Sábado, 9:40 a.m.—Eric, baja a desayunar, amor. —El grito de mi madre fue suficiente para despertarme.
Abrí mis ojos, tratando de acostumbrarme poco a poco a la luz que entraba por mi ventana mientras abría mi boca para dejar salir un bostezo. Fruncí el ceño al sentir un par de brazos rodeando mi cintura y me di vuelta, encontrándome con Dayton dormido.
—Quita tus brazos. —Tres palabras bastaron para que abriera sus ojos asustado por mi tono ronco y grave de voz, se separó de mí para sentarse mejor en la cama.
Me puse de pie para buscar una camisa y pantalón de pijama, arrojándolas en la cara de mi contrario ya que él sólo vestía su infantil bóxer de spider-man. Tomé una camiseta gris para vestirme y darle una botella de agua a Dayton, junto con un par de aspirinas.
—¿Estuve tan mal ayer? —Aceptó la botella y las pastillas, mirándome confundido al ver una sonrisa boba en mi rostro.
—DaVinci y Miguel Ángel. —Tomó las pastillas y negó, no sabía de qué le estaba hablando. —Me refiero a que tienes un poco de arte en la cara, luces tan sexy.
Rápidamente salió corriendo al baño para verse en un espejo, gritando a más no poder cuando vio penes de diferentes colores y tamaños dibujados por todo su rostro. Volvió a mi cuarto para mirarme con furia y lanzarse contra mí, haciendo que ambos cayéramos a la cama.
—Es un maldito pene, Anderson.
—Son varios penes. Pero no te preocupes, te dan un toque bastante... masculino.
Bajamos después de que Dayton lavara su cara y borrara la tinta de su piel, encontrándonos con mis padres desayunando.
—Dayton, cielo, no sabíamos que estabas aquí. —Mi madre se acercó a él para acariciar su mejilla y sonreír. —Enseguida te sirvo un plato.
—Gracias, señora Anderson. —Fuimos a sentarnos en la barra de la cocina mientras nos dábamos pequeños manotazos, como niños de 5 años. Mi padre se paró detrás nuestro para colocar una mano en nuestros hombros y dar un leve apretón, era su forma de dar los buenos días.
—Deberían ir a entrenar al parque, compré boletos para toda la temporada y espero verlos ganar siempre.
Gracias por la presión innecesaria.
—Lo haremos en cuanto acabemos el desayuno, padre. —Y eso fue suficiente para que llevara su plato, diera un beso a mi madre y saliera de casa para el trabajo.
Éramos una familia unida, pero últimamente mi padre se comportaba de una forma más seria y fría. Pero bueno, yo suelo ser así algunas veces entonces no era quien para juzgarlo.
—Desayunen bien para tener energía, mis bebés.
Dayton y yo hemos sido amigos desde los 4 años, nuestras madres son mejores amigas y desde ese entonces, somos inseparables.
...
Estábamos llegando al parque en donde estaba ubicada la cancha de basquetbol en donde siempre íbamos a practicar en nuestro tiempo libre. Dejamos las mochilas con nuestras cosas en una de las bancas para luego comenzar a estirar un poco, lo último que queríamos era lastimarnos a pocos días de comenzar la temporada.
—Entonces, Fionna. —Dayton llamó mi atención al mencionar su nombre y detuve mi estiramiento, arqueando un poco mi ceja. —No seas así, cuéntame.
—Bueno, se calentaron las cosas durante la fiesta y estábamos a un minuto de hacer algo. —Logré ver cómo le divertía mi forma de evitar ciertas palabras. —Bien, estábamos a punto de follar en la alberca, pero todo se fue a la mierda porque su hermanito novato se metió en problemas con Wells.
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Cerca de mí.
Non-FictionEric Anderson, un chico de 17 años, comienza a dudar de su sexualidad cuando sus padres deciden acoger a un estudiante de intercambio por un año entero en su casa. ¿Será suficiente tiempo para aclarar sus sentimientos?