Día de Entrenamiento

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He estado sentado en frente al armario durante 2 horas aproximadamente. He revisado de cada rincón del mueble de madera y no he podido encontrar un atuendo adecuado para la ocasión. ¡Soy un desastre! Me odio por no tener nada deportivo, ¡dios!, de todos los lugares a los que pudo haberme invitado Adam, por qué tuvo que ser a un partido de fútbol

—¿Y si le cancelo? — pensé en voz alta— ¡No, no puedo cancelar! Ya casi es la hora— me respondí a mi mismo.

¡Maldición, Adam! De verdad que eres una completa distracción.

Me siento mal por haberme negado a salir con mis amigos. Realmente quería ver esa película de la que tanto hablaba Ellena. Esa que trata de zombies y bastante libertinaje sexual adolescente, sus dos cosas favoritas. Vaya, ella debe  estar disfrutándolo mucho, y Sarah debe estar escondida en algún rincón de la sala del cine.

Por otra parte, estoy emocionado por la invitación de Adam. A pesar de no buscar nada adecuado para vestir, decidí ponerme un suéter negro y unos jeans azules. Creo que me veo decente, quiero decir, ¿a quién diablos le importa el hecho que estamos a casi 40°grados? A mi no.

Bueno, será mejor que me vaya de una vez. Los futbolistas podrán ser distraídos, pero realmente les importa mucho la puntualidad. Solo espero que de verdad nos las pasemos bien.

Al llegar al campo de entrenamiento, empiezo a buscar con la mirada señales de Adam. Había un gran pastizal verde, mucho ruido y demasiada euforia en el ambiente. Había todo eso, pero no estaba Adam.

Oooliver
Oye, estoy aquí. ¿Dónde estás?

Decidí avisarle. Realmente odiaba estar parado en medio de todos, ante la atenta mirada de los adolescentes deportistas en short, mientras yo llevo puesto un suéter de invierno que se consumía por el incesable calor.

Adam!
En los vestidores, puedes venir.

Definitivamente él estaba loco si creía que yo iba a ir a los vestidores a buscarlo. Me rehúso a toparme con algo que haga que mis ojos queden traumatizados de por vida. Aunque...pensándolo bien, Adam también estará allá, así que, tal vez pueda verlo como aquella ocasión en mi cama: con poca ropa. Bueno, será mejor que me apresure.

Los vestidores realmente carecen de privacidad absoluta. Nunca en mi vida había entrado a uno, bueno, al menos no a uno con gente. Tuve que hacerme paso entre todos esos chicos en toalla, ¡Maldición, Adam! ¿Dónde diablos estás?

— ¡Hey! Oli. — lo escuché gritar— Me alegra que vinieras — me dijo mientras guardaba sus cosas en el casillero.

— Me alegra que me invitáras — le respondí con una sonrisa forzada — Pero, ¿podemos por favor salir de aquí? — le dije haciendo una cara incomoda.

— ¡Seguro! Nos están esperando en el campo — contestó mientras cerraba el casillero.

Poco a poco deje de sentirme tan tenso. Es decir, Adam no me había hecho ninguna burla por mi desastroso atuendo, y eso me hacía empezar a tener un poco de confianza. Bueno, esa confianza duró muy poco, pues pronto llegaríamos al campo de fútbol.

— Olvidé preguntarte ayer, pero, ¿qué se supone que tengo que hacer hoy? — le pregunté pues aún me agustiaba no cumplir sus espectativas.

— Divertirte, ¿no? — respondió como si estuviera diciendo que la respuesta es bastante obvia.

— Bueno, sobre eso yo no.... — estaba a punto de decirle pero él interrumpió mientras exclamaba un grito.

El Chico de las Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora