O18¡!

1K 73 2
                                    

Le pedí, no muy amablemente, a John B que me dejará en mi casa y que si venía después tal vez saldría.

Estúpido Pope por decir eso y estúpido JJ por acabar con lo que teníamos.
Malditos amigos.

Me dirigí directamente a mi abuela paterna, quién estaba en el jardín hablando con el jardinero. La agarré del hombro la giré hacia mí.

—¡¿Cómo es que no pagaste restitución de mi amigo?!—pregunté. Cerré mis manos en puños—, ¿y tampoco hiciste la denuncia acaso?

Miró sobre su hombro y le hizo una seña el señor para que se largara.

—No tenía porque hacer algo de eso, nieta.

—¡Claro que sí!—volví a gritar—, ¡hice todo lo que me pediste que hiciera!

—Michelle, no es momento para tus berrinches—declaró.

Alcé mis cejas y negué con la cabeza.

—Mínimo la denuncia, ¡a mi amigo lo golpean!—mencioné—, su padre lo golpea y sólo para cuando se desmaya ebrio.

—Michelle...

—¡Mi nombre es Dandelion, maldita bruja!—le grité, abrió su boca indignada y alzó su mano dispuesta a darme una bofetada, pero Papá llegó y tomó su mano deteniéndola, se posicionó delante de mí.

—Dandelion, ¿me harías el favor de entrar a la casa?

No dije nada. Me di cuenta de la gravedad del asunto y preferí callar, observé a mi tíos pasar por un lado mío sin prestarme atención. Hice una mueca.

Christine, la ama de llaves, lo notó y abrió un mueble, me tendió una barra chocolate.

—Tome, Dandelion.

—Gracias—murmuré y agarré el chocolate. Me giré recordando algo—. Christine, ¿podrías, por favor, ir a la oficina del correo y mandar esto?—coloqué la postal que compré sobre la barra—, por favor, cuando puedas—besé su mejilla.

—Claro.

Sonreí y me dirigí a las escaleras para subir a mi habitación, los padres de mi madre deben estar recorriendo la ciudad. Supiré, debería estar con ellos.

Me lancé a mi cama.
Cerré los ojos.




















































Abrí los ojos, el sonido de uno de mis beeper me despertó. Miré la ventana. Está oscuro, mierda, dormí toda la tarde.

Me senté, rasqué mis ojos y extendí mi mano, tomé el beeper, bostecé, es el código de John. Deben estar afuera. Apreté el botón y así sabría que sé que están aquí.

Me acerqué a mi armario y saqué unos pantalones acampanados de jeans para colocarmelos y así cambiarme la falda. Guardé mi celular en un bolsillo y salí de mi habitación.

Bajé, fruncí el ceño, parecía que no hay nadie.
Abrí la puerta principal y para mi sorpresa, Pope y Kie estaban esperándome en la camioneta, rodé los ojos al ver que el moreno abría la puerta del copiloto.

Al estar cerca, cerré la puerta y me subí a la parte trasera.
Preferí no hablar en todo el camino.

—Tenemos que antes de mi entrevista para la beca—dijo Pope mientras estacionaba la camioneta.

—Bien, debemos concentrarnos—acotó Kiara.

Te irá bien, quise decir.
Apreté mis labios.

Observé mis uñas desinteresadamente, hasta que quise bajarme, los chicos me siguieron.

Arrugé levemente mi nariz cuando unas luces se encendieron tomándonos por sorpresa.

—¿Quién demonios es?—preguntó Kie.

Sonreí como estúpida al verlo de nuevo, quise acercarme, pero detuve al instante.

—¿Qué hiciste, JJ?—preguntó Pope sorprendido. Había un montón de basura, compró un maldito jacuzzi.

—Tengo un chorro de agua en mi trasero—comentó JJ, sostenía una botella—. Deberían entrar de inmediato, ¿me escuchan?—reí por lo bajo, estaba algo ebrio.

—¿Cuánto costó todo esto?—preguntó Pope aún sin creerlo.

—Bueno, por el generador, la gasolina y la entrega urgente...—frunció el ceño fingiendo pensar—. Sí, diría que casi todo.

Abrí mis ojos como platos.
¿Toda la discusión habrá detonado todo esto? Miré a mi alrededor, creo que sucedió algo más. Me acerqué a paso lento hacia él.

—¿Todo?

—¿Ganaste todo el dinero en un día?

—Sí, ansiaba gastarlo—arrastró las palabras—, pero no importa, digo, ¡miren esto! Lo mejor en terapia de masajes a chorros, o eso dijeron—miré hacia otro lado y me mantuve en mi lugar—. ¡Chicos! ¿qué pasa? ¿Uno no puede darse un lujo en la vida?—preguntó, se quitó sus lentes de sol.

Mordí mi labio inferior, acaricie uno de mis brazos abrazandome.

Lo miré a los ojos.

—Vamos, esto de escatimar y de subsistir, digo, uno solo vive una vez... Pero bueno, ¡basta de emociones y entren el trasero de gato!—exclamó risueño—, así lo llamé—abrió sus ojos—. Casi lo olvido—murmuró, agarró un control y de pronto apareció una bola de espejos, y algunos chorros se dispararon dentro del jacuzzi—. Sí, así es, ¡modo disco!

—¿Es un chiste?—preguntó con sarcasmo—. ¡Pudiste pagar la restitución!

Hice una mueca, mal momento para regañarlo.

—¡O dárselo a una organización benéfica!—sugirió Kie.

Negué y me posicione delante de ellos, alcé mis manos.

—Ya, ya, creo que no--

—¡O mejor, pudiste comprar provisiones para sacar el resto del pozo!—me interrumpió.

—Chicos, por favor...

—Bueno, ¿saben qué? ¡No lo hice!—gritó. Me giré, coloqué una mano sobre mi boca y mi visión se comenzó a nublar. Se levantó dejándonos ver sus hematomas de su torso—, ¡compré un jacuzzi! Para mi familia--

Me acerqué a él, me metí al jacuzzi y lo abracé. Besé su mejilla y intensifique el agarre.

—Eso son ustedes, mi familia—sollozó, me rodeó con sus brazos.

—¿Qué diablos, JJ?—preguntó Kie.

—Les compré esto, miren lo que hice por ustedes—murmuró, lo abracé
más fuerte y acaricié su espalda.

—Shh, shh, ya—susurré en tono dulce.

Pasó su mejilla por mi hombro y dejó caer su frente en mi hombro.

Acaricie su brazo y besé su coronilla.

—No pude hacerlo—su voz se quebraba cada vez más. Cerré los ojos con fuerza dejando caer unas lágrimas por mis mejillas.

Volví a arrullarlo.

—No puede hacerlo—confesó—. ¡No lo soporto más! Iba a matarlo—habló después de unos minutos.

—Ya, amor—susurré—, estás con nosotros—dije, los chicos se acercaron y nos acompañaron en el abrazo.

—Sólo quiero hacer lo correcto.

—Lo sé, amor, lo sé.

Bad decisions! ➖Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora