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Pov Itachi...

Jamás pensé ver la imagen de mi padre en mi propio rostro, las memorias de todo el daño que me izo ahora las veía reflejadas en mis acciones, mi esposa llorando, con mi hija la que jure proteger en sus brazos diciendo que me odiaba, que ice, porque me siento en medio de un agujero profundo?

Estaba en mi casa, la que compre para mí familia con el dinero de la primera gira, los pasillos que antes estaban plagados de risa y gritos infantiles ahora estaban en silencio, como su flotara caminé paso a paso por las habitaciones, la sala, la cocina, la oficina de Sakura y la mía, paso a paso sentía como me ahogaba, la imagen de una Sakura tarareando en la cocina mientras preparaba la Sena me inundó la memoria más al entrar estaba oscuro, vacío...
La sala, que solía estar repleta de juguetes y de mis dos niños jugando con la televisión a todo volumen con dibujos animados, ahora estaba pulcra, vacía, en un silencio aterrador, subí las escaleras, temía entrar pero lo ice, la habitación de mis hijos estaba totalmente en silencio, con sus armarios vacíos nada había solo silencio, excepto por una pequeña muñeca de trapo que me encontré en un rincón, recordaba esa muñeca, la compré en Corea para Sami cuando cumplió 2 años, la tomé y como el maldito zombie que me había convertido caminé a la última habitación, la que no quería entrar, cuando lo ice ya las lágrimas rodaban por mis mejillas, abrí el clóset, solo mi ropa se encuentra, salí de ahí y me derrumbe, caí de rodillas a el piso abrazando la pequeña muñeca en mi pecho, grite y llore como jamás lo ice, mi cerebro me gritaba que lo merecía, mi corazón lo sentía contraído y me dolía, me dolía como si lo estuvieran apretando y las imágenes de el día anterior y la mañana me atormentaba, golpe el piso con tal fuerza que mis manos sangraban, tiré todo, mis premios, mis lujos, rompí muebles y lo que estaba a mi paso excepto la pequeña muñeca, ¿Cómo pude hacerlo, como pude mandar a el demonio todo lo que amaba?

Recuerdos de Itachi

La mirada de Sakura había cambiado, me miraba con un odio que me aterraba, pero que demonios había dicho, que pedazo de cobarde era, mi hija, mi propia hija se paró frente a mi como si fuera un bandido, pero Sakura tenía razón era hora de decirle a mi hija el pedazo de cobarde que tenía por padre

Al entrar la señora Kushina que siempre había sido cálida con migo me veía con una seriedad que me asustaba, me guío a un comedor ahí estaban mis niños, Daiki comía una galleta, Sami por el contrario estaba viendo por la ventana, Sakura entro conmigo y nos sentamos en el comedor.

-tía puedes llevar a Daiki contigo, el aún es muy pequeño, no entenderá de que hablamos, además no quiero que se asusté

-tranquila, Daiki ven, ¿quieres un pastel?

Dai, mi pequeño revoltoso, era idéntico a su madre, ojos verdes, piel Nivea y ese cabello castaño tirando a rosa, era un niño maravilloso, cuánto ah crecido, no lo notaba hasta ahora

-Sami, preciosa ven siéntate

Sami, mi niña, ese cabello negro azabache como el mío, ella era más parecida a mi, sus ojos negros y profundos me recordaban a mi hermano Sasuke cuando era pequeño, con sus manitas juntas jugueteando con sus dedos, no me miraba, subió a la silla, como si la hubiéramos regañado por algo agachó la cabeza

-Sami, papá y mamá tienen que explicarte una situación que está pasando

-mami, Daiki y yo somos algo malo?

El corazón se me estrujó, su carita denotaba una tristeza y una culpa que jamás debió cargar, decidí hablar, explicarle

-hija, tu y tu hermano no han hecho nada malo, yo sí

Mi LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora