117 Cadáveres.

Despojos

—Me siento como una prostituta.

Luego de su pequeña hazaña en la licorería los chicos huyeron lo más rápido que pudieron hacia el parque donde Aaron había dejado su bicicleta, coincidentemente, Jordan tuvo exactamente la misma idea pues ella había escondido la suya entre un par de árboles.

—No eres una prostituta amigo —comento Aaron.

—Sí, eres un agresor y ladrón —agrego Jordan.

Ellos habían corrido como si de sus vidas dependiera, y por un segundo ellos pensaban que ese era el caso pues no creyeron que un botellazo en la cabeza haría que un hombre tan enorme como el encargado de la tienda cayera inconsciente por tanto tiempo por lo que corrieron bajo la suposición que este estaba de cerca tras de ellos, ellos no miraron atrás sino hasta luego de un par de cuadras cuando salieron de la calle donde se ubicaba la licorería, luego de ver que no había nadie siguiéndolos estos se dieron el lujo de bajar un poco la velocidad, pero no se detuvieron, ellos no se detuvieron hasta que llegaron al parque donde sus bicicletas se encontraran y cayeron desplomados en el suelo, donde solo se pudo oír el sonido de sus respiraciones pesadas y gemidos de cansancio.

—No —respondió Erick con un poco de enojo notable en su voz—, ustedes son los agresores y ladrones, yo solo fui la carnada, la trampa de miel a la que luego de ser usada le fue pagada con parte del botín.

Una vez que recobraron el aliento los gemidos de cansancio fueron reemplazados por las risas hilarantes de Aaron y Jordan y el grito de pánico de Erick, los chicos tenían reacciones diferentes pero era seguro que los tres estaban absolutamente aliviados de haber salido airosos del incidente, Erick se había levantado del piso y se había puesto a dar vueltas en círculos mientras aun gritaba y maldecía tanto como podía y sabía hacerlo mientras que la risa casi psicótica de Aaron y Jordan continuaba, ellos se comenzaron a retorcer en el piso para luego abrazarse el uno al otro mientras lloraban de la risa.

—Oye, aun así eso te hace cómplice —comento Jordan, la chica a diferencia de Erick se veía bastante orgullosa de su hazaña, como si hubiese completado un reto importante de su juventud—. Además si el dinero es lo que te hace sentir como una prostituta siempre me puedes dar tu parte.

—¡Jordan!

—Ya basta Miller —Erick se veía tan fastidiado que no parecía con energías para discutir, por lo que ni siquiera se molestó en levantar la voz—, solo quiero olvidarme que esto paso.

Cuando estos ya se habían calmado ellos se juntaron y dividieron el botín, habían robado nueve botellas de la licorería; tres para cada uno y aunque no era mucho cada quien tuvo su parte del dinero de la caja registradora, aunque Erick sospecho que Jordan les había dejado la parte más corta pues no pudo evitar ver sus bolsillos un poco más llenos que los de ellos, luego de esto los chicos esperaron a que Jordan buscara su bicicleta y caminaron juntos el resto del trayecto.

Aunque aún les faltaba un poco para llegar ellos prefirieron caminar el parque, Aaron temía que su bicicleta de bmx se resbalara en el pasto húmedo por el roció mientras que Jordan simplemente no quería ensuciar su bicicleta.

—Tranquilo viejo, nadie sabrá lo que paso hoy —Aaron trato de tranquilizar a Erick con un par de palmadas en la espalda. El joven que iba encorvado se enderezo un poco después de escuchar las palabras de su amigo, tal vez Aaron era bastante impulsivo pero tenía que admitir en que el cumplió su palabra y en esta rara ocasión, su impulsividad los saco de esta.

—Habla por ti Collins, yo les diré a todos que noqueamos a Antón el animal y luego robamos su tienda —comento Jordan. Desde que habían estado caminando por el parque los chicos habían notado el como la chica actuaba de forma tan presumida, estos supusieron que ella aún estaba sintiendo algo de emoción residual por lo que la ignoraron en su mayor parte, no creyeron que sería necesario reprenderla al menos de momento.