Final

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Pero todo aquél camino fue completamente incómodo, no solo para Max, quién aún seguía pensativo, si no que Gallardo, quién mantenía una mirada fría estaba completamente muerto de vergüenza.
~¡Como pude hacer eso! ¿Que pensará ahora Max de mi?~. Eran los pensamientos de aquel gran perro lleno de nervios.

—Gallardo...

—¿Que es lo que sucede?— preguntó Gallardo.

—No, no es nada.—contesto.

Volviendo nuevamente a una caminata silenciosa, la cual estaba por terminar; Max y Gallardo ya habían llegado a la granja momento en que ambos se pararon el caminar.  Estos al voltearse a ver una vez más rápidamente se evitaron.

—Bueno, supongo qué aquí nos separamos. — avergonzado hablo Max.

—Si —corrovoro gallardo—. Te veré mañana.

—La verdad es que nos iremos en unas cuantas horas.

Dijo Max, golpeando una pequeña piedra que tenía enfrente de el, junto con unas pequeñas hojas secas las cuales la brisa de la madruga se las llevo.

—Es verdad.

Mirando aquel cielo, el cual era ya de un color celeste muy claro, y uno que otro pájaro comenzaba a tocar su cántico. Gallardo dando un suspiro fuerte estaba por hablarle, pero miro como el pequeño terrier ya se estaba alejando.

—¡Max! —Llamando su atención.

—¿Si?... —contestando.

—Bueno...—dudando—. Me gustaría preguntarte algo.

Gallardo quién se acercó hasta estar frente a él, mirado aquellos enormes ojos marrones, los cuales miraban los suyos, provocó que su cuerpo se estremeciera, y para evitar que el más bajo mirara que se encontraba igual que una víbora de cascabel. Decidió echarse aún estando de frente a él.

—Quiero que estas últimas horas, estés a mi lado.

—¡Qué!— ruborizado—. no entiendo a qué te refieres.

Max quién trataba de no mirarle el rostro, así tratar de fingir inocencia, parecía funcionar. Aún que su cabeza trataba de pensar algo racional, pero su corazón era el que mandaba ahora. Pero el Terrier no dijo absolutamente nada, solo asintió con su cabeza.

— Tranquilo yo no muerdo —sonrio.

—Es bueno saber eso... supongo.

Contesto esta vez Max, de manera dudosa ya que esta vez no había entendido a lo que se refería, pero sin pensarlo este lo siguió, nuevamente tomando el rumbo a lo que era el lugar de descanso de aquel gran perro. El auto abandonado de aquella colina, que daba un vista impresionante de lo que era la granja. Aún que no quedaba lejos, fueron solo unos dos minutos máximo de llegada.

Estos al momento de llegar al auto, Max fue el primero en subirse a la parte frontal de aquel auto, pero fue Gallardo quién extrañado hablo.

—¿Qué estás haciendo?.

—Subiendo al techo quiero dormir un poco — contesto Max.

—Ven, este auto tiene una entrada a los asientos.

Max quién miraba como Gallardo se metía por debajo del auto, este lo siguió aún qué, para el pequeño no fue problema ya que el si pasaba por debajo, llegó hasta donde había un agujero así que decidí pararse en dos patas, y así poder subir.

Al estar arriba este se encontraba en el asiento del copiloto, observando como Gallardo con su pata bajaba, aún que con dificultad el cristal del auto, y al estar por completo abajo. El gran perro pastor dio un salto así estar en el asiento grande de atrás.

[EDITANDO] Hilo Rojo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora