bicicleta a este lugar en particular de la ciudad sería buena idea, probablemente atraería miradas indeseadas .
Ambos caminaban cerca del otro pendientes de sus alrededores pero sin ver a las personas a la cara, la calle por la que caminaban era el lugar donde se ubicaba cierto bar infame del cual salían toda clase de rumores, este también era el bar más grande de la ciudad y por consiguiente era el más frecuentado, sus brillantes luces de neón resplandecían en la oscuridad de la calle sobre las personas que hacían fila para entrar muchas de las cuales eran parejas y hombres pues las chicas que iban solas al bar lograban entrar fácilmente, solo le tenían que pasar algo de dinero al portero o levantar sus blusas frente al mismo.
Pero ellos no se dirigían al bar, en su lugar ellos se dirigían a la licorería que estaba frente al mismo, una pequeña licorería que estaba justo al lado de un motel abandonado, de hecho, de no ser por las luces de afuera pensarías que el lugar también estaba abandonado. La licorería parecía que se caía a pedazos, las manchas de humedad se podían ver claramente sobre la pintura que se pelaba de la fachada del lugar y los ventanales cubiertos por barrotes solo tenían maderos por ventanas, el lugar era iluminado por dos tristes bombillos incandescentes que parpadeaban cada vez que en el bar de al frente le subían volumen a la música y la selección de licores era tan dudosa como el mismo local en el que estaban.
Aun así ellos entraron decididos al lugar, ya se habían decidido a ir hasta el final con el plan en especial Erick quien se estaba haciendo ilusiones con la noche solo por el hecho de que podría coquetear con Penélope, ellos entraron al lugar y saludaron al encargado quien solo estaba en el mostrador leyendo una revista vieja, al parecer hasta las revistas que tenía en el mostrador eran de uno o dos años atrás.
Ellos comenzaron a caminar disimuladamente por los pasillos, solo habían tres anaqueles en el pequeño local lo que dejaba espacio para 4 angostos pasillos por los cuales caminar, ellos miraron por los lados y vieron que las cámaras estaban en las esquinas del local pero como había dicho Aaron estas parecían ser falsas pues ellas eran cámaras web y los cables estaban pegados a la pared con cinta adhesiva.
—Aaron no estoy seguro de esto —susurro Erick, quizás era su imaginación pero el sentía que desde que entraron el dueño de la tienda había puesto su ojos en ambos, él no podía evitar sentir su mirada en sus traseros—, nunca había estado en este lado de la ciudad y vi a varias personas fumando marihuana en las escaleras de la entrada del motel de al lado.
—Tranquilízate, solo hay que hacerlo rápido —respondió Aaron, el joven se le veía mucho más tranquilo pero este podía sentir como su sangre se enfriaba, como se preparaba para llevar a cabo su asunto y salir corriendo del lugar—, tomamos una o dos botellas y nos largamos corriendo.
—Maldición, te estas poniendo como cuando aquellos chicos de ultimo año te retaron a meterte al vestidor de chicas y robar tanta ropa interior como podías.
No era ningún secreto que Aaron era una especie de adicto a la adrenalina, o al menos era más atrevido que los chicos normales, este solía tomarse los retos como pruebas de valor y le gustaba jactarse de ellos, el chico era más o menos conocido en su año por ello, probablemente sin su hermana para ponerle freno a sus lapsus de juicio este se habría metido en problemas muy graves en la escuela hace ya mucho tiempo, en cierta forma Erick agradecía que Aaron no tenía dinero ni había hecho el esfuerzo de comprar un auto, dios sabe que el seria el tipo de chicos que sacaría emoción de un pique o una carrera ilegal.
Ambos continuaron caminando por los pasillos, los chicos observaron que el lugar no solo vendía alcohol sino que también vendía una que otra golosina, bolsas de frituras y galletas viejas eran las más abundantes en su selección de botanas, aunque por el aspecto parece que ya había pasado un tiempo desde la última vez que alguien compro alguna de esas cosas, estaban acumulando polvo y no parecían en el mejor de los estados.
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117 Cadáveres.
HorrorAaron es un joven de 17 años que una noche se sale a hurtadillas de casa para poder asistir a la que posiblemente seria la noche mas memorable de su vida adolescente, luego de que una de sus compañeras de clase invitara a todos a una fiesta especial...