<<Entreabrió los ojos como si de un pesado sueño se tratase. Se sentía extrañamente mareada, como si la hubieran dado un golpe en la cabeza.
Abrió la boca dejando entrar el oxígeno a sus pulmones. Una mala idea. Una horrible punzada de dolor la traspasó de pies a cabeza, provocando que un escalofrío la sacudiera y que una débil maldición saliera indescifrable de sus labios.
Solo notaba la comodidad del colchón contra su espalda y el retumbar de unos pasos que se acercaban apresurados a ella.
Intentó volver a abrir los ojos inútilmente; cuando sintió que alguien abría de nuevo su mandíbula e introducía en ella algo que sabía bien, realmente bien.
Hasta entonces no se había dado cuenta de algo que se había posado en el fondo de su ser: Un impulso asesino que despertó cuando el líquido desconocido rozó sus labios. Era lo peor que había sentido en su vida: una mezcla de hambre y sed. Sin saber con qué fuerzas abrió los ojos y allí lo vio: Eric.
Los ojos verde oscuro de su novio la reconfortaron con una mirada amable y cariñosa, inverosímil en aquel hombre normalmente serio.
Entonces lo recordó todo: la pelea con su padre, el bosque, la sangre. Dios mío demasiada sangre... Y Eric con sus ojos verde oscuro, en aquel momento, negros como la más pura noche sin luna; bebiendo aquel líquido rojo de la garganta de una mujer desfallecida. La persecución, la carretera, ese sentimiento de esperanza al poder terminar con aquella pesadilla; Eric la perseguía, pisándola los talones, llamándola a gritos. Entonces sin pensárselo dos veces saltó hacia la carretera y las luces de un solitario coche la desconcertaron. Después, todo se volvió oscuridad.
Intentó apartarse de él, empujándole con los brazos de forma frenética. Quería que se fuera y quería dejar de tomar aquello que le daba.
Entonces se dio cuenta de que no estaban ellos dos solos:
Había una mujer inconsciente de cabellos castaños recogidos en una coleta. Tenía el brazo extendido y la muñeca firmemente aferrada por la elegante mano de Eric, que la apretaba contra su boca.
La imagen de Eric bebiendo la sangre de aquella mujer la inundo la mente.
Con una fuerza que nunca pensó que llegaría a poseer, apartó a Eric estrellándolo contra la pared, llevándose con él a la pobre mujer que rebotó contra su pecho para después caer al suelo.
Lágrimas caían sobre su rostro y manchaban las sabanas con el tinte rojo de la sangre que brotaba de su boca.
¿Qué había pasado? ¿Qué hacía ella bebiendo de aquella mujer? ¿Era un animal? ¿Una asesina? Las preguntas revotaban en su cabeza y hacían que el dolor que experimentaba en esta, aumentase por segundos. Además experimentaba un creciente dolor en el pecho un nudo en la garganta, los cuales se iban apoderado de ella hasta temblar en incontrolados espasmos.
Miró a Eric que la contemplaba con una mirada indescifrable.
-¿Qué soy?- Le preguntó temblando de miedo por la posible respuesta y su significado.
-Eres un Vampiro- Contestó sin ninguna pizca de emoción en su voz.
Sintió el tiempo pararse como su pulso ya inexistente. Unas ganas incontrolables de salir corriendo de aquel lugar, de aquella pesadilla, la azotaron entera: quería morirse, quería morirse ahora.
Más lágrimas brotaban de sus ojos de forma descontrolada.
-Y-Yo n-no quiero ser Vampiro- Balbuceó antes de....>>
Cerré el libro bruscamente y lo lancé furiosa contra la puerta de mi habitación.
-¡Trescientas siete páginas para nada!- Le grité al libro, que ahora descansaba dolorido contra el suelo de madera de mi habitación.
-¡Toda la tarde a la basura!- Me quejé mientras me sentaba derrotada en mi cama, sin dignarme a recoger el libro.
Cogí mi móvil cabreada, para encontrarme que tenía un mensaje de mi amiga/compañera de piso.
Piluki :D: ¿Te gustó el libro que te preste?
Yo:¡¡NOOOO!!! ¡¡¡¡¿¿QUIÉN NO QUIERE SER VAMPIRO??!!!!