En el gran auditorio se sentía el sudor y desesperación de todos los presentes en la clase de deportes, el coach Harris nos había hecho darle 4 vueltas corriendo al instituto y, como si eso no fuera suficiente, debíamos jugar un corto partido de basquetbol.
—Vamos, Eric, será bueno que practiques.—Gritó Amber, mi mejor amiga y fiel confidente.
Yo soy Eric, por cierto, Eric Anderson.
No soy la persona más atlética pero eso no me ha impedido abrirme paso en el campo deportivo, siendo capitán del equipo de basquetbol. Este pequeño, e insignificante, título me ha dado un estatus en el instituto y ha logrado que cada semana mi casillero esté lleno de pequeñas notas con diferentes números de celulares que claramente no reconozco de chicas que tampoco conozco. Bueno, solo uno me es familiar.
Fionna Ryder.
Fionna, la chica más hermosa e inteligente del instituto que rechazaba a cualquier persona con un miembro masculino entre las piernas, y no podía culparla; la mayoría de los chicos solo tienen cerebro para hacer deportes y meterse entre piernas ajenas. Tampoco puedo culparlos porque soy básicamente igual.
Excepto en lo de meterme en piernas ajenas.
—Amber, escucha, estoy cansado de todo el entrenamiento y lo sabes.—Se limitó a rodar los ojos y lanzarme una de las pelotas.—Eres detestable.
Comencé a botar el balón para luego encestar un par de veces en la canasta, algunos pases y faltas no tardaron en formar parte del juego mientras que una leve capa de sudor ya se formaba en mi frente. Puedo culpar al calor por eso.
—Hey, Anderson, no olvides que la próxima semana comenzamos con el entrenamiento y seleccionamos a novatos para el equipo.—Dayton Harris, hijo del entrenador y mi mano derecha para cualquier cosa que tratara del equipo o de chicas; chocamos los puños para luego dirigirme hacia Amber.
La tome de la mano como lo hacen las parejas, cosa que ella odiaba por culpa de los celos tóxicos de su novio, Brett.
A Brett podemos describirlo como el típico idiota engreído con problemas de ira y tatuajes hasta el culo. Y no miento, tiene tatuajes que llegan hasta el trasero que lamentablemente llegue a ver mientras tomaba una ducha en los vestidores.
Amber se soltaba de mi agarre cada que podía hasta que la tome por las caderas y la cargue sobre mi hombro, buscando con la mirada al idiota de su novio.
Me di por vencido al no verlo después de un par de minutos y lleve a mi mejor amiga hasta su casillero.
—Deja de tratar de darle celos a Brett, Er.—La rubia sacaba libros para su siguiente clase de una manera enojada y agresiva, como si los libros le hubieran causado algún tipo de molestia.—No estoy lista para una escena de celos.
No puedo entender cómo es que sigue con ese imbécil si tanta molestia le provoca.
—Puedes dejarlo en cualquier momento, sabes.
—Anderson, no empieces.
...
Estábamos en nuestra última clase.
Historia.
Repasamos temas básicos y superficiales acerca de diferentes culturas, o eso se suponía.
—Entonces, te gusta.—Fue un error total decirle a Dayton acerca de mi ligero interés en Fionna.
—Escucha, Harris, es solo un pequeño interés.
—Pero, chico, si se te ve lo enamorado.
—Usas palabras demasiado fuertes para mi gusto.—Seguido por una mueca de asco.
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Cerca de mí.
Non-FictionEric Anderson, un chico de 17 años, comienza a dudar de su sexualidad cuando sus padres deciden acoger a un estudiante de intercambio por un año entero en su casa. ¿Será suficiente tiempo para aclarar sus sentimientos?