Una última vez (Jack Conway)

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La había evitado a toda costa desde su ingreso al CNP, el único que sabía la razón era el comisario Volkov. Si él se hubiera encargado de sus oposiciones no habría permitido que ella entrara al cuerpo policial, eso sin duda.

Sin contar el color castaño de su cabello, sus rasgos faciales y su personalidad eran totalmente idénticos de ella, del amor de su vida:

Julia

Se sentía un tremendo gilipollas por estar huyendo de Samantha cada vez que se la encontraba en comisaría. Siempre se mantenía alerta y cuando escuchaba la risa o el tarareo de la muchacha, entonces sin dudarlo se metía a algún cuarto cualquiera para evitar verla. Una vez por esto se metió al vestuario sin preguntar y vió a Leonidas totalmente desnudo (quiso quedarse ciego después de eso).

Esto no pasó desapercibido para Sammie, todo el mundo hablaba del mal carácter de su superior pero para ella era imposible describirlo ya que las únicas veces que podía escucharlo era a través de la radio. ¿Y verlo? Solamente le veía el pelo cuando tanto él como ella participaban en alguna negociación de atracos.

Sinceramente estaba comenzando a pensar que su presencia y labor en el CNP no era lo suficientemente buena y se estaba comenzando a desanimar.Sin embargo cambió rápidamente esas ideas, se golpeó suavemente la cara para espabilarse y decidió hablar con el superintendente el día menos pensado.

Aprovechó el turno de noche que solía ser tranquilo, él estaría en el despacho trabajando y ella acababa de llegar de patrullar junto a Leonidas. Sabía que estaba en el despacho porque previamente su compañero había estado cantando por la radio "Qué hace ese suuuupeeer" por aburrimiento y este le contestó que estaba organizando las fichas policiales, finalizando con un  "capullo".

Sammie empezó a subir las escaleras con decisión, hoy le plantaría cara a su desconocido superior. Al llegar a la puerta llamó dos veces y escuchó un "adelante", entró y se encontró al superintendente de espaldas.

-Siento interrumpirle señor pero quería hablar de un tema que es importante para mí.- 

Conway se quedó estático al escuchar su voz, dejó los papeles lentamente en su cajón correspondiente y con movimientos robóticos se sentó en su silla.

-¿De qué se trata? Tengo cosas que hacer.-Preguntó secamente su superior, él enfocó su mirada en un punto de la habitación.

-¿Cree que hago bien mi trabajo? Es que no se si son cosas mías pero siento que no soy bienvenida en la comisaría.- Conway se golpeó mentalmente, sabía perfectamente que era por su culpa.

-Haces perfectamente tu trabajo, ahora lárgate.-Sammie suspiró, no quedó muy convencida por la contestación de su superior.

Se levantó de su asiento y salió de la habitación, Conway suspiró aliviado pero poco le duró esa sensación ya que al minuto volvió a entrar la chica de un portazo.

-¿¿Pero que coño haces??-Preguntó el mayor con la mano en el pecho, no podía negar que le había asustado.

-¡Pues que usted me miente! Algo pasa y de aquí no me muevo hasta que me lo diga.- Y dicho y hecho porque se esposó a una de las dos sillas ante la mirada desencajada de Conway.

-No tengo porque aguantar gilipolleces, lár-ga-te.-Dijo tajante su superior, ella simplemente soltó una carcajada y negó con la cabeza.

Conway optó por pasar de ella, pensó que acabaría cansandose, grave error. Sammie no separaba su mirada del mayor, él notaba como le inspeccionaba de arriba a abajo y como observaba cada movimiento que él hacía, le estaba poniendo nervioso.

-Enserio ¿No tienes nada más importante que hacer?.-Por primera vez él apartó su mirada de los papeles y la dirigió a los ojos verdes de ella, esta al ver que le había hecho caso sonrió.

Conway se quedó estático observándola, sí que era la viva imagen de Julia, de una Julia de unos 25 años.

 Le dolía verla, dolía mucho, cada vez que la veía sentía una puñalada en lo mas hondo de su corazón.

Por otro lado observarla era como una droga, era como si la vida se la hubiera regresado a su lado, como si le hubiera dado otra oportunidad.

Sammie ladeó la cabeza al ver que el contrario ahora no apartaba la mirada de encima de ella, ahora la que se sentía algo incómoda era ella.

-Me recuerdas a alguien.-Contestó él al verla dubitativa.

-¿A quién?.-Él no contestó a la pregunta, se levantó y se acercó a ella, le quitó las esposas sin preguntar y se puso a dar vueltas por la habitación.

La chica le observaba, estaba nervioso, al final él paró y le preguntó:

-¿Sabes bailar?.-

-¿Qué?.-Sammie se sorprendió por la pregunta que su jefe le había dicho.

-Bailes de salón, ¿sabes?.- Ella asintió y el mayor le tendió la mano.

Ella posó su mano encima de la de él y Conway con un suave tirón la levantó y la acercó a él. Mientras él la cogía de la cintura con una mano, con otra puso una canción en su móvil.

Era una melodía suave pero triste, Sammie se notaba extraña aunque pensó que era normal, no se esperaba para nada encontrarse en esa situación.

Él dejó el móvil en su mesa y agarró de la cintura a la muchacha, al notar que ella estaba estática soltó un gruñido. Cogío las manos de ella y las guió hasta sus hombros, volvió a situar su mano en la cintura de Sammie.

Ambos empezaron a danzar tranquilamente por el despacho, ella estaba muy nerviosa al estar tan cerca de él, al contrario que Conway, que estaba muy relajado bailando esa canción con ella.

Era su canción, la canción de ellos dos.

Mientras que en la mente de la muchacha recorrían miles de pensamientos del por qué él le había pedido ese favor, Conway simplemente se dejó llevar y recordó aquellos sabado noche, en los que Julia le enseñaba a bailar casi por obligación porque él pensaba que "era de mariconettis".

El día que la perdió fue un viernes, nunca llegaron a tener ese último baile, nunca volvió a ver su linda figura entre sus brazos danzando, nunca volvería a sentir el aroma de su cabello al estar tan cerca de ella.

Pero ahí se encontraba él, intentando "cobrar" ese último baile con una falsa Julia. 

No iba a suplantar a su mujer ni de coña, ni se le ocurriría hacerle eso a su amada.

Pero sí que aprovecharía pequeños momentos como esos para calmar su vacío y sufrido corazón.




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