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La música se escuchaba a varias cuadras de distancia en donde me había estacionado, Amber y yo llegamos a la fiesta en busca de Brett o Dayton, pero no había rastro de ninguno.

—Hola, Anderson.—Una chica desconocida se acercó a mi mientras yo recargaba parte de mi brazo en el hombro de Amber.—Hace tiempo no te veíamos en fiestas, ¿quieres divertirte?

Sonreí en una mueca que mostraba mis dientes y negué, estirando mi brazo para alcanzar su mejilla, acariciándola en un leve toque.

—No hoy, linda, pero gracias.—Se fue echando humo por el rechazo de su oferta, pero no podría hacerle eso a Fionna aunque aún no seamos algo.

Amber y yo seguíamos paseando por la casa en busca del resto de nuestro pequeño grupo; la gente bailaba al ritmo de la música, la mayoría estaba en completo estado de ebriedad y sólo se movían para evitar caer. Fuimos hacia la cocina, Amber se sirvió un poco de una bebida azul que estaba a la mitad de la mesa y yo tomé una cerveza, golpeándola ligeramente contra el borde de una mesa para abrirla.

—Voy a subir a buscar a Dayton, sigue buscando a Brett.—Sonreí hacia mi contraria para luego dirigirme hacia el segundo piso, evitando a cualquier persona que mostrara intenciones de hablarme.

Había entrado a cinco cuartos y faltaba uno, esperaba encontrar a Dayton completamente vestido y en buen estado. Pero no fue el caso.

Mi mejor amigo se encontraba con los pantalones abajo y masajeando el cabello de una chica, quien se encontraba bastante ocupada, hincada frente a él, chupando su miembro repetidas veces.

—Hola, amigo.—Interrumpí su escena erótica captando la atención de ambos, Dayton comenzó a reír y la chica solo lamió sus labios.—Estaré abajo, buscame cuando termines.

Borrar ese momento de mi memoria tardará tiempo.

Al bajar las escaleras logré ver a Amber bailar con Brett y, a unos metros de ellos, estaba Fionna bailando sola pero con un vaso en mano. Corrí disimuladamente hacia ella para tomar su cintura por detrás, ganándome un salto asustado de su parte.

—Hola, hermosa.—Le di una larga tomada a mi cerveza para luego besar su mejilla y tenerla de frente, logrando ver sus ojos miel con pupilas algo dilatadas.

—Dios, Eric, me asustaste.—Soltó una pequeña risita y devolvió el beso a mi mejilla, aunque cerca de la comisura de mis labios.—Esperaba verte y veo que atraes la atención de todos.—Señaló a nuestro alrededor y me di cuenta que varias chicas nos miraban como si fuéramos lo más interesante en todo el lugar.

—Tal vez están celosas de que seas la chica más bella del lugar.—Tomé su rostro entre mis manos para llenar de besos sus mejillas, nariz y frente. No me atrevía a besar sus labios porque esperaba a que fuera el momento indicado, no en una simple fiesta con olor a marihuana y hormonas.—No sabía que te gustaban este tipo de fiestas.

—¿Cuál es este tipo de fiestas?

—Una fiesta con harto alcohol, drogas y sexo en el piso de arriba.

—Vaya, no sabía que había diferentes tipos de fiesta.—Frunció el ceño con una pequeña sonrisa. Es adorable.—En realidad, mis padres me han obligado a venir para vigilar a Froy.

Fruncí mi ceño para luego arquear mi ceja, dándole a entender que no sabía de qué mierda me estaba hablando.

—Froy es mi hermano, va en primer año y es su primera fiesta.—Señaló hacia un chico que no medía más de 1.60 sobre una mesa, bailando con una botella en mano y repartiendo shots a sus alrededores. Lograba ver el parecido entre los dos hermanos en el físico, pero no en la actitud.

Cerca de mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora