Desperté en el dormitorio de Sarah, aparentemente estuve inconsciente por medio día. Mi cara dolía como si un camión le hubiera pasado por encima. Las atentas miradas de mis amigos se encontraban rodeando la cama en la que estaba tirado mi adolorido cuerpo. De pronto, mis ojos comenzaron a abrirse lentamente y las fuerzas poco a poco llegaban a mis extremidades.
— ¡Está despertando! — Ellena reaccionó de inmediato.
— ¿Qué.... pasó? — las palabras apenas salían de mi boca.
—¿"Qué pasó"? ¡Ese idiota del amigo de Adam te dio una paliza! — me comenzó a explicar Joe
— ¡Dios mío, Oliver! ¡No vuelvas a hacernos esto, estaba muy asustada! — Sarah corrió a abrazarme.
— ¿Por qué demonios lo golpeaste? — me preguntó Mike muy confundido.
— Yo....realmente no sé por qué lo hice— empecé a bajar la mirada.
— El idiota de Adam solo se quedó parado ahí sin hacer nada— Ellena estaba furiosa.
— Creí que habías dicho que tú y él tenían algo, ¿por qué no fue a ayudarte entonces, Oli? — preguntó Sarah con una voz delicada.
— No lo sé.... — simplemente dejé de hablar.
— Mike y yo tuvimos que separarlos, ese tipo estaba a punto de matarte— Joe seguía intentando hacerme recordar.
— Y..... luego Ellena atacó a un guardia de seguridad y nos echaron del lugar — Sarah continuó diciendo.
— ¡Ese mal nacido no debió tocarme las piernas! —Ellena trató de justificar
— y ahora gracias a eso estamos vetados.... ¡de por vida! — dijo Mike mientras todos se reían.
Parecía bastante cómica aquella escena que yo mismo había creado. Honestamente me siento tan avergonzado por haber golpeado a Evan. ¡Dios! ¿Qué habrá pensado de mí Adam? Todavía necesito que él me dé una explicación.
— Gracias por cuidarme amigos, pero tengo que irme ahora— hice un intento de levantarme de la cama.
— ¡No puedes irte! Aún necesitas descansar — Sarah me detuvo.
— ¡No necesito descansar, necesito hablar con Adam! — la desesperación se apoderaba de mí.
— Habla con nosotros, estamos preocupados por ti, ¡por favor, Oliver! — dijo Ellena mientras me tomaba de la mano.
Realmente no podía hablar con ellos, ni siquiera sabía qué le iba a decir a Adam cuando lo tuviera en frente. Simplemente eran impulsos que mi cabeza tenía para hacer que mi corazón logre tener un poco de tranquilidad.
— Prometo que lo haré, pero no ahora — me levanté de la cama y salí de la habitación.
Una vez afuera no sabía hacia dónde dirigirme. ¿Dónde podré encontrar a Adam? Piensa, piensa rápido. ¡Lo tengo! El único lugar que me aseguraba tener la oportunidad de verlo, era aquel misterioso edificio abandonado. Sí, El Observatorio.
Primero debía ir a mi casa para cambiar la ropa manchada de sangre que traía puesto. ¡Mierda! Esta era una buena camiseta, ahora está arruinada.
Decidí ponerme mi suéter favorito. Aquella prenda color negro que se ajustaba perfecto a mi cuerpo. Cubrí mis todavía calientes moretones con un poco de maquillaje y arreglé mi cabello lo mejor que pude. Estaba completamente listo para ir con Adam.
En mi mente surgía la idea de que al verme tan perfectamente vestido, Adam diría algo así como: "que bien te ves" o "me gusta lo que traes puesto", o cualquier cosa que pudiera elevar un poco mi confianza y autoestima. Por supuesto, sé que él jamas diría algo así. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará pero, ¿qué más puedo hacer?
Esperé a Adam en El Observatorio durante 2 horas para ser exactos. Realmente pensé que no vendría jamás, pero afortunadamente apareció justo a la media noche. ¿En dónde habrá estado?
Lo vi entrar poco a poco. Él aún no tenía idea de mi presencia, así que no quise aparecer ante sus ojos de manera tan sorpresiva. Tan pronto como empezó a caminar hacia el jardín, su mirada fue captando mi cuerpo sentado en la fuente agua. Podía ver en su rostro que algo lo estaba destrozando por dentro.
— ¿Qué haces aquí? — su boca habló, pero sus ojos seguían paralizados.
— Dijiste que querías hablar conmigo. Bueno, aquí estoy — me levanté de la fuente y caminé hacia él.
— Eso fue antes de ver cómo armabas una pelea en el cine, ¿qué rayos pasa contigo? — me evadió con la mirada.
— "¿Qué pasa conmigo?" Querrás decir, ¿qué pasa contigo y Evan? ¡Me engañaste todo este tiempo!, ¡me hiciste entregarme a ti cuando tú te acostabas con alguien más! — sentía que me hervía la sangre.
— Yo no te obligué a nada, tú estabas tan desesperado y yo solo hice lo que debía hacer — dijo con voz débil mientras se sentaba en la fuente.
— Lo hiciste porque me amas —me senté a su lado.
— Oliver, por favor... — su voz se cortaba poco a poco.
— Lo único que he hecho desde el día en que te conocí fue quererte, aún si ese sentimiento nunca fuera correspondido. — mis lágrimas comenzaban a salir. — Yo sé que tú me quieres también, lo puedo ver en tus ojos — lo tomé de las manos
El rostro de Adam se había inundado en lágrimas mientras me soltaba las manos. Había dejado de verme a la cara.
— Yo amo a Evan... —su llanto no lo dejó terminar.
— No tienes que amarme a mí, tranquilo. ¡Tal vez sientas que no puedas amarme ahora, pero yo estoy seguro que podrás hacerlo! — le dije con todo el optimismo posible.
— Oliver yo no.... — él estaba a punto de decir pero lo interrumpí.
— ¡Confía en mí! Yo puedo amar por los dos. Podré ser capaz de amar tan fuerte que no tendrás que hacerlo. Te amaré tanto, aún si tú no puedes — simplemente las palabras salieron de mi boca.
— Oliver... ¿Te estás escuchando?— él me veía con un rostro de preocupación.
— ¿Tú me estás escuchando a mí? — contesté con la mirada perdida.
— Aún si eso fuera verdad, no puedo dejar a Evan solo así — Adam había dejado de llorar.
— ¿y por qué a mi sí me puedes dejar como si nada? ¡Dime! ¿¡Qué tiene él que no tenga yo!?— mi voz se intensificaba.
— ¡Oliver por favor, basta! — él ya no podía soportar mi histeria.
— ¡Dime que no me amas! ¡Mírame a los ojos y dime que no me amas! ¡Dilo! — comencé a gritarle mientras lo empujaba.
— Yo no... — él no podía verme a la cara, su mirada permanecía viendo hacia el piso. No pude dejarlo terminar.
— ¡Mírame a los ojos! ¡Ten el valor de verme a los ojos mientras me rompes el corazón, maldita sea! — le grité tan fuerte que el eco se extendió hasta la carretera.
En ese momento Adam se había roto por completo. Él corrió hacia mí para darme un abrazo. Podía sentir cómo sus lágrimas caían sobre mí hombro.
— ¡Perdóname, por favor! Si tan solo todo fuera diferente, sin tan solo nosotros fuéramos diferentes. — sostuvo mi triste rostro entre sus mano mientras me veía a los ojos.
— Ojalá algún día puedas explicarme por qué lo eligiste a él... — le dije fijamente a la cara.
Toda la monotonía de aquella escena fue consumida por un último beso. Nuestros labios volvieron a unirse en agonía para callar nuestras desesperadas almas que gritaban rogando por amor.
Cuando todo terminó, él simplemente secó sus ojos y abandonó el lugar. Pude ver cómo su sombra se alejaba entre las paredes y cómo su cuerpo desaparecía entre la carretera.
Te odio tanto Adam. Te odio como no tienes idea. Sin embargo, me odio más a mi porque, a pesar de saber que nunca podré tenerte, yo te sigo amando y lo seguiré haciendo hasta el día que muera.
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El Chico de las Estrellas
Teen FictionOliver, un adolescente en todo su apogeo, se ve inmerso en una cruda búsqueda por encontrarse a sí mismo y lo que significa el verdadero amor. Todo esto luego de la casual aparición de un viejo mejor amigo, que pondrá de cabeza su casi brillante y p...