Capitulo III- Lejos

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Soy yo de nuevo, ya te he dedicado infinidad de pensamientos.
¿Pensarás en mi?, me lo pregunto todos los días.
¿No te gustaría ir a jugar al parque? Se que tenemos 16, pero vale la pena columpiarme y caerme por ver una sonrisa tuya, tan cálida, tan sincera... perfecta.
Vuelve y te haré chocolate caliente, me quedaré callada para que así no te moleste durante las películas, lo prometo.
Te extraño Len.

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Se acercaba el dia que es el motivo de mis desvelos, la entrada al universidad, si bien era algo por lo cual sentise orgulloso, yo no me sentía así, había entrado por él , vaya mierda.

Kanon- Rin, sabes que tenemos que ir por los uniformes y el resto de cosas escolares antes de  que nuestra amada madre regrese, digo, solo es una sugerencia, pafa que tu cabeza no termine aplastada como una uva.- mencionó aplastando sus dedos.

Rin- Sabes que no estoy motivada para ello, el ver que la fecha se aproxime no me está haciendo bien.-

Kanon- Vamos Rin, ya hablaremos con tu psicólogo sobre tu ánimo más tarde.- se acercó- la universidad te vendrá bien, ya verás.

Rin- Bueno, pero me debes una malteada de plátano.

Kanon- ¡Como ordene sargento! Será con extra crema batida.

Rin- Así me gusta, trabaja para mi esclava.- se colocó con pose de superioridad.

Kanon- parece que la princesa Rilliane a vuelto.- le da un codazo- me agrada más que Rin siendo grosera con todo lo que se encuentra.

Rin- Si no te gusta mi personalidad principal entonces no podemos ser hermanas, Rin es solo una función de circo que algún día acabará, espero.

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Aún recuerdo el primer día que la vi, llevaba el uniforme del instituto Hishirio desalineado, con su cabello rubio atado y sus zapatillas mal puestas.
Aún recuerdo que captó particularmente mi atención, su forma tan excéntrica de portar los colores, no sabía vestirse ni respetar el aburrido código de vestimenta escolar.
Para tener 5 años tenía un arriesgado sentido de la moda, bueno, es lo que ella decía justificando sus prendas.
La vida nos mantuvo encarrilados, por no decir que fueron nuestras madres, pero no todo era tan malo.
Aunque habiamos crecido tecnicamente juntos siempre habiamos sido diferentes, ella dependía de alguien que la cuidase, pequeña, traviesa y aventurera, creo que son sus mejores cualidades, aunque no precisamente las que me gustaba soportar, pues, mi madre me encargaba cuidar de ella en todo momento, era tan pegasosa,tan desastrosa, tan opuesta a mi.
Pero al final solo era el estúpido juego para emparejarnos parecía no tener fin.
Cuidé de ella hasta que cumplimos 16, necesitaba ponerle riendas a mi mundo que ella no me permitía, tan inmadura e infantil que no cedía hasta que le dieras una malteada.
Como mencioné, tan pegasosa, tan ella. Su característico olor a algodón de azúcar perfumaba el lugar y su personalidad pintaba color hasta en los murales más tristes.
El primer dia que la vi era muy pequeño y la consideraba como un chicle adherido a mi cabello difícil de sacar, pero no fue hasta que la perdí que realmente sentí el vacío que existía a mi alrededor si no estaba ella.
No llegaré por ella en un blanco corcel ni vestido de príncipe azul, pero si llegaré después de haberme enfrentado al dragón.
Solo necesito definir que necesito en mi vida, aunque estoy consciente que lo más necesario ahora es Rin.
5 años no pasan gratis, pero tampoco en vano.
Solo espero que aún recuerdes como me gustaban las malteadas.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2021 ⏰

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