Tristán, había entrenado por un corto tiempo después de salir de la enfermería, aun con cicatrices en el rostro.
Aún sin tener avances en su entrenamiento, él se sentía preparado para enfrentar nuevos retos.
Supo inmediatamente que era hora de la gran batalla cuando vio un montón de personas dirigirse al castillo.
Tristán, muy emocionado y asustado, alistó su espada de madera, la única arma que sabía manipular, corrió rápidamente hacia el castillo detrás de las personas que también ingresaban.
Lamentablemente no vio a los guardias que iban por él a dotarlo de las mejores armas para la batalla y escudos para protegerse, por orden de la reina Aitiana.
En el jardín descuidado del castillo se encontraba mucha gente, aprovecharon que no había casi ningún guardia, ellos querían presenciar un espectáculo más del guerrero de La Orden Oscura, el mejor de Jumalias.
Las esperanzas en Tristán eran casi nulas, todo el mundo quería ver al guerrero. Pensaron que era un espectáculo más que su majestad ofrecía al pueblo por el inicio del verano.
La gente no sabía que la temida Veriana se encontraba en libertad. Ambas hermanas subieron a un balcón para ver mejor la batalla, se sentaron en unos asientos en espera de Tristán.
Llegó Tristán al jardín después de un rato, fue confundido por un momento como una persona más del pueblo. Hasta que la gente vio que él caminó hacia el balcón y se dirigió a la reina Aitiana.
-Estoy listo para mi prueba, mi Reina Aitiana, llame a su mejor guerrero, esta batalla debe iniciar -gritó con entusiasmo.
La gente pensó que era una broma, sus risas se escuchaban en todo el castillo, mientras Aitiana trataba de entender por qué Tristán no tenía una armadura o una de las grandes espadas que había mandado para él. Entonces Veriana soltó una carcajada.
-Esos inútiles no lo encontraron, tu plan quedó en ridículo, como siempre.
A pesar de estar encadenada, Veriana disfrutaba cada momento de desgracia de su hermana, aprovechó el momento y trató de soltar las cadenas negras de sus brazos y sus piernas.
Aitiana se quedó en silencio, sus manos cubrían sus ojos, no podía creer que sus mejores guardias no encontraron ni con ayuda de Veriana a Tristán, pensó que todo fue una trampa de su hermana.
-No puedo creer que caí en tus viejos trucos otra vez, hermana, ¿no sabes cuándo dejar de mentir? -Le dijo a Veriana.
-Óyeme bien, que tus tontos guardias no sean capaces de encontrar a este enano no es problema mío, les dije la verdad, tan solo mira su ropa, aún con pasto seco proveniente del lado Este, yo no tengo la culpa de su torpeza -respondió Veriana con una sonrisa maligna mientras cruzaba las piernas para ponerse más cómoda.
Aitiana, no tenía opción, su gente esperaba impaciente, querían presenciar un gran espectáculo sin esperanzas para el extranjero.
Ordenó entonces la presencia del guerrero con un chasquido.
En ese momento, una nube negra tapó la luz del sol, para la entrada del guerrero de La Orden Oscura.
Desde las sombras aparece el guerrero, nadie pudo saber de dónde salió exactamente, como si hubiera llegado desde otro mundo.
La gente se entusiasmó mucho, le dieron ánimos y aplausos, lanzaron algunas flores.
El guerrero antiguo, de nombre Murdor, era muy alto, tenía una armadura negra, dotada por la Orden Oscura, esta armadura cubría todo su cuerpo, un enorme casco cubría su cabeza de cualquier ataque, solo se podía ver sus ojos cafés.
Su arma era un gran mazo de hierro de color negro, claramente era muy pesado para cualquier humano, sólo esa criatura de Jumalias podría usarlo en las batallas.
Aitiana tenía una mirada de preocupación, Veriana no paraba de reír cruelmente. La gente escuchó las risas, vieron a la liberada Reina de la sangre, no podían creer que ella estaba de vuelta en el castillo.
Tristán estaba parado delante del gran Murdor no imaginaba que sería tan grande y fuerte. Veriana paró su risa, se levantó de su asiento sin cadenas y desde el balcón grito:
-Oye soñador, eres muy pequeño e inocente, te recordaremos como un extranjero tonto pero valiente, sin más preámbulos que decir: ¡Muéstrame tu poder! -gritó Veriana, alzando su mano y haciendo un puño, se había liberado de las cadenas negras, recuperando poco a poco su poder.
La batalla empezó después de esas no tan consoladoras palabras, el pueblo aplaudía, pues tampoco querían ser devorados por la persona más odiada y temida, la Reina de la Sangre, Veriana, la roja.
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Las tres reinas
Fantasy¿Alguna vez te preguntaste quién eres tú realmente en esta vida? ¿Qué haces tú viendo a través de un espejo con la esperanza de ver algo nuevo o algo que rompa la rueda de tu realidad? ¿Alguna vez pensaste que la realidad solo fuera una ficción y el...