Yukine miró hacia el dios de ojos azules con verdadera incapacidad.
Había pasado a perder a Yato tres veces a lo largo de los meses que pasaron juntos. La primera cuando lo corrompió, aún se arrepentía de aquello. La segunda cuando Bishamon quería matarlo y ahora mismo aún después de no ser utilizado, ser dejado de lado por Nora. Sentía que estaba muriendo al ver como su dios sufría de tal manera. Se le rompió el corazón.Claro que estaba enojado, hasta el punto de sentir que Yato merecía todo su indiferencia, pero tampoco quería que su dios muriera.
—Yato—llamó preocupado intentando hacer que reaccionara.
Hiyori se sintió avergonzada al ser atrapada por el cuerpo del dios en el suelo. Solo un par de segundos para luego darle la bienvenida al dios con gran alegría. Yukine estaba enojado al principio, su dios simplemente era absurdo, pero al ver el estado de su corrupción temblo, no podía mirar de nuevo al absurdo dios de esa forma.
—¿Cómo está Ebisu?—hablo un poco aunque realmente no tuviera fuerza para aquello.
Yukine reprimió las enormes ganas de meterle un golpe a su maestro, para luego quejarse por lo bajo de lo idiota que estaba siendo.
—Hablaremos luego de esto—juro mirando al dios con severidad.
Yato sonrió de lado, una sonrisa sincera y cansada. Miro a su alrededor en busca del dios de la fortuna, pero al no encontrarlo nuevamente le hizo caso a Yukine.
—Él renacerá—aseguró el rubio.
Bishamon solo se sintió mejor al notar como Yato se desmayo. Kazuma sonrió divertido ante las absurdas ocurrencias del tesoro bendito, Yukine. Pero nadie se espero que la plaga realmente fuera tan mala, Yato murió gracias a esta. Las lágrimas bajaron por las mejillas de Yukine al observar la sucia yukata que Yato dejo atrás.
El grito estremecedor de Kofuku y Daikoku rompió el aire. La mirada perdida de Yukine y los gritos borrosos de Hiyori. Marcaron la inesperada muerte de Yato. Nadie se esperaba que el dios menor dejara de existir, sobrevivió a la primera corrupción, a Bishamon.
—Renacerá—Kofuku declaró con lágrimas cayendo de sus ojos—Yato nunca se rendiría de tal forma.
—Hiyori intentó sonreír pero sus sollozos solo pusieron de los nervios al resto—Eso espero, porque no creo poder estar sin ese idiota.
Pero nada se soluciono con solo pensamientos positivos. Hiyori aún creía en Yato, Kazuma estaba preocupado por el dios aunque no lo dijera en voz alta. Había sido su principal benefactor durante mucho tiempo.
Los días pasaron, tres para ser exactos luego de haber sido juzgados por el cielo. Ebisu regresó como un curioso y pequeño niño. Este había ido con Bishamon para hablar, ya que se le había dicho que Yato y la señora de la guerra fueron quienes le ayudaron.
Él pequeño dios sonrió alegremente pidiendo ver a Yato, su amigo. Yukine estaba de mal humor mirando como su dios no regresaba, tenía fe de que lo haría.—Lo siento, Ebisu-Sama—Bishamon se disculpo aún sin ser la causa del problema—pero el dios Yato no ha regresado, aún.
Él niño miró a su Shinki guía con duda en los ojos, había escuchado que Yato era lo más parecido a un amigo y que el dios no haya podido regresar estaba preocupando a todos.
Eso fue hasta que escucharon el grito de Yukine desde alguna de las habitaciones de invitados. Nadie se espero que Bishamon los dejara quedarse con todo y el pequeño santuario que Hiyori había hecho.—¿Este es Yato?—grito él rubio sorprendido al notar al pequeño niño de cabello oscuro recostado en la gran cama, parecía feliz aferrándose a Yukine en un abrazo de oso.
Cuando él pequeño dios abrió los ojos, dejo sin aliento al shinki. Eran preciosos, de un tono azul celeste perfecto que era remarcado solo por su cabello oscuro. Podía ver la inocencia y curiosidad en esos bonitos ojos.
La sonrisa apareció en los labios de la mayoría, Bishamon realmente esta feliz y Kazuma lo demostró abiertamente acercándose al pequeño niño para observarlo mejor. Le daba curiosidad.—No es como lo recuerdo—aseguró riéndose tanto de la carita suave que él maestro de la regalía bendita—es más pequeño, suave e inocente. Necesitará un shinki guía.
Yukine sonrió revolviendo el cabello del niño, parecía decidido a ignorar a todos los presentes, menos a su shinki. O eso fue hasta que Kazuma se rió, eso llamo la atención del niño.
—Tienes una linda risa—exclamó eufórico mirando a la regalía enfrente suyo.
Kazuma obtuvo un sonrojo en las mejillas y Bishamon se comenzó q reír. Parecía ser que Yato siendo un dios reencarnado no era más que suavidad y dulzura. Extraño para quienes conocían al dios original. Pero Ebisu no pensaba lo mismo. Era curioso ver a otro niño, posibilidades infinitas de hacer amigos. Así que simplemente se acercó a mirar al niño que vestía una simple yukata blanca.
—¡Yato-San!—él grito infantil sorprendió a muchos, nunca se imaginaron que Ebisu pudiera gritar así.
—Ehh—él nuevo dios miro extrañado al niño de cabello oscuro—¿yo?—se señalo así mismo sin comprender.
Yukine quiso reírse de la confusión de su maestro, pero este realmente se notaba perdido. Hasta que su pequeña voz hizo que todos mirarán curiosos la interacción entre ambos dioses.
—¿Cómo te encuentras, Yato-san?—saludo Cortés acercándose hasta él otro dios para poder mirarlo mejor.
Ebisu consiguió que Yato saliera de la cama y dejara de abrazar a su reliquia como sí la vida se le fuera en ello. Este miró curioso al dios de la fortuna oara luego extender su mano en forma de saludo. Era nuevo, resultaba curioso ver como dos de los dioses que parecían aterradores al tomarse las cosas en serio, ahora eran dos simples niños felices.
—Espero que estés tomando muchas fotos, Kazuma—pidió Bishamon muerta de la ternura.
Podía odiar a Yato todo lo que quisiera, pero no podía negar que esos dos eran las cosas más lindas que había visto en toda su vida.
—A la orden Bishamon-sama.
No creo que tenga continuación, pero llevo tiempo preguntándome como sería si Yato hubiera muerto y por eso escribí esta historia. Realmente no es muy emocionante. Basado más en el anime y un poco en el manga.
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No puedes irte.
FanficHabía pasado a perder a Yato tres veces a lo largo de los meses que pasaron juntos. La primera cuando lo corrompió; aún se arrepentía de aquello. La segunda cuando Bishamon quería matarlo y ahora mismo aún después de no ser utilizado, ser dejado de...