Prólogo

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Me encontraba meditando en mis aposentos sobre las posibles soluciones que me habían  brindado mis consejeros reales, para ser honesto ninguna de esas soluciones me gustaba, sabia que tenía que desposar a alguna de esas mujeres para tener total posesión de mi título noble, además tenía que asegurar la decencia era un deber que tenía que cumplir hacia los míos y no podía decepcionar al linaje Moftafard, pero para ser sincero las candidatas que escogieron para mi no llenaban mis espectativas, no eran feas ni nada por el estilo al contrario eran mujeres muy hermosas pero no me gustaba la idea que fuesen igual que las demás, sin voz, tan obediente, tan complaciente, quería otro tipo de mujer, una que toda su piel gritara libertad, que en sus ojos se viera reflejada rebeldía, que de su boca solo brotará la verdad y no solo lo que yo quisiera escuchar, pero al parecer esas mujeres en mi tierra no se verían, todas eran sumisas y a merced de lo que digan los hombres, eso me quitaba el interés en ellas, algunos amigos habían preferido  mujeres occidentales pero esa idea no estaba contemplada para mi, o eso era lo que yo pensaba, estaba sumido en mis pensamientos cuando el vibrar de mi teléfono móvil llamó mi atención, vi como el logo de la parte de atrás parpadeo varias veces pero no lo tome, me puse de pie y caminé hacia la puerta rodante que daba hacia el balcón de mi majestuosa habitación, salí y apoyé mis brazos en el grueso muro blanco con detalles dorados al estilo marroquí, como de costumbre no vi nada interesante solo mi lujosa colección de autos; todos personalizados y únicos en cada uno de sus modelos ese era un lujo que me podía permitir y sin embargo ya nada de eso me llenaba, todo en su mayoría era único en su modelo, no me gustaba tener nada que otro tuviera igual a mi, así que desde mi teléfono móvil hasta el más lujoso de mis autos eran únicos en su existencia, de hay la inconformidad con las mujeres que me rodeaban, si hubiese la posibilidad de mandar a fabricar una esposa lo haría sin dudarlo dos veces, pero por desgracia no tenía acceso a ese tipo de tecnología, miré la ubicación de mi teléfono y fui por él, lo tomé y empecé a revisar mis redes sociales, no me gustaban mucho pero eran una entretención de vez en cuando, estaba bajando las notificaciones cuando hubo una en especial que logró captar mi atención, abrí la publicación y ahí estaba ella.

Las facciones de su rostro son hermosos y delicados, su voz es capaz de transmitir cientos de  emociones, su mirada es desafiante y rebelde, sus gestos son únicos, su seguridad al hablar me impresionó, se ve que es una mujer decidida, orgullosa  y sobre todo salvaje, en total todo de ella me encantaba como defendía su causa y sus convicciones,  pronunciar su nombre era música para mis oídos, me entró la curiosidad más grande del mundo, quería conocerla, quería tocarla y en conclusión queria que fuese solo mía, tragué saliva para apaciguar lo que aquella chica me había echo sentir en aquel momento y me puse a pensar. Si ella era capaz de causarme todo aquello con solo verla en un video ¿Como sería cuando la tuviera de frente? Solo imaginarlo me arrancó una sonrisa lasciva.

Así que ya estaba decidido, llamé a mi hombre de confianza, él siempre me había acompañado desde que tenía memoria y más que mi empleado era mi mejor amigo, él sabía hasta el más oscuro de mis deseos y hacia lo posible para ayudarme a cumplirlos.

—Carin, necesito que investigues a alguien —le dije sin rodeos, él solo me miró y asintió esperando instrucciones—, necesito que viajes a tierras occidentales y me traigas toda la información posible de Helena Monroe, cuando te digo todo es todo, a que se dedica, cuantos años tiene, si es casada o soltera, si es necesario hasta cuantas veces va al baño. —Carin me mira enarcando una de sus cejas.

—Claid, esa chica ¿Acaso te ofendió?, Porque de ser así la haré pagar —respondió Carin hundiendo sus pobladas cejas.

—No —le aclaro—, en lo absoluto se te ocurra tocarla, ella será mi futura esposa, solo quiero que la vigiles y me traigas un informe detallado de su vida, quiero hacerle una invitación a mi humilde morada —le contesto, Carin y yo reímos por la broma que hago y pocos segundos después se retira para cumplir lo que le he pedido.

Ahora solo me queda esperar, era un experto en eso, en ser una persona paciente, cuando mi padre vivía siempre me inculcó la importancia del valor de la paciencia, él decía que con solo tener paciencia se podía hasta derrotar al enemigo más poderoso, aunque para ser sinceros no había enemigo así de grande para nuestra casa, la casa Moftafard y nunca lo habría, jamás lo permitiría era un legado que debía preservar, pero ahora en estos momentos en lo único que tenía concentrado mis pensamientos era en Helena, pronto sabría de mí y al pensar en eso no podía evitar sonreír con cierto morbo.

Una Real obsesión ✅ #1 ADD [Capítulos De Muestra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora