S̷h̷o̷t̷ d̷e̷ m̷e̷d̷i̷a̷ n̷o̷c̷h̷e̷ (ℛ.ℳ-B. T. S) +19

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Ella era peor que la nicotina

Ella era algo mejor que la gloria,

Ella era un problema

Y el, un adonis con curiosidad

Por lo desconocido...

El violento aire de media noche corría sin frenos por las oscuras calles que daban frente al bar Sophia, un bar más corriente que común , definitivamente no era un lugar para un hombre que solo vestía ropa de diseñador italiano y calzaba marcas más caras que el mismo lugar que servía copas a cualquier persona que entrará.

Pero no podría asistir a esos bares donde todo el lugar estaba impregnado de caras fragancias y de elevadas cuentas que el con simples tarjetas doradas pagaba. No, no por ahora, tal vez después de que las cosas pasaran y los molestos paparazzi dejaron de seguirlo.

Su cara había estado toda esta semana en los periódicos y revistas de polémicas, gracias a un estúpido hombre que era una sanguijuela hacia él.

Esa mierda molesta, como solía llamarle el, hacia tomado fotos y evidencia justamente cuando el salía de un prostíbulo en estado de ebriedad junto a dos mujeres plastificadas.

Era normal después de todo, él era un hombre apuesto, sexy y con todo el poder que él dinero puede otorgar, pero el problema se había hecho grave cuando se dio a conocer que una de las dos mujeres no era una prostituta, era la mujer de su hermano.

Su hermano era lo que menos le importaba, porque ella no era su única esposa, a ese ser él lo odiaba, tenía la mente más retorcida que él y lo único bueno que hacía era poner en quiebra a la empresa que su abuelo con tanto trabajo y sacrificio había hecho.

Por esa razón, nunca se presentó ante los abogados cuando estaban dando el testamento, él no quería que por un estúpido error impulsivo, todo sacrificio reflejado en ese monumental edificio se desvaneciera por él.

Sin agregar que él no era el preferido de su familia, incluso de su propia madre, que en varias ocasiones lo trató de seducir.

—Se ha decidido por algo, señor — susurró una voz femenina frente a su mesa de dos.

Sus largos dedos rozaron sus labios de una forma provocativa e insana para el corazón de la chica. —Un vaso de wiski con tres cubos de hielo está bien — dijo sin interés en la carta de menú.

La mesera tomo temblorosa el menú entre sus manos y a paso lento se fue a su lugar de trabajó.

Sin previo aviso las luces tenues se apagaron por completó, una melodía sensual junto a una voz que parecía tan lánguida, inundó el lugar.

Sus ojos divisaron una silueta femenina en el centro del escenario que estaba adornado de satino rojo y moños dorados.

La voz de esa mujer era totalmente hipnotizante, jamás había disfrutado tanto una voz, estaba tan concentrado que no se dio cuenta de cuando trajeron su vaso de wiski.

De un momento a otro, luces tenues alumbraron a la responsable de esa hermosa voz.

Sus ojos la escanearon de arriba, abajo, sin dejar algún lugar vacío.

No era la mujer más bonita que había visto en toda su vida pero, ella tenía algo que no había visto jamás, su aura era tan enigmática, hasta su sombra era sensual para él.

Y no, no estaba ebrio, porque su vaso de wiski seguía intacto.

Sus labios eran decorados por un rojo intenso, sus ojos sombras mate oscuras y su delineado era totalmente recto, joder sus pestañas eran como dos abanicos de plena oscuridad.

Su figura no era totalmente delgada, tenía un poco de peso encima pero eso lo hacía más atractiva, ella era ese paquete completó enfundada en aquel vestido de lentejuelas plateadas y tacones de gran altura negros.

Cuando su voz dejó de llenar el aire, el lugar fue invadido de aplausos y chiflidos.

Su figura descendió hasta la barra de bebidas, se sentó en uno de los bancos y pidió una bebida.

Su mirada repaso a todos los presentes, todos los hombres eufóricos y con ganas de ella como él, no se levantaron de su lugar para intentar llevársela a un hotel.

Una sonrisa de insuficiencia apareció sobre sus labios gruesos, pensó que tenía todo ganado esa noche.

Tal vez no era el más importante lugar pero sí la única mujer que en su vida había llamado su atención.

Sosteniendo su vaso de wiski camino hacia la barra.

—Antes de que pongas tu caro trasero sobre el banco de mi derecha, si tus intenciones son llevarme a tu cama e impresionarme con tu dinero, puedes irte — sentenció la mujer que Namjoon deseaba hacerla suya en ese momento.

Al oír su respuesta, lo atrajo más a ella, su deseo creció sin control haciendo que su mente imaginara diversos escenarios jodida mente eróticos para él.

🍒 O N E - S H O T S - K P O P 🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora